Fidel Castro asegura que en Cuba no hay tortura ni ejecuciones extrajudiciales. El ex preso político Alejandro González Raga lo desmiente. Los años encerrado en las cárceles cubanas lo han convertido en testigo directo de palizas, malos tratos y muertes que el régimen mantiene en secreto. Acaba de llegar de Ginebra, donde ha prestado su testimonio ante los relatores de la ONU. "Yo he visto a personas que entraron en la celda de castigo por su pie y 24 horas después se habían ahorcado. Presos desaparecidos después de una noche de golpizas que todos oímos. En las cárceles cubanas hay ejecuciones extrajudiciales, pero no dejan entrar a nadie para comprobarlo".
González Raga (1958) se puso en la mira del Gobierno cubano cuando fundó una agencia de prensa independiente en su Camagüey natal. Pero lo que selló su destino fue la implicación en el Proyecto Varela, que consistió en recoger 25.000 firmas para solicitar a la Asamblea Nacional la apertura democrática. Ya se conoce la respuesta de la dictadura a aquella iniciativa ciudadana: las redadas de la primavera negra de 2003 y la condena de 75 disidentes a un total de 1.400 años de prisión.
A González le cayeron 14. Llegó a cumplir cinco, antes de ser desterrado a España en 2008 junto a otros tres compañeros. Fruto de aquella experiencia es el libro Pasión, prisión y destierro, editado por la Asociación Iberoamericana por la Libertad, que ayer presentó en la Casa de América de Madrid junto a un viejo compañero de celda: el periodista Raúl Rivero. El libro es un recorrido por el horror de las cárceles cubanas, del que es muestra el disidente Orlando Zapata. "La de Zapata no es la primera muerte por huelga de hambre en prisión: hay 12 casos documentados. Lo que es nuevo para el Gobierno cubano es el impacto mediático que ha tenido. Es un punto de inflexión para la oposición y para la visión que se tiene del régimen fuera de la isla".
También para el Gobierno español, cuya pretensión de cambiar la posición común de la UE, que condiciona las relaciones con Cuba a su apertura política, ha quedado en entredicho. "Es inconcebible que se pretenda desmontar un planteamiento que exige que Cuba dé pasos hacia la democracia. Cuando, por otra parte, lo que España ha conseguido con el diálogo es la salida de algunos presos que estaban a punto de cumplir su sanción y el destierro de nosotros cuatro. Los presos excarcelados no están libres, están bajo licencia extrapenal, que permite al régimen volver a encerrarlos cuando quiera".
¿Qué puede hacer, entonces, la comunidad internacional para impulsar el cambio en Cuba? "El problema es que Estados Unidos, Europa y otros países no han hecho causa común. En el caso de Suráfrica, todos se unieron para acabar con el apartheid y lo lograron. Allá un grupo de blancos oprimía a una mayoría negra. En Cuba, un millón de miembros del Partido Comunista discrimina a otros 10 millones de personas. En Suráfrica discriminaban por el color de la piel. En Cuba discriminan por el color del pensamiento".
La muerte de Orlando Zapata, dice González, debería ser la última. "Respeto la decisión de Guillermo Fariñas, pero me gustaría que depusiera su huelga de hambre. El régimen cubano no merece ni una lágrima más, ni una víctima más".
http://www.elpais.com/articulo/internacional/regimen/merece/lagrima/elpepuint/20100317elpepiint_4/Tes