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General: MAS MENORES ENTRENADOS PARA MATAR POR EL FACISMO SOCIALISTA
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Da: Rene Gomes (Messaggio originale) |
Inviato: 09/05/2010 19:28 |
Más de 300.000 menores combaten en todo el mundo . Pou Saboudy,
lugarteniente-coronel y portavoz oficial del ejército camboyano,
admitió el pasado diciembre que niños "probablemente de 14 años" habían
participado bajo sus órdenes en una sangrienta ofensiva; pero según
otros soldados y personal de ONG "algunos no tenían más de ocho". Se
estima que más de 300.000 menores -una tercera parte niñas- combaten en
una treintena de conflictos en todo el mundo y que varios cientos de
miles más son miembros de los ejércitos estatales o de los grupos
armados de oposición. Y lo peor es que estas cifras se están
incrementando. Las ONG y los organismos de Naciones Unidas luchan
directamente contra esta situación denunciando los abusos que cometen
las facciones en guerra: propician el endurecimiento de la legislación
internacional, evitan los reclutamientos y facilitan la desmovilización
y la reintegración de los ex combatientes mediante programas
psicológicos y sociales sobre ellos y sobre sus comunidades, porque los
niños son, ante todo, víctimas de los problemas de los adultos.
Nada hay más horrible que la guerra. Y dentro de la guerra, nada
hay más horrible que utilizar niños como soldados. Pero son muchos los
gobiernos y grupos de oposición que incorporan menores de 18 años a sus
huestes. Un reciente informe de UNICEF sobre los efectos de la guerra
en la infancia sostiene que en la última década dos millones de niños
han muerto en combate, cinco millones han quedado impedidos, doce
millones han quedado sin hogar y diez millones más sufren traumas
psicológicos.
Pero todos estos cálculos son orientativos. Es imposible conocer el
número de niños víctimas de la guerra o el número real de menores
soldados porque casi ningún Cañóndirigente admite una práctica tan
deleznable y en el Tercer Mundo no suele haber documentos acreditativos
de la edad. En Birmania, por ejemplo, observadores internacionales
consideran que entre un 10 y un 60 por ciento del ejército y entre un
10 y un 40 por ciento de las fuerzas opositoras están integradas por
menores de 18 años. Extrapolando estas cifras, podría decirse que hay
350.000 niños soldado sólo en ese país asiático.
Los ejércitos reclutan niños por varias razones; la escasez de
adultos, como ocurrió en la Alemania nazi al final de la II Guerra
Mundial, es la principal, pero hay otras. Un desertor de la Resistencia
Nacional de Mozambique (RENAMO), hoy el principal partido de la
oposición desde la paz lograda en 1992, afirmaba que "no empleamos
muchos adultos en el combate porque no son buenos soldados... los niños
tienen más vigor, luchan mejor por la supervivencia en los matorrales,
no se quejan y siguen las directivas". Las armas modernas, baratas -en
Uganda un fusil de asalto AK-47 cuesta lo que un pollo-, ligeras y
sencillas de manejar, también facilitan la incorporación a filas de los
menores. Además, rara vez exigen una paga, pueden llegar a ser fieros y
sanguinarios combatientes y, en la refriega, el enemigo se encuentra
con el dilema de matarles o no.
Ahora bien, cada conflicto tiene un origen y un desarrollo
distintos que afectan a la participación de los menores. No es lo mismo
ser hijo de guerrilleros del Frente Moro de Liberación de Filipinas,
que ser kuwaití durante la Guerra del Golfo o quemar cabinas y
autobuses en Euskadi. Ya sea por causas económicas, religiosas,
étnicas, culturales o de cualquier otro tipo, cada guerra es diferente
y tiene sus propias características.
||SECUESTRADOS Y TORTURADOS||
La RENAMO mozambiqueña -tan partidaria de utilizar niños soldado-
tenía un método brutal para conseguir este tipo de tropa: raptaba a un
muchacho, le torturaba física y psicológicamente y le obligaba a
regresar a su aldea y matar a algún pariente o conocido; el asesinato
se realizaba de forma que la comunidad supiera que él lo había cometido
para descartar que pudiese regresar alguna vez. Después de eso, el
nuevo recluta era capaz de cualquier cosa; estaba totalmente
insensibilizado a la barbarie. Prácticas similares se han detectado en
otros lugares, pero no son comunes y las perpetran grupos armados que
no dependen del apoyo popular para sobrevivir.
El reclutamiento forzoso practicado por muchos gobiernos también
puede ser una forma de secuestro. En Guatemala, hasta alcanzar la paz
hace apenas dos años, el ejército organizaba batidas para completar sus
filas apresando jóvenes en autobuses, mercados y vías públicas, los
recluían en centros de adiestramiento y, desde allí, los trasladaban a
destacamentos alejados de sus hogares. Si las familias lograban
enterarse de lo ocurrido y querían recuperar a los muchachos, debían
entregar una documentación -a menudo inexistente- que se perdía si no
se acompañaba del pago de una "multa"; además estas reclamaciones
siempre llegaban "fuera de plazo" si los mandos consideraban que el
muchacho ya estaba integrado en la estructura militar.
