La dictadura castrista reconoce su ineficiencia
Los miles de cubanos que perderán sus empleos serán reorientados hacia
la actividad privada, algo inexistente y que requiere una
infraestructura con la que no cuenta el país
Félix Luis Viera, México DF | 16/09/2010
La reciente disposición de la dictadura cubana de dejar sin empleo a más
de medio millón de trabajadores —lo que representa un sexto de la
población laboral activa del país vinculada al Estado— es, hasta hoy, el
mayor reconocimiento público de la incapacidad que siempre ha permeado
al sistema político impuesto a los cubanos. Como es de esperar en estos
casos, no fue Raúl Castro ni el llamado Consejo de Estado quien dio la
noticia, sino la Central de Trabajadores de Cuba (CTC, sindicato único
que no agrupa, sino que sojuzga a la fuerza laboral de la Isla); una
manera de evadir la responsabilidad y darle un tinte patriótico y de
"masas" a la situación.
Se sabe que lo que gana un profesional en Cuba no va más allá de los 26
dólares mensuales. Pero la vinculación a una empresa, una tienda, una
industria, y aun a una institución de servicios, es la que permite el
robo hormiga que a su vez nutre la amplia red de mercado negro —que
incluye la reventa de bienes abstractos— causante de que el cubano de a
pie se mantenga en condición de subsistencia. Ahora, más de medio millón
de isleños quedarán sin empleos y, entre otras consecuencias, el mercado
clandestino "subirá" sus precios hasta niveles prohibitivos.
El comunicado de la CTC anuncia que el proceso de desactivación de los
trabajadores comenzará de inmediato y debe estar concluido en el primer
trimestre de 2011. Los trabajadores que sean "escogidos" para perder el
empleo serán reorientados en mayoría hacia la actividad privada. Es
decir, serán reorientados hacia algo inexistente y que requiere una
infraestructura con la que no cuenta el país, cuyo establecimiento
necesitaría tiempo y recursos para su creación.
La determinación de quienes se quedan "fuera" y quienes no dependerá de
los estudios que al respecto realicen la CTC y el Partido Comunista de
Cuba, desde arriba hasta abajo. No hay que ser un genio para dictaminar
que, debido a la cantidad de trabajadores que está en juego y a la
diversidad de las actividades fundamentales de cada sector, la decisión
justa brillará por su ausencia y el "sociolismo" encontrará un buen
pasto para recrecer.
Según la CTC, las plazas imprescindibles, en el sector estatal, son
aquellas que se relacionan con la educación, la policía, agricultura,
construcción y otras de este corte. No se menciona la cultura.
Dice la CTC que estas medidas son necesarias para consolidar los 52 años
de victoriosa existencia de la revolución cubana. Así, será revitalizado
el principio de distribución socialista: se reducirán los gastos
sociales, se eliminarán gratuidades indebidas y subsidios excesivos,
además del estudio como fuente de empleo y la jubilación anticipada.
Otros cambios de naturaleza semejante son que "Todo este proceso se
efectuará sobre bases y normas nuevas y se modificará el actual
tratamiento laboral y salarial para [los trabajadores] disponibles e
interruptos, pues ya no será posible aplicar la fórmula de proteger o
subsidiar salarialmente de forma indefinida a los trabajadores" (las
cursivas son mías). Sin comentarios.
Pero hay más buenas noticias para la consolidación de la revolución
socialista: "el exceso de plazas sobrepasa el millón de personas en los
sectores presupuestado y empresarial", anuncia el comunicado. De modo
que debemos esperar una segunda vuelta.
"Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil
cubanos que están sin trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin
tener que emigrar de su patria en busca de sustento". Este enunciado
corresponde a La historia me absolverá, la autodefensa de Fidel Castro
en el juicio por el asalto al cuartel Moncada y considerado el documento
guía de la revolución cubana.
Félix Luis Viera es poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara,
Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado, entre otros libros, las
novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC
1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás
comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo
herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la noveleta
Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997.
Reediciones 2003 y 2005).
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