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General: El imperio y las drogas .-
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 27/10/2010 12:42 |
Mas que risa me dá rabia con la política en EEUU en el asunto de las drogas .- Se pretende ahora legalizar en California la producción , el tráfico , la comercialización y el consumo de la marihuana haciendo tabula rasa de todo lo sufrido en los paises latinoamericanos para combatir este inhumano fenómeno que destruye al individuo, la familia y las sociedades todas .Siempre pensé que lo que le molestaba al imperio era que a cambio de la droga salían de USA ingentes cantidades de dóllares que iban a beneficiar a otras economías ... sobre todo las de latinoamérica ...y hoy me doy cuenta de que por ahí era la cosa .- Me preguntaba a menudo como era posible que luego de que en mi patria Colombia poníamos los muertos para combatir tan gravísimo flagelo ... los delincuentes capturados iban a parar a usa ... donde se les incautaban sus bienes cuando éstos ( millones y millones de dóllares y propiedades de todo tipo ) han debido quedarse para mitigar los gastos invertidos en su combate y en las secuelas de violencia , desplazamientos , hambre , horfandad etc etc .- Y algo más.. nunca supe que se hubiera capturado a algún capo mafioso narcotraficante norteamericano allá .. De aprobarse la legalización de la droga en EEUU todo lo que se hizo fué inútil y todo no pasará de ser una burla a estos paises que creyeron que el imperio alguna vez jugaba limpio .- Debemos seguir pendientes de esta posible infamia .- Rubén . |
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Rubén, hay un escritor mexicano que dice que los peces gordos que trafican droga en la USA están dentro de la Casa Blanca y el mismo Pentágono. ¡Bueno de está manera tan clara no lo dice, pero eso quiere aludir!
Y si analizamos la situación tiene lógica, no. Así, uno de los hombres más Ricos de México, es un capo de la droga, empero, nadie lo puede capturar porque la misma policía lo protege. No obstante, nadie sabe quienes son los grandes mayoristas (Peces Gordos) dentro de la USA EL Marcado mundial más grande de la Droga.
Todo Mundo sabe que México, es el mayor puente principal, y el menor productor de Drogas, y Colombia es el Mayor productor del mundo, sobre todo de Cocaína. Pero los EEUU es el Mayor consumidor de Droga del Mundo. Entonces, donde están los gigantes distribuidores dentro de los EEUU.
¿Será la Mafia cubana en Miami? |
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Hacia una legalización de las drogas
Photo: D.R. 2002 Maria BoteyUna plática con Gustavo de Greiff
Por Maria Botey Pascual Por Esto!
14 de noviembre 2002
La única vía para acabar con el narcotráfico es la legalización de las drogas, es decir, la regularización de su producción y comercio. Esa es la tesis que desde casi diez años mantiene Gustavo de Greiff, ex Fiscal General de la Nación en Colombia y ex embajador del mismo país en México, quien asegura que la legalización no tiene por qué producir un aumento del consumo de drogas y en cambio sí terminaría con la violencia, la corrupción y la desestructuración progresiva de la sociedad que el narcotráfico trae consigo.
Según de Greiff es justamente la prohibición de las drogas – una política que comenzó a desarrollarse con fuerza en los años 70 bajo el gobierno del presidente Nixon ante la violencia callejera provocada por la competencia entre organizaciones por los mercados de consumidores – lo que provoca esta violencia, así como que su comercio, por el riesgo que conlleva al ser ilegal, produzca enormes ganancias para los narcotraficantes y las autoridades corruptas, negocio que difícilmente va a detenerse mientras existan los consumidores.
Investigador del Colegio de México en la actualidad, el ex Fiscal General de Colombia explicó en entrevista para el diario Por Esto! que fue mientras ejercía este cargo que se dio cuenta de la inutilidad de la lucha contra el narcotráfico: “La policía arrestaba narcotraficantes, desmembraba cárteles, confiscaba propiedades, destruía laboratorios, interceptaba cargamentos de droga y, a pesar de todo ello, nada ocurría en el panorama general del combate contra la droga, porque ésta seguía llegando a los mercados consumidores, entre ellos el más importante, el norteamericano. El negocio es tan próspero que desintegrado un cártel enseguida otros narcotraficantes pasan a cubrir el espacio liberado en el mercado”.
