Cuba es en nuestro hemisferio la decana en censura, tergiversación y manipulación de la información, asignaturas esparcidas en toda el área geográfica, entre otros, por la tristemente célebre Agencia Prensa Latina, maquiavélico engendro concebido a imagen y semejanza de la soviética TASS.
Los medios masivos de información en esta isla están regenteados por el partido único. El diario Granma, Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, es todo un icono entre ellos. En el afloran diariamente las deflexiones antidemocráticas de numerosos voceros comunistas de varias nacionalidades. Periodistas serios, comprometidos con la verdad y con el derecho, no abundan en las nóminas del oficialismo.
Los reportajes hechos por Yosvany Noguet y Gladys Rubio para el Noticiero de Televisión, en medio de los fascistizantes actos de repudio contra las valerosas Damas de Blanco en las recientes jornadas de marchas que cumplieron por el séptimo aniversario de la Primavera Negra, son una muestra palpable de la pobreza de espíritu y la complicidad con la tiranía castrista que caracteriza a algunos intelectuales.
Noguet llegó al punto de retar a pelear a nuestro colega Carlos Serpa Maceira, a quien antes había calificado como mercenario pagado por los Estados Unidos debido su labor como reportero no oficialista.
Enrique Ubieta, el infame comentarista del diario Granma que profanó la memoria del mártir anticastrista Orlando Zapata Tamayo, viaja tranquilamente desde su casa a la redacción y, probablemente, recibió felicitaciones y hasta un sustancioso premio por la repugnante abyección. ¿Dónde quedaron la ética, el humanismo, el sentir como propios los dolores ajenos en ese mendaz palabrero?
Lázaro Barredo Medina, el furibundo director de Granma y Randy Alonso Falcón, director del espacio televisivo Mesa Redonda, son dos artífices de la indignidad y la desfachatez con la que los medios de comunicación del oficialismo cubano se desempeñan.
El mercenario Jean Guy Alard, por su parte, es también un notable enemigo de la verdad, ciego y sordo defensor de las tropelías del régimen cubano. Otros profesionales de los medios al servicio de la tiranía son Liudmila Talancón, Maray Suárez y Javier Rodríguez.
Los degenerados de la nomenclatura apoderada y de los medios de la isla insisten en desacreditar las diversas acciones internacionales de condena al gobierno cubano por el asesinato de Orlando Zapata y la criminal represión contra las indefensas Damas de Blanco, afirmando, sin pudor, que estas repulsas, protagonizadas hasta por tradicionales adeptos, “condenan a Cuba”.
La condena global va contra el Gobierno. Los nombres de los acusados no deben olvidarse, así como no olvidaremos a nuestros mártires: ¡Pedro Luís Boitel vive! ¡Miguel Valdés Tamayo vive! ¡Orlando Zapata Tamayo vive! El espíritu democrático de los cubanos ha surgido de las cenizas en que el totalitarismo lo convirtió. El día en que los culpables sean juzgados se acerca.
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