Le he dado seguimiento al caso del mercenario Guillermo Fariñas, un psicólogo de formación gracias a las oportunidades que le ofertó el sistema que emergió en Cuba tras el Primero de Enero de 1959. Él, después de unos cuatro meses en su maniática huelga de hambre, parece encaminarse al punto de no retorno a la posibilidad de que continúe con vida.
Trascendidos de prensa informan que el susodicho ha recibido en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario Arnaldo Milián Castro, en la ciudad de Santa Clara, al centro de la Isla, los servicios de prestigiosos especialistas y los más avanzados y costosos tratamientos muchos de los cuales son adquiridos en el exterior, en aras de alimentar su existencia.
El doctor Armando Caballero, jefe de los Servicios de Terapia Intensiva del mencionado hospital, certifica que el paciente se ha negado voluntariamente a comer por vía oral; y que lleva 125 días en esta situación, pues estuvo dos semanas en su casa durante las cuales dijo que no ingirió alimentos antes de ser hospitalizado.
“Lo recibimos con cierto deterioro físico y por esa razón fue internado”, expresó el galeno y apuntó: “Él aceptó, estaba consciente de que le aplicáramos nutrientes, alimentación por vía parenteral, o sea, por las venas”, “todo lo que requiere una dieta balanceada para cualquier ser humano”.
Luego, precisó más el facultativo: “A tal extremo que Fariñas llegó a nuestra sala con 63 kilos de peso y en la actualidad está oscilando entre los 67 y 69 kilos. Ha aumentado su peso corporal durante su ingreso y ha sido precisamente por la alimentación parenteral que está recibiendo”.
Es decir que todavía pudiera sobrevivir esta persona, si dejara de insistir en su absurda conducta, pues él “está perfectamente preparado para la ingestión de alimentos. No hay ninguna contraindicación al respecto. Solamente su deseo puede ser un factor médico importante en la solución de su problema de salud” —abundó el especialista de marras, quien aclaró:
“Somos médicos para salvar vidas; sin embargo, la norma ante un caso como este es respetar la voluntad de los pacientes. No podemos luchar contra esa voluntad, a menos que éste se encuentre inconsciente y sea aprobado por sus familiares allegados”.
No obstante, en este momento Guillermo Fariñas tiene un peligro potencial de muerte debido a una complicación en su estado de salud —muy a pesar de cuanto se hace por que él viva (Ver: www.granma.cubaweb.cu, 3/7/10).
Cuando me referí a la absurda conducta de este individuo, estaba pensando en lo publicado por Manuel David Orrio, periodista cubano que se infiltró en las actividades de los grupúsculos contrarrevolucionarios y que, por tanto, es una persona autorizada para hablar del tema y conserva pruebas sobre la catadura moral de quienes son capaces de venderles el alma al mismísimo Satanás por unas cuantas pesetas.
Orrio da fe de que cuando Fariñas estuvo en una de sus huelgas de hambre, un oficial de la Seguridad del Estado de Cuba se le presentó y le dijo que se podía morir cuando le diera la gana; le preguntó cuánto le paga a su mamá la connotada contrarrevolucionaria Martha Beatriz Roque [25 pesos convertibles al mes —respondió el huelguista]; y le aseguró que se podía morir cuando le diera la gana, pero que antes viera un video, leyera unas facturas y escuchara una grabación en la cual la citada Martha Beatriz le decía a su compinche Silvia Iriondo, quien reside en Miami: “¡Lo que hace falta es que Fariñas se acabe de morir para poder armar un buen show!” (Ver: “Cuba: ahora, los cuentos de Guillermo Fariñas” www.kaosenlared.net, 9/3/10).
He aquí elementos que develan el porqué afirmo que es ingrato el servicio de Guillermo Fariñas a la gentuza que desprecia la Patria que lo vio nacer.