De Greiff se basa en estudios de la Oficina de Control de Droga dependiente de la Casa Blanca para matizar que aunque el negocio de la droga es gigantesco, no llega a los 500 mil millones de dólares como se ha asegurado para justificar la política antidroga, sino que son unos 57 mil millones anuales lo que se gastan los consumidores americanos en drogas ilícitas o en drogas lícitas usadas ilícitamente. Producir un kilo de cocaína y transportarlo hasta Estados Unidos implica una inversión de 2 mil 500 dólares; luego el mayorista norteamericano lo mezcla con otras sustancias como talco o harina para aumentar su rendimiento y se distribuye en la calle por un valor de 20 hasta 30 mil dólares, o sea unos beneficios enormes que, sin embargo, quedan mayormente en Estados Unidos, recibiendo los países latinoamericanos implicados una parte menor de los 57 mil millones, según mencionó.
Además de la violencia en las calles y la desintegración del tejido social, el narcotráfico provoca el enriquecimiento desmedido de los traficantes y también de los corruptos, destacó. ”Por ser un negocio prohibido no puede tener éxito sin la colaboración de autoridades que cierren los ojos ante el transporte o venta de droga a cambio de dinero o favores tanto en los países productores como en los consumidores, una corrupción que alcanza a individuos de todos los niveles de autoridad, desde la policía, los controles aduaneros, las organizaciones de inteligencia, los aeropuertos, los operadores de puertos marítimos y por supuesto los políticos”, comentó, y añadió que además ha sido utilizado para la compra de armas que benefician a los grupos violentos que actúan en los países de este hemisferio.
De Greiff señaló la importancia de que la legalización del comercio, transporte y comercialización de la droga, para que el negocio deje de ser monstruosamente obsceno y se convierta en un negocio ordinario, que además produzca impuestos que puedan ser invertidos para el bien de la sociedad. Destacó asimismo los miles de millones que se gastan anualmente en la represión del narcotráfico, que podrían dedicarse a otros rubros. Y es que si en los últimos diez años el consumo en Estados Unidos ha permanecido más o menos estable, en el mismo periodo el presupuesto norteamericano para el combate de la droga ha pasado de mil millones a 17 mil millones y medio de dólares (o 18-19 que se piden para el 2003), lo que demuestra que la guerra contra el narcotráfico no es en ningún modo efectiva, asentó.
El miedo a la legalización
El doctor en Jurisprudencia y ex embajador de Colombia en México indicó que uno de las grandes dificultades para conseguir la legalización es el miedo de la población a que la droga pueda conseguirse más fácilmente y aumente el número de usuarios. Sin embargo el hecho es que aún siendo prohibida, la droga está a mano de todo individuo que la desee en cualquier ciudad de este continente, remarcó. “La droga ya está en todas partes sólo que por ser prohibida, pequeños consumidores que deberían ser tratados como enfermos, van a la cárcel (“lo que es una canallada, ya que nadie se rehabilita en la cárcel”), y la calidad del producto está deteriorada de tal forma que los elementos utilizados para adulterarla (y así aumentar su volumen e incrementar los beneficios) llegan a provocar mayores daños en el consumidor que si fuera pura, como se ha demostrado médicamente en varias ocasiones”.
En este sentido, De Greiff puso el ejemplo de la legalización del alcohol en Estados Unidos, que terminó con el negocio de las grandes mafias implicadas en el negocio y no produjo un aumento en el consumo; “si acaso el consumo aumentó más adelante con los problemas psicológicos derivados de la Segunda Guerra Mundial”, sugirió.
Para apoyar su tesis citó asimismo el estudio llevado a cabo en 1994 por el Colegio de Abogados de Nueva York llamado “Una vía más sabia, terminar con la prohibición”, en el que un comité de expertos (políticos, economistas, sociólogos, médicos, químicos) después de analizar la supuesta evolución del consumo en un ambiente de legalización, llegaron a la conclusión que la regularización de la producción y comercio de droga no incrementaría de manera notable el consumo, siempre y cuando la legalización se acompañara de tratamiento médico a los adictos y de campañas educativas inteligentes y honestas para disuadir del uso de drogas, “y no campañas estúpidas y engañosas como muchas de las actuales, que dicen que si fumas un poco de marihuana o pruebas dos o tres veces cocaína te vuelves adicto, ya que luego los jóvenes comprueban que no es verdad, concluyen que todo lo que se les cuenta al respecto es mentira y deciden seguir consumiendo”, comentó De Greiff. Y exhibió el ejemplo del tabaco, que a pesar de producir tanta o más adicción que la cocaína o marihuana según los científicos, ha conseguido reducirse sustancialmente su consumo a base de campañas informativas y sin provocar los daños de la prohibición, “que traería consigo también la formación de bandas de tráfico ilegal de tabaco, violencia y corrupción”.
