Tuesday, 19 October 2010 21:37 Paul Craig Roberts
Por Paul Craig Roberts
Tomado del Instituto de Investigaciones de Tendencias
Los decisores de la política concuerdan en que el gasto de los consumidores impulsa la economía norteamericana. Sin embargo, los mismos decisores de política, cuando se les confronta con una economía que no se está recuperando, parecen incapaces de fijar su atención en la incapacidad de los consumidores para gastar.
¿Cuándo los decisores de política llegarán a considerar el impacto devastador de las tasas de interés casi en cero sobre el poder de compra de los jubilados y de las personas dependientes de ingresos por inversiones? Con las políticas federales que les niegan ingresos por intereses, los jubilados norteamericanos actualmente están obligados a gastar sus ahorros. A medida que disminuye su capital, también disminuye la perspectiva de futuros ingresos.
Ahora Washington ha multiplicado esta erosión de demanda del consumidor al negar a los beneficiarios de la Seguridad Social, por segundo año consecutivo, un ajuste del costo de vida (COLA). Según la medición de inflación recientemente adoptada durante la administración Clinton, la economía norteamericana ha experimentado un segundo año de no inflación o de insuficiente inflación como para hacer un ajuste del costo de la vida.
Según la administración de la Seguridad Social, la Seguridad Social es la fuente primaria de ingresos para el 64% de los jubilados y comprende el 90% del ingreso de una tercera parte de todos los retirados. El Centro Nacional para el Análisis de Políticas estima que la Seguridad Social representa casi todo el consumo discrecional de los hogares con modestos ingresos pre-jubilación (menos de $50 000 al año para parejas o de $25 000 para una sola persona) y es igual a alrededor de la tercera parte del consumo de los hogares de mayores ingresos (parejas con ingresos pre-jubilación de $600 000 y de solteros con $250 000). No es de extrañar que la demanda del consumidor esté colapsando.
A los jubilados de la Seguridad Social se les niega el ajuste del costo de vida, debido al Índice de Precio del Consumidor (CPI) reconfigurado, introducido por la Comisión Boskin, conocida formalmente como la Comisión Asesora para Estudiar el Índice de Precio del Consumidor. La Comisión Boskin decidió que la manera tradicional de medir el CPI exageraba la importancia de la inflación y de esa manera compensaba excesivamente a los jubilados de la Seguridad Social y aumentaba el déficit del presupuesto de EE.UU.
La forma tradicional de medir el CPI medía los valores ponderados de una canasta fija de artículos. De esa manera, el CPI era comparable de un año a otro.
La nueva manera de medir la inflación reemplaza la canasta fija de artículos de mercado con una canasta cambiante al introducir el principio de sustitución. Por ejemplo, si el precio del solomillo aumenta, el nuevo CPI lo sustituye por un corte de carne más barato, como boliche. Si la hamburguesa de solomillo molido sube de precio, el CPI lo sustituye por cogote molido. Si sube el precio del cogote molido, el CPI agrega recortería.
Este cambio tiene algún sentido, ya que los consumidores que siguen un presupuesto sustituyen los artículos que se vuelven demasiado caros por otros más baratos. Pero como resultado, el CPI ya no mide un nivel constante de vida. Es más, el principio de sustitución garantiza un nivel de vida en declinación. La fórmula CPI COLA para la Seguridad Social no permite a los jubilados mantener un nivel de vida consistente.
Para un estimado de cuánto afecta a los jubilados de la Seguridad Social el CPI de la Comisión Boskin, establecido en 1996, considérense la medición de inflación suministrada por el experto en estadística John Williams (shadowstats.com), quien continúa calculando el CPI según las metodologías utilizadas en 1990 y 1980.William reporta que la actual tasa de inflación es de 4,5 %, según la metodología de 1990, y de 8,5 según la de 1980. Cualquiera que haya estado comprando alimentos y bebidas sabe que las mediciones de Williams están mucho más cerca de la realidad que el nuevo CPI.
Se esperaba que el cambio del CPI ahorraría $148 mil millones entre 1996 y 2006, una suma que ha sido derrochada muchas veces en el rescate de los bancos y en las invasiones de Irak y Afganistán. Solamente el rescate bancario del secretario del Tesoro Hank Paulson fue cinco veces mayor que los ahorros proyectados para cinco años debido al timo a los jubilados de la Seguridad Social.
Según el economista Joseph Siglita y la experta en presupuestos Lina Bilmes, el costo de la guerra de Irak para los norteamericanos fue 20 veces mayor que el de los “ahorros” realizados por haber estafado durante una década a los beneficiarios de la Seguridad Social. El costo de la guerra afgana, ahora en su décimo año, promete ser aún mayor.
De esta manera, el gobierno de EE.UU. ha dejado bien en claro que los jubilados no cuentan para nada en comparación con los intereses de los grandes bancos y del complejo militar/ seguridad, los cuales están recibiendo ganancias récords mientras los jubilados se hunden en la pobreza. Reuters reportó el 12 de octubre que las tres docenas de bancos principales y corredores de bolsa pagarán este año una cifra récord de $144 mil millones en salarios y regalías. Los empleados de tan solo 36 instituciones financieras recibirán una paga anual igual a la suma robada a los jubilados de la Seguridad Social durante los diez años del CPI reconfigurado, diseñado para minimizar el ajuste del costo de vida.
Estos hechos evidentes dejan en claro qué intereses representa realmente el gobierno de EE.UU.
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