Más de 15 millones de estadounidenses carecen de empleo, la cantidad de los que no tienen vivienda ha aumentado en un 50% en algunas ciudades, y 38 millones reciben cupones alimentarios, más que ningún momento en los casi 50 años de historia del programa.
Hay amplia evidencia de las crecientes tribulaciones económicas. Hay un estándar utilizado comúnmente para medirlas: la tasa de pobreza de la Oficina del Censo de EE.UU. Se utiliza para guiar gran parte de los gastos federales y estatales destinados a ayudar a los que no logran ganarse la vida decentemente.
Pero una serie de Estados están convencidos de que las cifras federales restan importancia a la pobreza y han comenzado a utilizar diferentes criterios para operar sus programas sociales. Al mismo tiempo, economistas conservadores advierten que un cambio en la fórmula a un límite que cuenta más gente como pobre podría llevar a un aumento inaceptable en el coste de los programas federales y estatales de servicio social.
Cuando la Oficina del Censo publique nuevas cifras de 2009 en septiembre, los expertos predicen que mostrarán un fuerte aumento en la tasa de pobreza. Un investigador independiente calcula que los datos mostrarán el mayor aumento de año en año en la historia escrita.
Según Richard Bavier, un ex analista en la Oficina Federal de Administración y Presupuesto, los datos que ya están disponibles sobre tasas de empleo, salarios, y registro para cupones alimentarios sugieren que otros 5,7 millones de personas fueron oficialmente pobres en 2009. Eso llevaría la cantidad total de personas con ingresos bajo el límite federal de pobreza a más de 45 millones. La tasa de pobreza, espera Bavier, llegará a un 15% –un aumento respecto a los 13,2% en 2008, cuando la Gran Recesión comenzó a surtir efecto.
No obstante, las nuevas cifras de la Oficina del Censo de EE.UU. ofrecerán sólo un cuadro parcial de cómo la estropeada economía de la nación afecta a los estadounidenses más pobres – un problema que debe ser encarado por los funcionarios estatales y el gobierno de Obama.
Sobreestimación de los costes de alimentos
La actual fórmula para fijar la línea de pobreza federal –que no ha cambiado desde 1963– toma el coste de los alimentos para un individuo o familia y multiplica la cifra por tres, suponiendo que la gente gasta un tercio de sus ingresos para poner comida sobre la mesa. Aunque la fórmula puede haber sido una buena manera de estimar el coste de vida de subsistencia a principios de los años sesenta, los expertos dicen que ahora el alimento representa sólo un octavo de un presupuesto familiar típico, ya que gastos como la vivienda y la atención de los niños causan una presión creciente sobre familias necesitadas.
Además, la medición oficial no toma en cuenta diferencias regionales en el coste de la vivienda, no incluye gastos médicos o de transporte, y a 22.000 dólares para una familia de cuatro, la línea de pobreza es considerada por muchos como simplemente demasiado baja.
Igualmente preocupante para los responsables políticos es que la Oficina del Censo no considere la ayuda en especie federal y estatal en el cálculo del ingreso. La fórmula existente toma en cuenta sólo ingresos en efectivo antes de impuestos, dejando fuera beneficios tales como cupones alimentarios, subsidios para la vivienda y para la atención infantil, así como deducciones fiscales de los Estados para los trabajadores pobres.
Como resultado, la medición oficial de la pobreza de la nación no es afectada por los miles de millones gastados en programas de la red de seguridad social. Sin embargo sigue siendo de lejos la medida utilizada con mayor frecuencia para evaluar cómo los gobiernos cuidan a sus ciudadanos más vulnerables.
Los conservadores han argumentado consistentemente que si se consideraran los programas de seguridad social, la tasa de pobreza sería muy inferior. Al mismo tiempo, defensores de los pobres han argumentado que las mediciones de la pobreza serían mucho más elevadas si fueran incluidos el coste de la vivienda, la atención infantil y otros gastos.
Hace casi dos décadas, el Congreso solicitó a la Academia Nacional de Ciencias (NAS por sus siglas en inglés) que reconsiderara la medición oficial de la pobreza e hiciera recomendaciones para una nueva medición que satisfaga a críticos a ambos extremos del espectro.
En marzo pasado, el gobierno de Obama dijo que utilizaría las líneas directivas de la NAS en 1995 para actualizar el cálculo de la pobreza del gobierno federal y prometió presentar la primera “medición suplementaria de la pobreza” en septiembre de 2011.
“La nueva medición suplementaria de la pobreza suministrará una visión alternativa para comprender la pobreza y medir los efectos de las políticas contra la pobreza”, dijo la subsecretaria de comercio Rebecca Blank. “Además, será dinámica y se beneficiará de mejoras con el pasar del tiempo sobre la base de nuevos datos y nuevas metodologías”.
Según las recomendaciones de la NAS, los datos de gastos del Departamento de Comercio para alimentos, vestimenta, vivienda y otros gastos domésticos serían utilizados para establecer un límite de la pobreza para una familia de referencia de cuatro –dos adultos y dos niños-. Entonces los recursos de una familia o de un individuo se compararían comparados con esa línea, incluyendo prestaciones de ingreso y en especie, excluyendo impuestos y otros gastos no-discrecionales- como gastos médicos y de atención infantil.