La farsa de la guerra de la droga
Otra de las dificultades para la legalización de las drogas son todos los individuos que están implicados en la corrupción, sostuvo De Greiff, “que como se ha dicho están en todas las corporaciones implicadas en la represión y vigilancia, así como políticos: unos porque se les acabaría el trabajo y otros porque dejarían de recibir los beneficios del narcotráfico a través de los sobornos, o sea que se les acabaría el negocio”.
De ese modo citó ejemplos que han salido a la luz pública, de policías que interceptan droga pero sólo declaran la mitad y el resto la venden, casos en que se decomisan cargamentos para liberar otras rutas por las que están pasando mayores cantidades, agentes de la DEA que denuncian lavadores de dólares mientras protegen a otros que practican la misma actividad, o políticos que se escandalizan del consumo de droga en lo moral y prometen combatir el narcotráfico públicamente, mientras reciben beneficios de la corrupción o incluso ellos mismos son consumidores.
De Greiff mencionó asimismo el juego político que subyace bajo las detenciones de narcotraficantes o bajo los aseguramientos de cargamentos ilegales, que los gobiernos a veces utilizan para publicitar sus propios éxitos en el combate contra la droga y seguir justificando la política represiva al respecto, “cuando en realidad no existe tal éxito aunque apresen más y más narcotraficantes, ya que la droga sigue fluyendo en las mismas cantidades a los mercados de consumidores”.
Pero el gobierno más interesado y beneficiado por la política de la guerra contra la droga y que es al mismo tiempo su gran promotor, aseguró, es el gobierno estadounidense, que ha utilizado está política para mantener subyugados a los países de América Latina, por un lado con la cuestión de la descertificación (“con la que los amenazó en múltiples ocasiones en caso de no cumplir con las condiciones que les imponen, aunque no tengan que ver con la droga, como fue el caso en 1995 cuando el embajador de Estados Unidos condicionó la certificación de Colombia a la modificación del convenio bananero con Europa”) y por otro con un intervencionismo político y militar cada vez más evidente que pretende mantener el dominio y proteger el abasto de materias primas baratas para la Unión Americana.
Políticos, medios de comunicación y legalización
Recordándole que en varias ocasiones distintos políticos a lo largo del continente se han pronunciado a favor de la legalización (incluso el presidente Vicente Fox una vez expresó públicamente la necesidad de que algún día se legalizaran las drogas), el ex Fiscal General de Colombia comentó que la mayoría de los políticos de Latinoamérica están convencidos de que el combate contra la droga es una farsa o es inútil: “Yo converso con muchos políticos y muchos me dicen que tengo razón, que esa es la única solución, pero que no se atreven a decirlo públicamente porque serían acusados de contactos con el narcotráfico, como me ocurrió a mí”.
Cuestionado acerca de la posibilidad de que los políticos se decidan a tomar cartas en el asunto y promover lo que ven como necesario – la legalización -, De Greiff señaló que “lo que se necesita es valentía y desgraciadamente hay pocos valientes en el mundo, pero si la hubiera y sobretodo si varios países de Latinoamérica se plantaran unidos ante la farsa, sin miedo a las represalias económicas de Estados Unidos, otro gallo cantaría”. Y concretando sugirió que una forma de presionar a los políticos sería mostrando a la opinión pública el fracaso de la política antidroga represiva, “entonces el político va a tener miedo de afiliarse a una política fracasada, el político honesto o al menos el utilitarista. Al deshonesto hay que terminarle el negocio y eso es posible con la legalización”.
