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General: Protestan en México por muerte de disidente cubano
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De: unodostres (Mensaje original) |
Enviado: 06/03/2010 21:59 |
Protestan en México por muerte de disidente cubano
05 de Marzo de 2010, 05:13pm ET
MEXICO (AP) - Un grupo de mexicanos protestó el viernes frente a la sede de la embajada cuba en contra el gobierno cubano por la muerte del disidente Orlando Zapata y en demanda de la libertad de otros cubanos que consideran presos políticos.
Unas 100 miembros del llamado Frente Cívico "Orlando Zapata Tamayo" de apoyo a la Resistencia Cubana se manifestaron frente a la embajada cubana, de cuyo interior varias personas reaccionaron en su contra.
"Estamos hartos, no podemos permitir que en este siglo XXI se sigan llevando atropellos contra el pueblo cubano, queremos que se respeten los derechos humanos", dijo Miguel Hernández, del Frente Cívico.
Los manifestantes gritaban consignas contra el régimen cubano y alzaban pancartas con una fotografía del disidente y la leyenda "Orlando Zapata Tamayo, asesinado por reclamar derechos humanos".
Detrás de la reja que separa la representación diplomática de la calle, más de 30 personas, respondían a los manifestantes con gritos de apoyo a Cuba al tiempo de alzar banderas de la isla y una imagen del ex presidente Fidel Castro.
Policías formaron una valla para impedir que los manifestantes se acercaran a la reja de la embajada. Tampoco permitieron a la prensa acercarse, por lo que no fue posible averiguar si eran funcionarios de la representación diplomática quienes defendían a Cuba.
"¡Cuánto les pagaron, váyanse a cobrar", gritaban a los manifestantes.
http://www.univision.com/contentroot/wirefeeds/50noticias/8159034.shtml
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CARLOS CARNICERO
25/02/2010
El Zumbido
Cuba y los derechos humanos en la muerte de Orlando Zapata
Nada me produce más dolor y más admiración que una persona entregada al límite de sus convicciones llegando a morir voluntariamente por ello. Sin duda quienes así actúan son personas de una naturaleza especial que entre su propia vida y sus ideales, en una ecuación que ellos mismos establecen sin posibilidad de conciliación, optan por estos últimos poniendo su vida como precio. Mis respetos y mi solidaridad a la familia de Orlando Zapata, un modesto albañil de cuarenta y dos años que ha fallecido en el hospital Almejeira de la Habana, después de ochenta y cinco días de huelga de hambre para conseguir ser tratado como un preso de conciencia.
La noticia de la muerte de Orlando Zapata, además de una tragedia, es una mala noticia para las esperanzas de un cambio tranquilo en Cuba hacia una situación de normalidad democrática en donde sean respetados los derechos humanos en toda su extensión, y en donde se acaben las injerencias exteriores, e introduce arena en el complejo entramado de las relaciones internacionales entre el gobierno socialista de la Isla, los Estados Unidos y la Unión Europea.
El fallecimiento de Orlando Zapata se ha producido en el curso de una visita de Estado del presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva en la que se ha entrevistado y se va a entrevistar con Raúl Castro, presidente de Cuba, y con su hermano Fidel, convaleciente de una grave enfermedad y oficialmente retirado de la primera línea de la política.
Como siempre que se produce un acontecimiento relacionado con el respeto a los derechos humanos en Cuba, se produce una dislexia entre los que sólo esperan una nueva razón para desear que el régimen cubano no exista ni haya existido nunca y los que somos partidarios de que se creen las condiciones objetivas para que los ciudadanos de Cuba tomen las riendas de su destino en un clima de libertad, sin la permanente injerencia de Estados Unidos y mediante un proceso controlado y tranquilo que garantice la prosperidad y la paz en Cuba. Es compatible una exigencia permanente sobre los derechos fundamentales y la convicción de que el diálogo político tiene que situar a Cuba en la encrucijada de elegir por sí misma su destino. Mientras los Estados Unidos no cambien el entramado de leyes que son una muralla de agresiones contra la isla, no cabe situarse del lado del agresor por muchas imperfecciones e injusticias que haya del lado del agredido.
Hay algunos indicios de que un proceso de evolución se estaría produciendo y esa es la apuesta del Gobierno de España, de la Unión Europea a la que pudiera incorporarse los Estados Unidos si progresan las tímidas ofertas de acercamiento para reducir el cerco medieval al que la isa está sometida desde hace cincuenta años.
El gobierno cubano tiene que entender que si no da pasos en la normalización de la vida en el interior de la isla es muy difícil cualquier labor de mediación o de propulsión de un acercamiento de Estados Unidos hacia Cuba. El peso razonable de las opiniones públicas en los países que cuentan con una democracia parlamentaria obliga a sus dirigentes a una exigencia de cánones de homologación democrática, sobre todo en lo referido a derechos fundamentales.
Las penas de prisión impuestas a las personas disidentes, acusadas de colaboración con el enemigo exterior –Estados Unidos- son desproporcionadas y los doscientos presos que se calculan que existen en Cuba por estos motivos debieran ser puestos en libertad para partir de cero en una relación estable de la Unión Europea y Estados Unidos. Y sobre todo para que no haya dudas sobre los derechos humanos en Cuba.
