La joven Yamilé Fernández Donate, de 32 años de edad, estuvo a
punto de morir y quedó con secuelas permanentes, a pesar de que
fue valorada en cuatro hospitales por más de diez médicos
especialistas, luego de debutar con un proceso agudo de
enfermedad abdominal.
El 27 de noviembre de 2005, la Sra.
Fernández presentó dolor en la región superior del abdomen, que
se agudizó en pocas horas y la obligó a recurrir por asistencia
médica.
Como antecedentes, Fernández Donate
tenía diagnosticado un embarazo de seis semanas y no padecía de
enfermedades crónicas.
Fue asistida en el Hospital "Nacional",
donde la medicaron con analgésicos endovenosos y cuando se
alivió la dejaron ir para su hogar.
Horas después, reapareció el dolor
en el abdomen y, además, tuvo febrícula (37 grados c. de
temperatura corporal). En el Hospital Materno "Hijas de
Galicia", quienes la atendieron determinaron que no sufría de
ningún trastorno ginecológico y la remitieron a la guardia de
cirugía del Hospital "Miguel Enriques".
En ese otro hospital, los
facultativos relacionaron la causa del cuadro clínico a una
Gastritis Aguda, le realizaron un lavado gástrico y después le
dijeron que se marchara sin preocupaciones.
La agudización de los síntomas, así
como el progresivo deterioro de la salud conllevó a que la
familia la llevara, esta vez, al cuerpo de guardia del Hospital
"Julio Trigo". Allí, los médicos que la examinaron coincidieron
en diagnosticarle una Infección Urinaria, y decidieron mandarla
a ingresar en el servicio de ginecología del Hospital "Nacional".
Durante los dos días de ingreso en
la sala de ginecología, la salud de la Sra. Fernández estuvo
peor; se mantuvo con el dolor intenso en el abdomen, además de
presentar fiebre de 38 grados c., vómitos frecuentes, fatiga
muscular e incluso alteración de la conciencia.
Finalmente, por las quejas y la
presión de parte de los familiares, los cirujanos optaron por
operarla y en el quirófano encontraron que tenía: Apendicitis
Perforada, Peritonitis y Oclusión Intestinal.
Cuando se recuperó la trasladaron
reportada de muy grave del salón de operaciones para la sala de
cuidados intensivos. Siete días después la volvieron a
reintervenir por complicaciones de la primera operación, y 72
horas más tarde hubo que interrumpirle el embarazo mediante
legrado uterino.
La legislación cubana no contempla
la indemnización de los daños originados por negligencias
médicas. Las personas que resultan víctimas de esas frecuentes
situaciones solo tienen por alternativa: achacarle la culpa a la
"mala suerte" y, como en el caso de Yamilé, adaptarse a vivir
con una porción extirpada de intestino y de colon, con la
pérdida del ansiado embarazo y las cicatrices en su cuerpo que
siempre le recordarán el sufrimiento que vivió.