Los líderes históricos enfrentados a la crisis, económica y política
Por fin, gracias a Kaos, el tema de la compleja realidad cubana ha dejado de ser tabú. En las páginas de este nuevo medio de información y de diálogo se puede leer, en efecto, por primera vez y de manera regular, artículos que abordan con altura y con solvencia la necesaria crítica de los aspectos más problemáticos de esa Revolución. Algo todavía más interesante e importante, es el hecho -inaudito hasta el presente-, que los firmantes de esos artículos son ciudadanos cubanos, que viven en Cuba, y que han encontrado en Internet una tribuna de opinión que no tienen en la estructura mediática de su país.
La apertura de Kaos a la problemática cubana esta muy cerca de constituir un hecho histórico. Hasta ahora, en la prensa de izquierda mundial, con alguna pálida excepción que confirma la regla, lo único que se podía leer sobre Cuba eran los tradicionales elogios a las indiscutibles realizaciones de esa Revolución, y los consecuentes y consabidos panegíricos a sus principales dirigentes. Según esa prensa, en sus 50 años de existencia la Revolución no tuvo nunca el menor problema, aparte –claro esta- de los muchos que el imperialismo estadounidense se encargó de crearle con el bloqueo y con los ataques diversos y variados que lanzó contra ella casi desde el comienzo.
Esta especie de “omerta” periodística que ha reinado siempre sobre los problemas internos de Cuba, muchos de los cuales fueron y son de dominio público, se explica por esa extraña concepción de la fidelidad que la Revolución castrista ha conseguido imponer en el mundo. Una concepción que puede definirse así: “Cuba es lo mas extraordinario que se haya producido en América Latina (lo cual es perfectamente cierto); por lo tanto, hay que preservarla de toda crítica, para no darle armas, ni hacerle el juego al imperialismo”. A esto yo agregaría, si se me permite: “Aunque corramos el riesgo de verla un día desbarrancarse como la Unión Soviética, o de resucitar alegremente el capitalismo, como lo esta haciendo actualmente la China, bajo la dirección del Partido Comunista".
¿Cuáles son los problemas de Cuba?
La realidad cubana es compleja, sin embargo, no cabe la menor duda que su principal problema, del cual se derivan muchos otros, tiene que ver con el carácter totalitario del régimen castrista. Desde el comienzo, en efecto, la dirigencia cubana preparó el terreno para protegerse de toda crítica y para impedir que se constituya, al interior del país, la menor oposición, de cualquier naturaleza que fuera.
Para obtener este objetivo, ella decretó que todos los que no estaban de acuerdo con ese proceso, o con la manera en que se llevaba a cabo, eran, simplemente, “gusanos”. En el entusiasmo de la victoria, nadie encontró chocante que este calificativo se aplicara a todos los cubanos, no solo a los que consiguieron fugar del país y recluirse en Miami, sino también a los que no tuvieron esa oportunidad y que, razonablemente, no podían adherir, por arte de magia, de un día para otro, a los objetivos de una revolución que se hacia contra ellos.
Desde ese punto de vista podría decirse que la revolución cubana no ha querido entender nunca lo más elemental de la teoría marxista: que los que la combatieron y la siguen combatiendo, aún con armas y procedimientos innobles, son personas u organizaciones que defienden desde una posición ideológica antagónica, sus intereses de clase. Nadie puede reprocharles eso, como nadie podía reprocharnos a nosotros, los que integramos “la nueva izquierda” de los años 60, en América Latina, cuando decidimos levantarnos en armas, con el propósito declarado de destruir la vieja sociedad, y de construir una nueva, más justa, más libre, más democrática. ¿No es eso una de las manifestaciones naturales de la lucha de clases?
Sin embargo, lo mas grave es que este calificativo infamante se ha aplicado siempre, y se sigue aplicando aún, no sólo a los enemigos de clase, sino a cualquiera que ose expresar sus discrepancias con las orientaciones del proceso. Recuérdese que las primeras victimas de esta intolerancia, que se va a transformar con la adopción del partido único y la creación de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución) en una verdadera concepción totalitaria de la vida política, fueron los jóvenes trotskistas cubanos, en los albores mismos de la Revolución, que sólo reclamaban su derecho de seguir existiendo como tales y poder expresarse libremente.
Para todos estos inconformes, para los que no se someten pasivamente a los dictados de la burocracia, para los que quieren levantar la voz para expresar un punto de vista diferente al de los lideres del partido o del gobierno, la generosidad de la revolución socialista no les ha dejado nunca otras opciones que la de callarse la boca, la de ser victimas de la hostilidad oficial, la de pasar algún tiempo en prisión acusados de algún delito menor, o la de tratar -aun a riesgo de su propia vida-, de salir del país. Como en otros lugares de América Latina, los problemas internos de ciertos países siguen soldándose con la tortura y las desapariciones, este tratamiento “humanista” que Cuba tiene con sus disidentes es considerado por algunos como un verdadero progreso.