En ocasiones -Perú, Colombia, Nicaragua...- los gobiernos han
reclutado niños a la fuerza para establecer un cierto control sobre las
poblaciones afines a las guerrillas; en otras ocasiones lo han hecho
para expresar hostilidades de tipo religioso, étnico o Niñoideológico.
Los opositores, a su vez, han raptado menores para garantizarse una
futura reserva de combatientes; a finales de la década de los ochenta,
unos 12.500 niños erraban por una franja de 2.000 kilómetros de
desierto entre Sudán, Etiopía y Kenia; el Ejército Popular de
Liberación de Sudán los había capturado a corta edad para incorporarlos
a sus filas posteriormente; en febrero de 1992, tras varios años de
deambular, fueron acogidos en campamentos de refugiados keniatas.
También puede producirse una asimilación imperceptible, como en El
Salvador. Un ex combatiente del Frente de Liberación Nacional Farabundo
Martí anunciaba que la guerrilla organizaba "escuelas de menores" donde
los niños eran alfabetizados e instruidos sobre los héroes locales y
"las otras guerras de Nicaragua y Cuba". En cuanto cumplían 12 años
pasaban a una escuela militar donde aprendían instrucción y a reconocer
al enemigo. "Y yo ni siquiera sabía que tenía un enemigo! -añadía- Me
creía demasiado joven para tener enemigos, pero en el Frente me enteré
de que sí los tenía".
Hasta las propias leyes autorizan levas de muchachos muy jóvenes,
como en Laos, donde la incorporación a filas es obligatoria a los 15
años, o en Namibia, donde lo es a los 16. Y si nos fijamos en la letra
de la ley respecto a la incorporación voluntaria, no hace falta que nos
alejemos de nuestro entorno: en Gran Bretaña y en Grecia se puede ser
soldado con 16 años. En Irán, caso extremo, no hay límite de edad; en
1983, durante la guerra con Irak, un delegado iraní dijo ante el Comité
de Derechos Humanos de la ONU que "cuando un país es víctima de
agresiones, no se hacen preguntas a los voluntarios que desean
alistarse para defender la patria".


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e: Rene Gomes (Mensaje original) |
Enviado: 09/05/2010 14:28 |
Más de 300.000 menores combaten en todo el mundo . Pou Saboudy,
lugarteniente-coronel y portavoz oficial del ejército camboyano,
admitió el pasado diciembre que niños "probablemente de 14 años" habían
participado bajo sus órdenes en una sangrienta ofensiva; pero según
otros soldados y personal de ONG "algunos no tenían más de ocho". Se
estima que más de 300.000 menores -una tercera parte niñas- combaten en
una treintena de conflictos en todo el mundo y que varios cientos de
miles más son miembros de los ejércitos estatales o de los grupos
armados de oposición. Y lo peor es que estas cifras se están
incrementando. Las ONG y los organismos de Naciones Unidas luchan
directamente contra esta situación denunciando los abusos que cometen
las facciones en guerra: propician el endurecimiento de la legislación
internacional, evitan los reclutamientos y facilitan la desmovilización
y la reintegración de los ex combatientes mediante programas
psicológicos y sociales sobre ellos y sobre sus comunidades, porque los
niños son, ante todo, víctimas de los problemas de los adultos.
Nada hay más horrible que la guerra. Y dentro de la guerra, nada
hay más horrible que utilizar niños como soldados. Pero son muchos los
gobiernos y grupos de oposición que incorporan menores de 18 años a sus
huestes. Un reciente informe de UNICEF sobre los efectos de la guerra
en la infancia sostiene que en la última década dos millones de niños
han muerto en combate, cinco millones han quedado impedidos, doce
millones han quedado sin hogar y diez millones más sufren traumas
psicológicos.
Pero todos estos cálculos son orientativos. Es imposible conocer el
número de niños víctimas de la guerra o el número real de menores
soldados porque casi ningún Cañóndirigente admite una práctica tan
deleznable y en el Tercer Mundo no suele haber documentos acreditativos
de la edad. En Birmania, por ejemplo, observadores internacionales
consideran que entre un 10 y un 60 por ciento del ejército y entre un
10 y un 40 por ciento de las fuerzas opositoras están integradas por
menores de 18 años. Extrapolando estas cifras, podría decirse que hay
350.000 niños soldado sólo en ese país asiático.