Porque muchos esperan que el nuevo cálculo resulte en una medición más elevada de la pobreza, el anuncio en marzo enfrentó fuertes críticas de algunos conservadores de que el gobierno federal no puede permitirse un aumento de sus gastos para la red de seguridad social.
Experimentos de los Estados
Sin embargo, responsables estatales y políticos aplaudieron la iniciativa porque dijeron que les darían los instrumentos que necesitan para evaluar la efectividad de los programas contra la pobreza.
En la Ciudad de Nueva York, por ejemplo, donde se adoptó hace tres años una medición de la pobreza del tipo de la propuesta por la NAS, el alcalde Michael Bloomberg dijo que los nuevos datos permitirán a la ciudad la identificación de quién necesita más ayuda y qué servicios sociales de la ciudad han sido los más efectivos en la mejora del nivel de vida de sus residentes.
Utilizando una medición actualizada, la Ciudad de Nueva York estableció que los niños –receptores de una amplia gama de programas de asistencia social– eran menos pobres de lo que se pensó originalmente, mientras que los mayores, que tenían problemas con gastos médicos previamente no considerados, eran más pobres.
A medida que los Estados tienen cada vez más inconvenientes debidos a la disminución de los ingresos y la creciente cantidad de gente necesitada, más de una docena han establecido comisiones para ayudar a familias de bajos ingresos y muchos han fijado objetivos de reducción de la pobreza.
Entre ellos, Minnesota y Connecticut han utilizado fórmulas similares a la de la NAS para evaluar la efectividad de medidas existentes y propuestas contra la pobreza.
Con ayuda técnica del grupo de investigación de política pública The Urban Institute, ambos Estados utilizaron los resultados para basar agresivas campañas contra la pobreza.
Minnesota tiene una Comisión Legislativa para Terminar con la Pobreza en Minnesota hasta 2020, y Connecticut creó un Consejo de Pobreza Infantil y Prevención con el objetivo de reducir la pobreza infantil a la mitad antes del año 2014.
Connectitut descubrió sólo un ligero aumento en la cantidad de gente que vive en la pobreza cuando utilizó el cálculo actualizado –21.000 personas en 2006-, en comparación con 20.000 utilizando la medición existente del Censo.
Pero obtuvo resultados muy diferentes al determinar qué programas de asistencia social pública contribuyeron más a la reducción de la pobreza. Utilizando los supuestos anteriores, los subsidios para la atención infantil y la educación y formación profesional de adultos eran considerados como los más efectivos para sacar a la gente de la pobreza con el pasar del tiempo. Pero la nueva fórmula mostró que el aumento de la participación en programas como cupones alimentarios, ayuda para la energía y subvenciones para la vivienda constituían un camino más efectivo para reducir la pobreza infantil a corto plazo. Como resultado, el Estado redobló sus esfuerzos por lograr más alcance para incluir la mayor cantidad posible de familias de bajos recursos en esos programas financiados por el gobierno federal.
En Minnesota, donde los resultados fueron similares, un comité legislativo bipartidista recomendó que el Estado refine su definición de pobreza, conciencie a la gente, y monitoree cuidadosamente el impacto de toda legislación importante sobre los programas existentes contra la pobreza.
Ambos Estados se unieron a otros 12 durante este año al llamar al gobierno federal a que adopte una fórmula del tipo de la de NAS que “considere la creciente carga financiera para la familia estadounidense moderna resultante de la vivienda, el cuidado infantil y la atención sanitaria y reconozca el beneficio de apoyos críticos como deducciones impositivas, cupones alimentarios, y otros subsidios que no sean en dinero efectivo”.
La medición suplementaria de la pobreza del gobierno sigue siendo controvertida, y algunos dirigentes en ambos extremos del espectro político instan al Congreso y al gobierno a no adoptar la nueva fórmula a fin de asignar financiamiento federal o determinar la elegibilidad individual en un futuro cercano.
Si se utilizara para desglosar los subsidios federales a los Estados, podría cambiar radicalmente la cantidad de dinero recibida por cada Estado. Es razonable, por ejemplo, que a una familia de cuatro que trate de vivir con 22.000 dólares le sería más fácil hacerlo en Alabama rural que en Massachusetts suburbano. Y si la nueva medición se utilizara para establecer la elegibilidad individual para programas de la red de seguridad social, algunos temen que los actuales receptores serían descalificados si se contaran todas sus prestaciones federales y estatales.
Para el gobierno de Obama, la actual medición de la Oficina del Censo es problemática porque no mostrará los beneficios de por lo menos 100.000 millones de dólares en dinero de estímulo gastados en 2009 para familias de pocos recursos. Aún así, a medida que se vayan eliminando esos subsidios directos y otros fondos federales para la creación de empleos, sus propugnadores esperan que la tasa de pobreza vuelva a aumentar el próximo año, cuando hayan aparecido los datos del año 2010.
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