- La oposición y los Estados Unidos
A esta siempre incipiente oposición interna se la ha acusado cada vez de estar financiada, y por consecuencia, de ponerse al servicio de los Estados Unidos. Hasta el día de hoy, muchos no parecen darse cuenta que la intromisión norteamericana en estos aspectos de la vida política cubana fue, es, y seguirá siendo algo absolutamente inevitable mientras en Cuba no se respeten integralmente los derechos y las libertades publicas, individuales y colectivas. Muchos de nosotros, desde aquella ya lejana época de la lucha armada, lo habíamos pronosticado, aunque no tuvimos nunca el coraje de decirlo públicamente. Si se cierran todas las posibilidades de intervención en la vida política del país, si no se respeta la natural pluralidad de puntos de vista en el conjunto de la sociedad, si se reprime toda critica o manifestación de insatisfacción o de disconformidad con el régimen ¿qué otra alternativa puede quedarle a esa gente, que la de aceptar agradecidos la ayuda de los Estados Unidos? Con esa política obtusa de criminalizar la disidencia, es el propio gobierno cubano el que ofrece, a los omnipresentes agentes de la CIA, el conjunto de la oposición.
Por lo demás, este tratamiento, típicamente estalinista, de considerar enemigos de la revolución a todos los que osen criticarla, es compartido y practicado incluso fuera de Cuba por todos aquellos que creen rendirle así un valioso servicio a la patria de Fidel y de Raúl Castro. Para estos simpatizantes incondicionales, la Revolución no ha tenido nunca, ni tiene, el menor defecto; la satisfacción del pueblo cubano con su sistema de gobierno es unánime, más aún, entusiasta, lo demuestran los resultados categóricos de las elecciones internas y las manifestaciones siempre multitudinarias en la Plaza de la Revolución. Si hay algún problema en lo que concierne las condiciones de vida de la población, la explicación es simple (y parcialmente cierta), se trata de los resultados funestos del bloqueo norteamericano, que sufre la isla desde hace casi medio siglo.
En alguna medida, se reproducen con Cuba las actitudes y comportamientos que se tuvieron con la fenecida Unión Soviética considerada, hasta el día antes de su derrumbe final, la maravillosa cristalización del socialismo, de la soñada patria de los trabajadores. Nadie quiso ver todo lo ominoso e inhumano que tuvo ese sistema, gobernado por una burocracia omnipotente et implacable, dispuesta a todos los crímenes con la sola finalidad de preservar su poder. La Unión Soviética y el conjunto de países del “socialismo real” no solo fueron victimas del sistema burocrático y totalitario que se dieron, sino también, de la ignorancia de esa triste realidad por la inmensa mayoría de la gente de izquierda, y de la falta de lucidez y de coraje de aquellos que sabían lo que pasaba, pero que decidieron no decir nada “para no hacerle el juego al imperialismo”.
- El caso del preso que murió en una huelga de hambre
Recientemente, el caso de Orlando Zapata Tamayo, el preso que murió en una huelga de hambre, fue un crudo revelador del sistema. Por supuesto, el gobierno cubano no podía aceptar nunca que se trataba de un preso político, por la simple y monumental razón que no hubo ni hay presos políticos en la Cuba revolucionaria de Fidel y de Raúl. Los presos, que son muchos, son delincuentes comunes, como los familiares que los defienden. Es por esa razón, que aquellos que creen este discurso oficial, se preguntan anonadados: ¿A qué viene entonces ese tsunami de protestas que se ha levantado en el mundo entero, cuando miles de otros presos mueren en otras cárceles de otros países, sin que nadie diga nada?
A mí, en cambio, ese caso, con su triste desenlace, me afectó particularmente porque me recordó lo que vivimos en el Perú, cuando fracasó la experiencia guerrillera, y los que sobrevivimos nos encontramos en prisión. Durante años reclamamos, a veces con huelgas de hambre, el reconocimiento oficial de nuestra calidad de presos políticos, algo que los gobiernos que se sucedieron no aceptaron nunca. Más aún, al término de la carcelería, cuando me expulsaron del Perú à mi país de origen (soy argentino) lo hicieron con un calificativo por lo menos inesperado. Me declararon: “extranjero vago, indeseable y proclive al delito”. Algo –lamentablemente- no muy diferente de la calificación que le dio el gobierno cubano a Orlando Zapata, después de muerto.
- Hay que salvar la Revolución Cubana
Un antiguo compañero que tuvo un rol destacado en uno de los procesos insurreccionales de los años 60, cuando le hice conocer mi intención de escribir este articulo sobre Cuba, me dijo: “me parece necesario, pero no oportuno”. El hacia alusión a la avalancha de críticas que ha recibido el gobierno cubano por el caso de Orlando Zapata. Yo decidí sin embargo escribirlo y publicarlo porque es hoy que los problemas de Cuba se han agravado terriblemente, con la profunda crisis económica que golpea la Isla, y han puesto a la Revolución en una disyuntiva trascendental: o se encamina hacia la profundización del socialismo, haciendo efectivo el traspaso del poder económico y político a los trabajadores (y se abre así a la pluralidad de pensamiento de su pueblo) o toma el camino chino de retorno al capitalismo. Mi combate de hoy sigue siendo el mismo de ayer, el mismo de siempre, por la liberación y el socialismo.
José BUSTOS
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