Y es que otro de los problemas que enfrenta la propuesta de la legalización, continuó, son las grandes campañas de desinformación promovidas sobretodo por parte del más interesado, el gobierno norteamericano, en un juego en el que participan los periodistas pagados (con dinero o con información) para afirmar una y otra vez que la única solución al asunto del narcotráfico es la represión y que si se legalizaran las drogas el consumo aumentaría. “Así se entiende que incluso en Colombia, con todos los males que ha ocasionado la producción y comercialización de la droga, en una encuesta reciente sólo un 36% de la población se declaró a favor de la legalización, y eso porque les da miedo una extensión del problema de las drogas”, ilustró.
Por esta razón, insistió, es necesario seguir educando a la población, mostrarle a la gente las mentiras que se dicen sobre la guerra contra la droga, mostrarle que no es cierto que se esté acabando con el narcotráfico a pesar de las continuas detenciones y decomisos, que no es cierto que la represión sea benéfica, mostrarles que la corrupción sigue extendiéndose y que la droga sigue fluyendo y está al abasto de cualquiera que la desee a pesar de la prohibición, y enseñando que para evitar el consumo son necesarias las campañas informativas para que la gente se cuide de la droga, mientras al adicto debe ofrecérsele la oportunidad de recurrir a un centro de salud y no la cárcel, ya que se ha demostrado que un tratamiento seguido de forma científica sí tiene posibilidades de éxito, aseveró.
Despenalización y beneficios de la legalización
Gustavo de Greiff apuntó que a pesar de los obstáculos que se interponen en el camino de la legalización – “puede que yo no lo vea porque ya tengo muchos años (es nacido en 1929), pero sé que algún día se legalizarán las drogas y se demostrará que teníamos razón” -, existen en el mundo signos alentadores como la experiencia de despenalización de Holanda, la de Inglaterra, la reciente de Portugal, la despenalización de la marihuana en varios estados de la Unión Americana y voces de varias partes del planeta que claman ya por un cambio de estrategia en relación a las drogas.
Sin embargo precisó que la despenalización no es suficiente, ya que sólo evita que los consumidores vayan a la cárcel o que los vendedores encuentren un consumidor más tranquilo, pero no termina con narcotráfico ni con la corrupción actual de las autoridades, que se enriquecen de forma alarmante mientras los que sufren son los consumidores y la población en general.
La solución del problema del narcotráfico es la legalización de las drogas, reiteró, y especificó que legalización no tiene porqué significar venta abierta, sino regularización del negocio, de la producción, transporte y comercialización, con permisos para cada actividad, control de la calidad del producto para que no sea adulterado y precisiones legales como no venderla cerca de las instituciones educativas, no publicitarla en los medios de comunicación, etc, siempre con el acompañamiento de campañas de prevención al consumo abusivo y de tratamiento médico a los adictos.
De Greiff concluyó que de ese modo se destruiría el negocio a los narcotraficantes, se acabaría con la corrupción y la violencia criminal que la actividad ilícita conlleva, se evitaría el uso del dinero de la droga para la compra de armas, o que Estados Unidos utilice la política antidroga para mantener a Latinoamerica subyugada. “Claro que además de la presión económica directa, actualmente el gobierno de Washington cuenta con nuevas pretextos para ello….”, ironizó.
http://www.narconews.com/Issue25/articulo537.html
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La legalización de las drogas
La legalización de las drogas --un tema que hasta ahora había sido apoyado principalmente por grupos marginales-- está ganando cada vez más adeptos en el centro del espectro político latinoamericano.
La sorprendente declaración del ex presidente mexicano Vicente Fox en apoyo de la legalización de ``la producción, la venta y la distribución'' de drogas fue motivo de titulares en todo el mundo.
Fox, que fue un estrecho aliado de Estados Unidos durante su gobierno y que pertenece al mismo partido político de centroderecha que el actual presidente Felipe Calderón, sacudió la escena política mexicana al criticar indirectamente los fundamentos de la ofensiva militar de Calderón al narcotráfico, que ha dejado un saldo de 28,000 muertes desde el 2006.
Calderón respondió inmediatamente afirmando que ``no estoy de acuerdo con la legalización'', aunque ha abierto un diálogo con los partidos políticos para debatir el futuro de las políticas antidrogas de su país. El Partido Revolucionario Democrático, de centroizquierda, anunció que apoyará la ``legalización fáctica'' de las drogas.