Los ejércitos reclutan niños por varias razones; la escasez de
adultos, como ocurrió en la Alemania nazi al final de la II Guerra
Mundial, es la principal, pero hay otras. Un desertor de la Resistencia
Nacional de Mozambique (RENAMO), hoy el principal partido de la
oposición desde la paz lograda en 1992, afirmaba que "no empleamos
muchos adultos en el combate porque no son buenos soldados... los niños
tienen más vigor, luchan mejor por la supervivencia en los matorrales,
no se quejan y siguen las directivas". Las armas modernas, baratas -en
Uganda un fusil de asalto AK-47 cuesta lo que un pollo-, ligeras y
sencillas de manejar, también facilitan la incorporación a filas de los
menores. Además, rara vez exigen una paga, pueden llegar a ser fieros y
sanguinarios combatientes y, en la refriega, el enemigo se encuentra
con el dilema de matarles o no.
Ahora bien, cada conflicto tiene un origen y un desarrollo
distintos que afectan a la participación de los menores. No es lo mismo
ser hijo de guerrilleros del Frente Moro de Liberación de Filipinas,
que ser kuwaití durante la Guerra del Golfo o quemar cabinas y
autobuses en Euskadi. Ya sea por causas económicas, religiosas,
étnicas, culturales o de cualquier otro tipo, cada guerra es diferente
y tiene sus propias características.
||SECUESTRADOS Y TORTURADOS||
La RENAMO mozambiqueña -tan partidaria de utilizar niños soldado-
tenía un método brutal para conseguir este tipo de tropa: raptaba a un
muchacho, le torturaba física y psicológicamente y le obligaba a
regresar a su aldea y matar a algún pariente o conocido; el asesinato
se realizaba de forma que la comunidad supiera que él lo había cometido
para descartar que pudiese regresar alguna vez. Después de eso, el
nuevo recluta era capaz de cualquier cosa; estaba totalmente
insensibilizado a la barbarie. Prácticas similares se han detectado en
otros lugares, pero no son comunes y las perpetran grupos armados que
no dependen del apoyo popular para sobrevivir.
El reclutamiento forzoso practicado por muchos gobiernos también
puede ser una forma de secuestro. En Guatemala, hasta alcanzar la paz
hace apenas dos años, el ejército organizaba batidas para completar sus
filas apresando jóvenes en autobuses, mercados y vías públicas, los
recluían en centros de adiestramiento y, desde allí, los trasladaban a
destacamentos alejados de sus hogares. Si las familias lograban
enterarse de lo ocurrido y querían recuperar a los muchachos, debían
entregar una documentación -a menudo inexistente- que se perdía si no
se acompañaba del pago de una "multa"; además estas reclamaciones
siempre llegaban "fuera de plazo" si los mandos consideraban que el
muchacho ya estaba integrado en la estructura militar.
En ocasiones -Perú, Colombia, Nicaragua...- los gobiernos han
reclutado niños a la fuerza para establecer un cierto control sobre las
poblaciones afines a las guerrillas; en otras ocasiones lo han hecho
para expresar hostilidades de tipo religioso, étnico o Niñoideológico.
Los opositores, a su vez, han raptado menores para garantizarse una
futura reserva de combatientes; a finales de la década de los ochenta,
unos 12.500 niños erraban por una franja de 2.000 kilómetros de
desierto entre Sudán, Etiopía y Kenia; el Ejército Popular de
Liberación de Sudán los había capturado a corta edad para incorporarlos
a sus filas posteriormente; en febrero de 1992, tras varios años de
deambular, fueron acogidos en campamentos de refugiados keniatas.
También puede producirse una asimilación imperceptible, como en El
Salvador. Un ex combatiente del Frente de Liberación Nacional Farabundo
Martí anunciaba que la guerrilla organizaba "escuelas de menores" donde
los niños eran alfabetizados e instruidos sobre los héroes locales y
"las otras guerras de Nicaragua y Cuba". En cuanto cumplían 12 años
pasaban a una escuela militar donde aprendían instrucción y a reconocer
al enemigo. "Y yo ni siquiera sabía que tenía un enemigo! -añadía- Me
creía demasiado joven para tener enemigos, pero en el Frente me enteré
de que sí los tenía".
Hasta las propias leyes autorizan levas de muchachos muy jóvenes,
como en Laos, donde la incorporación a filas es obligatoria a los 15
años, o en Namibia, donde lo es a los 16. Y si nos fijamos en la letra
de la ley respecto a la incorporación voluntaria, no hace falta que nos
alejemos de nuestro entorno: en Gran Bretaña y en Grecia se puede ser
soldado con 16 años. En Irán, caso extremo, no hay límite de edad; en
1983, durante la guerra con Irak, un delegado iraní dijo ante el Comité
de Derechos Humanos de la ONU que "cuando un país es víctima de
agresiones, no se hacen preguntas a los voluntarios que desean
alistarse para defender la patria".


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