Pero desde Europa no se pueden tener dos varas para medir los derechos humanos en función del tamaño de los mercados. China, según los parámetros de los que estamos hablando, sería un país aislado del mundo si no fuera por la potencia de su economía, porque su vulneración de los derechos humanos es constante y progresiva.
Existe además una situación relativamente nueva. Latinoamérica ha admitido a Cuba en sus foros internacionales después de una larga temporada de aislamiento. El presidente de Brasil, para nada sospechoso de ser un izquierdista irresponsable, apuesta por el desarrollo económico de Cuba y trabaja para su normalización en la más absoluta de las discreciones.
Quienes amamos al pueblo cubano por encima de cualquier otra consideración tenemos la obligación de abogar por vías de entendimiento y de colaboración y ser firmes, al mismo tiempo, en la defensa de los derechos fundamentales. En el día de hoy, el gobierno cubano debiera reflexionar sobre el significado profundo del sacrificio de Orlando Zapata, más allá de la declaración de pésame del presidente Raúl Castro.
Carlos Carnicero es periodista y analista político
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=43725
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Viernes , 05-03-10
CUANDO el grupo de periodistas que arribó a La Habana con motivo del siempre interesante Festival del Habano pudo charlar relajadamente con sus amables anfitriones cubanos, constató con sorpresa que ninguno de sus interlocutores sabía ni una palabra de la existencia de Orlando Zapata y, mucho menos, de su muerte como consecuencia de una huelga de hambre llevada al extremo. Sabido es que el periodismo consiste en eso precisamente, en comunicar que Zapata ha muerto a gente que no sabía que Zapata estaba siquiera vivo, y a ello se procedió de inmediato. No se trataba del tradicional disimulo con el que los sufrientes de una dictadura esquivan asuntos prohibidos para ellos: realmente la muerte de Zapata no era motivo de la más mínima información por parte de los medios cubanos. El bloqueo era férreo y, salvo los más allegados a los círculos disidentes que apoyaban al huelguista, nadie tenía acceso a una información que era titular destacado en medio mundo.
Con el paso de los días, sabedores de que hasta por los cierres más pétreos se acaba filtrando el agua inquieta de las noticias, el régimen puso en marcha su proceder habitual: se comunicaba la muerte de un delincuente, se escupía sobre su tumba y se ofrecía alguna imagen convenientemente manipulada que descargase responsabilidades en el muerto, no en los que vigilaban al muerto. Así fue: en las páginas de Granma un tal Enrique Ubieta escribió un vomitivo artículo que hubiese tenido reparos de firmar hasta el mismísimo cretino de Willy Toledo, la televisión cubana ofreció un video de cámara oculta en el que se veía a la madre del muerto agradeciendo a un médico el esfuerzo realizado -video que fue grabado preventivamente, ¿por qué?- y finalmente Fidel Castro declaró que en la Cuba revolucionaria jamás se había torturado a nadie, y mucho menos asesinado a opositor alguno. Sorprendente desahogo este último, ya que son incontables los testimonios de los miles de fusilamientos que practicaron los barbudos en cuanto detentaron el poder, y no digamos los que hacen referencia a las torturas que han venido practicando a todos aquellos a los que han encarcelado bajo las más peregrinas acusaciones.
Por si alguien cree que todo corresponde a la cacareada intoxicación histórica de los enemigos de la Revolución, les relataré un caso. Juan Alberto Valdés Terán estuvo veinticuatro años preso en el Combinado del Este, acusado en una de esas pantomimas judiciales de ser agente contrarevolucionario a sueldo de los americanos -era conductor de guagua-. En prisión, formó parte del grupo de «Los Plantados» -se negaban a vestir el traje carcelario- y recibió por ello no pocas sesiones de torturas, amén de un permanente maltrato ejercido con la maldad más sibilina. Este columnista que cuenta la historia consiguió en el año 83 un permiso de las autoridades para viajar a la isla y visitar a Juan Alberto, pariente lejano, padre de una querida tía política -esposa de mi inolvidable tío Eugenio- residentes en Miami. Una vez en prisión, supe que le obligaron a vestir el traje de preso por el que había mantenido una causa rebelde si quería verme, cosa que no hizo. Lógicamente, no se fiaba. Yo volví por mi camino, perplejo por la maldad de unos tipos que movilizan lo necesario para coaccionar a un pobre preso de algo más de setenta años al objeto de que cese una tímida protesta postural. A los pocos años, seis o siete, fue puesto en libertad. En Miami me explicó con detalle lo vivido en el interior de las prisiones de los Castro y tengo catalogadas todas las atrocidades que vio y sufrió, por si a alguien le interesan. Murió a los pocos años sin haber podido volver a pisar su tierra. Estos días, a cuenta del pobre Zapata, me he acordado mucho de Juan Alberto, a quien Dios tenga en su Gloria. Y también de la madre que parió a los williystoledos que andan por ahí sueltos.
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