La declaración de Fox, publicada el 7 de agosto en su blog, fue mucho más lejos que una declaración conjunta realizada en el 2009 por los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Ernesto Zedillo, de México, y César Gaviria, de Colombia. En esa declaración, los tres ex presidentes cuestionaban la eficacia de la guerra de Estados Unidos contra las drogas, y proponían la descriminalización de la posesión de marihuana para uso personal.
Mientras que los tres ex presidentes de centro habían propuesto solamente la descriminalización de la marihuana, que implica no enjuiciar a quienes consumen esa droga, Fox abogó por la legalización de todas las drogas, algo que permitiría que empresas privadas las produjeran, distribuyeran y vendieran de manera legal.
En una extensa entrevista, Fox me dijo que está haciendo su propuesta porque la violencia relacionada con las drogas ha alcanzado niveles intolerables, y porque la experiencia de otros países como Holanda ha demostrado que permitir la venta de drogas no ha producido un aumento significativo del consumo.
``Toda prohibición difícilmente funciona'', me dijo Fox. ``La prohibición del alcohol en Estados Unidos, en Chicago [en la década de 1920] nunca funcionó. Además, provocó violencia, criminalidad, hasta que se suspendió''.
Considerando que la posesión de pequeñas cantidades de marihuana ya ha sido descriminalizada en México, ahora es necesario dar nuevos pasos, como legalizar la producción de drogas y utilizar los impuestos que eso genere para financiar programas de educación y prevención antidrogas, señaló.
``Lo que estoy proponiendo es que se legalice, para que en lugar de que los criminales manejen este negocio, lo manejen empresarios, gente de orden, gente que estará registrada en la Secretaría de Hacienda, que pagará impuestos y que generará empleos'', me dijo Fox.
Fox pidió revertir la decisión de Calderón de sacar el ejército a las calles para combatir los carteles porque ``el ejército no está preparado para hacer labores de policía. Vemos que día a día se está desgastando la imagen del ejército en México''.
¿Por qué no planteó esta propuesta cuando era presidente?, le pregunté. Fox respondió que la legalización se discutió en reuniones de gabinete durante su presidencia, pero que la urgencia de esa medida ha aumentado desde entonces debido ``al costo extraordinario que estamos pagando en la reducción de turismo, la reducción de inversiones y la falta de atención a la educación y la salud''.
¿Qué dice Washington a todo esto? El zar antidrogas de la Casa blanca, R. Gil Kerlikowske, me dijo en una entrevista separada que la legalización de las drogas es un tema fuera de discusión en el gobierno del presidente Obama.
Kerlikowske rebatió la idea de que la prohibición del alcohol aumentó la criminalidad en Estados Unidos en la década de 1920, argumentando que en esa época no existían estadísticas confiables sobre los niveles de criminalidad.
Y rechazó la idea de que no ha habido un aumento del consumo de drogas en Holanda. ``En Holanda, el consumo aumentó. De hecho, Holanda ha estado cerrando cientos de los bares de marihuana que existían, debido a los problemas que generan'', dijo.
Mi opinión: no estoy seguro de que una legalización generalizada de las drogas sea una solución, porque dejar que el Estado regule esta megaindustria en países con gran corrupción podría producir una corrupción oficial aún mayor. Por otra parte, también es cierto que después de cuatro años de la guerra contra el narcotráfico en México, los carteles están exportando más drogas, matando más gente y volviéndose más ricos.
Tal vez sea necesario adoptar una política gradual, que empiece por un debate serio sobre la posibilidad de aprobar leyes que regulen la producción legal de marihuana, simultáneamente con una masiva campaña educativa para desalentar su consumo.
Entonces, podríamos comprobar quién tiene razón, cuál es el resultado de este experimento en Latinoamérica, y decidir qué hacer a continuación.
http://www.elnuevoherald.com/2010/08/12/v-fullstory/781649/la-legalizacion-de-las-drogas.html |
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Olga Rodríguez
Periodismo humano
Cada vez mueren más civiles en las guerras y menos militares. El contraste entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial es sobrecogedor: solamente el 5% de las víctimas de la Primera eran civiles; en la Segunda, el porcentaje se elevó hasta el 66%. Y en la actualidad la proporción de víctimas civiles de cualquier guerra se sitúa entre el 80 y 90% del total, según los datos que el historiador británico Eric Hobsbawn ofrece en su libro “ Guerra y paz en el siglo XXI”.
