JAVEIR SANZ RIDRUEJO. 01.03.2010
Hoy como ayer, de una u otra forma, aislada por un viejísimo dictador, traidor a todos, perece en Cuba la libertad, y la misma vida de quienes intentan recuperarla, por fusilamiento o -en el caso de Zapata- por huelga de hambre, como reaparece a veces hasta el hambre y se mete en la cárcel a quien declara tenerla.
Ciegos culpables ante ese "paraíso socialista", como antes a los de Europa, quedan todavía en España izquierdistas fanáticos cuyo ciego apoyo a Cuba es una mancha y una rémora para la izquierda, como lo son para la derecha el tolerar a quienes defienden dictaduras de signo contrario, perdiendo la dignidad sin la que no hay libertad ni vida que merezcan ese nombre. El "mejorar las relaciones con Cuba" sólo puede pasar por un mayor respeto allí a los derechos humanos, como ha tenido que oír ZP tras su tibia reacción inicial ante la muerte de este opositor encarcelado.
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