Cubamatinal/ El Gobierno de La Habana defiende la
censura en la red para “evitar contenidos nocivos que inciten a la
subversión”.Internet, los blogs o, más simple aún, el correo
electrónico y su enlace con la diáspora, se han convertido en un dolor
de cabeza para el afinado aparato de propaganda del Partido Comunista,
no acostumbrado a perder la iniciativa en el férreo dominio de los
medios.
La Habana,27 de diciembre/ Xornal de Galicia/ En Cuba, con una
población de 11,2 millones, existen, según estimaciones oficiales, un
millón y medio de personas con acceso a la red, restringida a centros
de trabajo (59%), lugares de estudio (16%) y locales informáticos (8%)
de la Unión de Jóvenes Comunistas, porque el alquiler de un buzón está
permitido solo a extranjeros y a un número muy escaso de cubanos (14%).
Para estas redes de grupo, las autoridades aplican filtros que
bloquean sitios, como Cuba Encuentro, que les son desagradables. En
cambio, no es raro el día en que los usuarios logran burlar la censura
y leen algún artículo con una opinión distinta de la difundida por los
medios estatales, que son todos. El método más usual para hacerse con
una cuenta compartida de Internet es alquilársela “por debajo” a uno de
los miles de latinoamericanos que estudian aquí. Las venden por horas y
una misma suele tener varios inquilinos.
Un atajo común
Y el camino más frecuente para evadir el bloqueo de un sitio es
contactar con un servidor proxy, atajo libre y gratuito que, en
ocasiones (hasta ser descubierto), permite llegar a donde uno quiere.
Después, esos textos escabullidos de la censura son pasados a mails, se
distribuyen por buzones de amigos y se copian en memorias flash, en
CDS, se imprimen para compartirlos con personas de confianza. Después,
salen a la calle a la manera de una clandestina prensa alternativa,
imprescindible si se pretende conocer qué ocurre en Cuba y en el mundo,
más allá de los logros y los aplausos que trasmiten la prensa nacional.
Esos mails recuerdan de alguna manera a aquellos dazibaos
(periódicos manuscritos escritos por un ciudadano corriente y pegados
en un muro sobre un tema político) de la China de Mao, solo que los de
Cuba, en vez de murales, se valen de la electrónica.
Tuvieron su origen con la introducción en el país del correo
electrónico en los 90, pero su eclosión ocurrió el 6 de enero de 2007,
después de una inicial y tibia glasnost permitida por Raúl Castro, en
el poder desde hacía cinco meses. En esa fecha, el narrador Jorge Ángel
Pérez colocó en la red su protesta por la aparición en la televisión la
noche antes de Luis Pavón, ex funcionario y, según escribió Pérez, “uno
de los personajes más espantosos y temibles en la historia de la
cultura cubana”. El texto se distribuyó como una bola de nieve.
La polémica se desató y, sobre la marcha, la intelectualidad fue
descubriendo que disponía de una herramienta, el correo electrónico,
para manifestarse, y así ha seguido, trasmitiendo sus opiniones y
afrontando los miedos propios, heredados de los años de represión. Así
y todo, para los mails con origen en la isla, hay unos límites
implícitos, con sanciones como la pérdida de la conexión.
Explica Boris Moreno, viceministro de Informática y Comunicaciones,
que la política es la de proteger a la isla “de contenidos nocivos como
la incitación a la subversión del orden establecido en Cuba y los
contenidos francamente contrarrevolucionarios”.