Durante más de 20 años fue el hombre fuerte de Panamá, informante de la CIA y de los cubanos, ayudó y traicionó a guerrilleros de América Latina, y terminó transformando a Panamá en un santuario del Cártel de Medellín. Cualquiera sea su destino, Francia o Panamá, una cárcel lo espera.
El fajo de documentos oficiales que determinará el destino del otrora hombre fuerte de Panamá, el general Manuel Antonio Noriega, está en estos días en algún escritorio del Departamento de Estado o el de Justicia de Estados Unidos.
El expediente de extradición del único “prisionero de guerra” panameño desde hace 20 años, está en trámite para la firma de Hillary Clinton.
En las próximas cuatro semanas, Noriega podría dejar su celda de Florida, donde ha estado dos décadas y ser llevado a París, donde le espera una condena de diez años de cárcel por lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
El ex dictador, que fue apresado por tropas estadounidenses que invadieron Panamá en diciembre de 1989, agotó todos sus recursos ante la justicia de Estados Unidos para evitar su envío a Francia, luego que el Tribunal Supremo diera curso a su extradición el pasado 25 de enero.
Desde entonces, el Departamento de Estado, que lidera Hillary Clinton, dispone de 60 días para aprobar la solicitud francesa.
El abogado del ex general panameño, Frank Rubino, fue lacónico al admitir su derrota ante las altas cortes estadounidenses: “Él ha agotado todas sus opciones legales. Tiene que ir a Francia”.
El último recurso que había interpuesto Rubino alegaba que Noriega no podía ser extraditado a Francia, ya que violaba sus derechos como “prisionero de guerra” consagrados en la Convención de Ginebra y que debía ser enviado a Panamá. Pero la Corte Suprema desestimó ese argumento.
Noriega, ex jefe de los servicios de inteligencia de Panamá, ex jefe del Ejército, ex Jefe de Estado y ex informante de la CIA, fue sentenciado en Miami en 1992 por tráfico de drogas, chantaje sistematizado y conspiración a 40 años de prisión, pero luego su condena fue rebajada a 17 años por “buena conducta”.
En París, en tanto, fue sentenciado en ausencia a 10 años de cárcel en 1999 por blanqueo de dinero.
En el juicio quedó comprobado que Noriega introdujo fondos a Francia provenientes del Cártel de Medellín, con los que adquirió tres propiedades, valoradas en más de 3 millones de dólares, ubicadas en los barrios más pudientes de la capital francesa.
“CARA DE PIÑA”
En algún momento de su carrera, que inició en la Escuela Militar de Perú, Noriega fue reclutado como informante de la CIA.
Muchos aseguran que el acercamiento se produjo en 1969, cuando con el grado de mayor de la Guardia Nacional panameña (Ejército) ayudó al general Omar Torrijos a sortear una asonada militar.
Tras asegurarse en el poder, Torrijos ascendió a Noriega a coronel y lo puso a la cabeza del temido G-2, el servicio de inteligencia organizado a semejanza del cubano que lleva el mismo nombre.
Desde la jefatura del aparato de seguridad, Noriega mantuvo un efectivo control del país, infiltrando partidos y organizaciones sociales, al mismo tiempo que intervenía en algunos de los más agudos conflictos regionales de la década de los 70
http://www.lanacion.cl/noriega-el-general-que-no-tiene-escapatoria/noticias/2010-02-20/142833.html