“En Cuba conviven dos economías con sus correspondientes sistemas monetarios. Una de ellas es la cubana, con el peso cubano como moneda y basada en el sistema centesimal. El peso cubano no es convertible fuera del país. Otra es la extranjera, con el peso convertible como moneda, la que emplean los turistas y aquellos cubanos que consiguen divisas.”
Ésta es la típica breve descripción que encontrará en cualquier guía de viajes aquél que esté planeando una próxima visita a la isla caribeña. Una descripción somera que da una ligera idea de cómo funcionan las cosas en Cuba, pero que no permitirá al turista que va de en hotel en hotel, de playa en playa, conocer cuál es el realidad diaria del cubano. Esto último sólo es posible si uno se mezcla con los habitantes del país, incluso hasta el punto de poder llegar a sentirse como uno de ellos.
Ir a comprar en Cuba no es fácil. En principio, se trata de salir a la calle con dinero para hacerse con productos. Pero al recién llegado bien pronto le asalta una pregunta: ¿con qué dinero? Los cubanos, por lo general, suelen cobrar en peso cubano (también llamado moneda nacional). Un sueldo medio puede ascender, con suerte, a 500 pesos cubanos. Con ese dinero se puede utilizar el transporte público, pagar los productos de la libreta (el conjunto de alimentos mensuales subvencionados por el Estado), comprar cigarrillos cubanos o comer una pizza en la calle.
Sin embargo, una gran parte (por no decir la mayoría) de productos está en precio cubano convertible. Es decir, en divisa, en la moneda en que quedan convertidos los euros, dólares o yuanes cuando entran en la isla. Si un cubano acude a una de las tiendas llamadas “shopping” (supermercados) encontrará, por ejemplo, un cartón de leche a más de un peso convertible o 400 gramos de carne de pollo a dos o tres pesos convertibles. Un peso convertible equivale a 24 pesos cubanos. Así, y volviendo a los productos antes mencionados, un cartón de leche cuesta alrededor de 50 pesos cubanos, y 400 gramos de carne de pollo, entre 100 y 150 pesos cubanos. ¿Cómo lo hace entonces un cubano que cobra 500 pesos en moneda nacional para llegar a fin de mes? Una buena pregunta nada fácil de responder en un país en el que muchas cosas parecen lo que no son. “La izquierda” es un concepto fundamental para entender la realidad cubana. Un concepto que da nombre a lo innombrable: al mercado negro y el trabajo en negro, al mercadeo ilegal al margen del control del Estado.
Marcio tiene 40 años y es un producto típico de la Revolución: fue formado por y para el socialismo cubano, habla varios idiomas, cuenta con un título medio en economía, buena planta y unos cuantos años de experiencia como marinero mercante. Marcio, que dejó de creer en la Revolución a inicios de los años 80, hace tiempo que decidió dejar de trabajar. “Para qué, si ‘inventando’ un par de veces a la semana gano lo mismo que haciéndolo cada día para el Estado”, dice. La palabra “inventar” hace referencia a conseguir dinero de forma rápida y sencilla, generalmente a través de la comisión cobrada al turista por ofrecerle servicios a pie de calle, o directamente de la misma estafa. Marcio es, en definitiva, uno de los muchos desempleados voluntarios que hay en Cuba, pese a que, según las estadísticas oficiales, el paro sólo alcanzó el 1,9% en 2008. A esa cifra de paro voluntario hay que añadir, además, esta otra: el 60% de los trabajadores cubanos incumple su jornada laboral, de acuerdo con un reciente informe del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social.
Miguel lo reconoce abiertamente: antes se dedicaba a jinetear a los turistas en la Habana Vieja. Tras tener un hijo decidió sentar la cabeza y empezó a trabajar en un taller de repuestos de coches Lada: “Con un salario de 300 pesos cubanos, te lo digo con toda sinceridad, brodel, no me queda otra que robar piezas y venderlas por la izquierda. Es la única posibilidad que tengo para completar mi salario mensual. En Cuba prácticamente nadie puede vivir con lo sueldos oficiales del Estado. Eso lo sé yo, lo sabe mi jefe y hasta el Gobierno.” Miguel reflexiona sobre el porcentaje oficial de incumplimiento laboral: “Es normal. Muchos cubanos intentan resolver lo antes posible sus obligaciones en el puesto de trabajo para salir a buscarse el resto del sueldo en la calle.”
Algunas familias con algo más de suerte “tienen fé”: es decir, familiares en el extranjero que les apoyan económicamente con el envío de divisas. Quien no “tiene fé” no puede quedarse “pasmado”, es decir, no puede permitirse el lujo de no buscarse la vida “por la izquierda” y conseguir así una entrada de dinero complementaria al sueldo oficial. Todo un vocabulario paralelo al oficial en un país en el que la realidad de la calle dista mucho de ser la que muestra el poder a través de los medios de comunicación y en los románticos murales revolucionarios cargados de mensajes morales.
Así las cosas, no son pocos los médicos o profesionales cualificados que dejan sus puestos de trabajo para conducir un taxi. Desde el punto salarial, no hay comparación. Eduardo conduce un coche particular entre La Habana y algunas ciudades cercanas a la capital. Si al subir a su taxi le preguntas si lo que hace es legal, te responde con un “no” rotundo. Y añade: “Pero ya sabes: perro cobarde no singa”. Un refrán cubano que se ha convertido en el pan de cada día en la isla. Y si hay problemas con la policía, todo se puede arreglar “por la izquierda.”
“Sin duda, la introducción de la doble moneda, además de acentuar la diferencia entre clases sociales y provocar una esquizofrénica económica absoluta, ha envenenado la vida diaria del cubano. Mucha gente está dispuesta a dejar de lado los valores morales revolucionarios, paradójicamente pregonados constantemente por el Gobierno, para conseguir como sea la entrada en la economía familiar del peso cubano convertible. De otra manera no se explica que, a diferencia de décadas anteriores, muchas familias cubanas estén orgullosas de que sus hijas sean prostitutas. Eso se ha convertido en todo un símbolo social.” Es la opinión de Yoani Sánchez, famosa blogera cubana que describe con ojo crítico en su Generación Y la realidad cotidiana de la isla. Para ella, la actual situación económica y social de Cuba “ha obligado al cubano a vivir en la constante ilegalidad para poder llegar a fin de mes. Su realidad es la de la corrupción diaria, el robo y del deterioro del sistema moral.”
Evidentemente, la economía cubana no funciona, y la ya de por sí precaria situación del país se ve agravada por el mantenimiento del bloqueo por parte de Estados Unidos. Pese al negro panorama, Marcio lo tiene claro: “Yo no me quiero marchar de Cuba porque el negocio está aquí. En Cuba falta de todo: discos compactos, perfumes, cámaras de fotos, pantalones, ropa interior, viagra... yo quiero estar dentro y fuera de la isla al mismo tiempo. Tener el estatus para entrar y salir. Tener doble nacionalidad o un contacto que me traiga los productos que puedo colocar aquí. Todo rápido, todo limpio”. Marcio lo tiene claro: la semilla del consumismo ya está plantada en la sociedad cubana. Ahora sólo hace falta regarla.