Lees la prensa, escuchas la radio, hablas con un amigo o intercambias las cuatro banalidades de rigor con el del puesto de verduras en el mercado y ahí está, a la vuelta de una frase cualquiera, el latiguillo del momento: “los cubanos”.
Los médicos cubanos de Barrio Adentro. Asesores cubanos en los colegios. Cubanos ocupando puestos de funcionarios en el Saime, la oficina encargada de establecer pasaportes y documentos de identidad. Cubanos lucrándose con la venta de plantas generadoras de electricidad. Cubanos en el ejército, instruyendo, dando órdenes, decidiendo quién asciende y quién pasa a retiro. O el absurdo de esos 2.000 técnicos cubanos que, dicen, han venido a enseñar a los productores agropecuarios… a incrementar la producción. Cuando Cuba importa casi todos sus rubros alimenticios básicos. (Por cierto: ¿de dónde vienen esas viandas? ¿De dónde son los cantantes? De dónde van a ser: del país “imperialista” que mantiene “bloqueada” la isla.)
Lo dice The Economist: Venecuba existe, mal que le pese al 85 % de los venezolanos que, en una reciente encuesta, rechazan la “cubanización” de su país. ¿Cuántos cubanos hay trabajando a las órdenes del castrismo para apuntalar “el Socialismo del siglo XXI” en Venezuela? Hasta 65.00o, reconocen fuentes habaneras. Y a raíz de la denuncia del general retirado Antonio Rivero, Chávez concede que “tenemos 30.000 cubanos en las calles, atendiendo enfermos y comunidades”. Los caraqueños intercambian anécdotas, chistes, rumores sobre los cubanos. Una cubanología de lo más florida, con perdón de las dos orillas. Un vendedor de autos recibe a un cliente de postín: un militar enfundado en su uniforme de la FAN, la Fuerza Armada Nacional de Venezuela. Por fin va a poder hacer caja. La inflación se ha comido el bolsillo de los venezolanos, salvo el de los de esta casta privilegiada (un profesor Instructor de la Universidad Central de Venezuela, a medio tiempo, gana 1.030 BsF al mes, si asciende a Asistente, 1.230; un subteniente recién graduado, con el reciente aumento de 40% decretado por Chávez, un sueldo de 2.456 BsF). El militar pide ver tal modelo: en cuanto arranca a hablar, el vendedor reconoce el inconfundible tumbao del acento cubano. El cliente queda satisfecho, así que regresa a los pocos días con dos amigos compradores: como él, cubanos. También luciendo uniforme del ejército venezolano. Escándalo: en un país como éste, en el que los militares, por corruptos que sean, encarnan la soberanía de la Nación, donde se rinde culto diario a la bandera y el himno, en un país patriótico -por no decir patriotero- como Venezuela, no hay mayor afrenta que esta usurpación.
“Los cubanos.” El tono del latiguillo basta: son temidos y odiados. Despreciados. Percibidos como un ejército de ocupación. Así se entiende mejor lo de las dos Venezuelas. Chavismo y oposición, claro, se enfrentan a cara de perro, pero junto a esta escenografía guerracivilista, entre bambalinas, los actores se reparten entre patriotas resistentes y colaboracionistas traidores a la Patria.
Doble trabajo el que aguarda a los venezolanos: aprender a dejar de odiarse por sus ideas, pero también restañar esta herida. La herida cubana. Reanudar, como dice alguien por ahí, la trama de afectos entre dos pueblos que tienen en común tantas cosas, desde el habla suelta y cimbreante hasta el talento para jugar béisbol y bailar salsa. Como hicieron franceses y alemanes al desaparecer Hitler y Pétain de su horizonte. O quién sabe: con un poco de suerte, los actores interpretarán el guión imaginado por Antonio Pasquali:
Cuando llegue a percibir Venecuba como un hecho realísimo, la oposición se percatará de que la Venezuela aún democrática es el precioso reservorio de libertades para la liberación de Venezuela y de Cuba, y que si hasta ahora un flujo unidireccional La Habana-Caracas trajo para acá las miserias e intoxicaciones ideológicas de un socialismo zombi, un flujo Caracas-La Habana piloteado por la oposición podría llevar para allá democracia y pluralismo.
http://www.factual.es/opinion/columnas/2010/05/05/25433