Irak es buen ejemplo de ello. Por si alguien tenía aún dudas, Wikileaks ha revelado el modus operandi de las tropas estadounidenses en Irak.
Con la salida a la luz de los documentos filtrados por Wikileaks sabemos que el Pentágono ocultó cifras de muertos civiles, que las tropas estadounidenses siguieron permitiendo torturas y abusos hasta 2009 o que mataron a 681 civiles solo en los controles de seguridad.
Es intolerable que las potencias actúen movidas por el principio del intercambio: unas cuantas muertes a causa de la victoria. Resulta infame y escalofriante esa operación de contabilidad que da la espalda a un principio moralmente real: que el dolor es absolutamente irreparable. Lo explica muy bien Rafael Sánchez Ferlosio en su libro “Sobre la guerra”. Nadie gana si la muerte vence. Y eso ocurre en las guerras. La muerte, la destrucción, el agotamiento moral y psicológico, arrasan a generaciones enteras.
La guerra, se haga en nombre de lo se haga, pisotea a los seres humanos y convierte a algunos en monstruos capaces de dar la vuelta a la realidad, como ha hecho el Pentágono, empeñado en demonizar y criminalizar a Wikileaks.
“Tengo la firme convicción de que debemos condenar en los términos más claros posibles la difusión de cualquier información, por parte de individuos u organizaciones, que ponga en peligro la vida de los soldados o civiles de Estados Unidos y de sus aliados”, ha declarado la Secretaria de Estado Hillary Clinton.
Lo absolutamente preocupante es que este mensaje cale en la sociedad y que sean muchos los ciudadanos que, como obedientes y fieles servidores de Washington, se preocupen más por el hipotético riesgo del que habla Clinton que por las decenas de miles de iraquíes civiles muertos o torturados en Irak.
El Pentágono califica de ilegítima la publicación de Wikileaks que prueba sus actuaciones criminales. Y sin embargo tiene la desfachatez de considerar legítimo ocultar la verdad al mundo, cuando esta verdad contiene crímenes. De este modo Washington pone en riesgo la base del periodismo: la de la información real como bien público por encima de intereses particulares, como pilar básico de las sociedades libres y democráticas.
Algo pasa en el planeta y en las redacciones de buena parte de los medios de comunicación, capaces de guiarse y de creer al Pentágono hasta el punto de repetir textualmente el contenido de sus notas de prensa.
Algo pasa cuando muchos no dudan de las afirmaciones del Ejército estadounidense pero sí de las del fundador de Wikileaks, Julian Assange, que no ha matado a nadie, y menos a nadie inocente.
Siguiendo esta dinámica no faltará mucho para que creamos que si matan a siete de los nuestros es por una razón de peso; que si asesinan a quince es porque algo habrían hecho mal; que si acaban con otros veinte es por nuestro propio bien.
El periodismo de investigación, ahora más que nunca, es necesario. Como decía Albert Camus, hay épocas en las que toda indiferencia es criminal.
Si a alguien le cabe alguna duda, quizá pueda disiparla viendo, si es que aún no lo ha hecho, el vídeo que muestra la masacre de doce civiles iraquíes, entre ellos dos periodistas, por parte del Ejército estadounidense. En la misma operación dos niños resultaron heridos. Los propios militares estadounidenses que les dispararon se negaron a socorrerlos.
Tras la difusión pública de ese vídeo no se organizaron cumbres internacionales para pedir perdón, asumir responsabilidades, crear tribunales especiales, reprogramar las conductas de las potencias bélicas ni para tumbar a sus dirigentes en el diván de un psicoanalista.
Ahora, con la publicación de nuevos documentos sobre Irak, los líderes de los países involucrados tienen una oportunidad de entonar el mea culpa. Pero como es muy probable que eso no ocurra, será fundamental el papel que desempeñen las organizaciones no gubernamentales, instituciones, jueces y sociedad civil en general con el objetivo de que los crímenes cometidos en Irak no queden impunes. Porque solo la Justicia puede garantizar que la historia no se repita"
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