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General: Cristóbal Amaya Flores "Si yo he salido de las drogras, cualquiera puede"
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: JsalgueroD  (Mensaje original) Enviado: 31/10/2010 20:06


Cristóbal Amaya Flores



“Cuando la juventud crece en un ambiente no correcto es arrastrada por cualquier tipo de viento o de aire. Las drogas te hacen sentir estar bien al principio, pero es una mentira y un engaño, porque el fin siempre es el mismo -la muerte-”


“El que necesite ayude, se puede acercar cada jueves a las 20,30 horas y los domingos a las 19,00 horas por nuestra Iglesia Esperanza de Vida sita en la calle Castilla de La Línea de la Concepción”


“Si yo he salido de las drogas,cualquier persona puede salir de una forma totalmente gratis”


“Para mi es un privilegio contar mi vida para de alguna forma
poder ayudar a la juventud”


“No me avergüenzo hablar de mi vida y de Dios porque ha transformado y sigue transformando mi vida”


“La luz me llegó cuando le dije a mi madre que se prepara que me iba a suicidar, porque yo creía que de esa forma me iba a liberar e íbamos a descansar todo el mundo”


“Cristo me liberó no sólo de las drogas sino de muchos complejos y temores que tenía en la vida”


“Lo que me mueve a ayudar a las personas, es el amor que Dios ha derramado en mi corazón”





José Salguero Duarte
Domingo 31 octubre 2010
Diario Área
http://salgueroduarte.artelista.com/

http://josesalguerod.blogspot.com/

He entrevistado a numerosos personajes de todas las esferas y status sociales. Pero las entrevistas que más me llegan al alma, son estas por el gran ejemplo hacia la sociedad de los entrevistados. Cristóbal a través de la palabra de Jesucristo está lleno de luz, de bien y de esperanza. Y altruistamente en sus ratos libres ayuda a las personas a salir de las drogas.



-¿Dónde nació?
-Nací en el año 1976 en La Línea de la Concepción en los pisos de San Bernardo. Estuve estudiado en el Antonio Machado. Crecí en una familia un poco desordenada y sin estructura, porque mi padre estuvo enganchado a la droga. Y aunque fue un hombre que siempre luchó para que no nos faltara la comida, nunca supo transmitirnos lo que realmente un niño necesitaba. Y al no tener ese cariño nunca tuve una imagen de padre con él.

-¿Cómo le afectó ese entorno?
-El colegio me gustaba, pero a raíz de la forma de criarme mi padre, crecí con muy poco carácter y nunca conseguí lo que quería mi corazón, que era hacer una carrera y el poderme superar cada día. Fallé y fue una frustración el no haber podido estudiar. Llegué hasta octavo y me quedaron algunas asignaturas, porque a los once años ya empecé con unas amistades a fumar porros.

-¿Complicada situación?
-Mi padre murió cuando yo tenía trece años y ya me había castigado muchas veces por eso y porque yo ya llegaba borracho a mi casa. Comencé a tener como líder a personas de la calle en los que me fijaba para imitarlos. Eso me llevó a desviarme de mis pensamientos y mis sueños cambiaron para mal. A los catorce años comencé a consumir éxtasis, anfetaminas, spit, tripis, cocaína… Y con tal de conseguir la moto que yo quería para poder moverme para estar al nivel de mis amigos mayores, le prometí a mi madre que me iba a sacar el graduado en el instituto.

-¿Estudió?
-Lo más fácil en el instituto era estudiar hostelería porque me gustaba. Estuve unos tres años en la escuela de San Roque y no conseguí terminar porque por mi mal comportamiento me tuve que marchar. A partir de ahí intentaba trabajar pero mi forma de vida no era la correcta, al meterme más a fondo en el tema de la cocaína.

-He oído muchísimas veces que el fumar porros no te lleva a otras sustancias, ¿es así?
-Si le soy sincero, no soy el que piensa que el porro te hace pasar a otras clases de drogas. Pero si le puedo asegurar que el porro te hace moverte en un ambiente, en el que hay personas que consumen otros tipos de drogas. Y ese ambiente te anima y te empuja a que de alguna forma las pruebe. Los comentarios que se escuchan en esas reuniones, es lo bien que te encuentras cuando te has tomado cuánto de esto o de aquello. Y de lo bien que se pasa si se pudo consumir un gramo más…

-¿Peligroso ambiente?
-Cuando la juventud crece sin carácter ninguno en ese ambiente como está pasando actualmente, creo que la sociedad está totalmente equivocada en el aspecto de educar a los niños, en el sentido de pensar –todo lo que yo no pude tener se lo voy a dar a mis hijos--. Eso es un error bastante grande por parte de los padres, por la forma que yo he vivido y he experimentado. Porque los niños deben saber sentir la necesidad y comprender no tener una cosa y quedarse tan tranquilos.

-¿Mala cosa si se le da todo a los hijos?
-Me meto en el saco porque yo soy padre. Los niños crecen actualmente de tal forma que no resisten una frustración en la vida. Y como lo tienen todo no saben recibir un no por respuesta. Sin embargo, cuando estamos acostumbrados encajamos ese no de forma más leve. Por consiguiente cuando la juventud crece en un ambiente no correcto es arrastrada por cualquier tipo de viento o de aire. Pero no hay que negar lo evidente de que las drogas te hacen sentir estar bien al principio, pero es una mentira y un engaño, porque el fin siempre es el mismo -la muerte-.

-¿Era débil?
-Siempre pienso que Dios es soberano y sabe como nos sentimos y hasta dónde podemos llegar. Yo era una persona que con cualquier cosita entraba en una depresión muy grande. Dios sabe que si yo hubiera entrado en la cárcel no lo hubiera resistido y me hubiera suicidado siendo posiblemente mi fin.

-¿Es consciente que esta entrevista la leerán muchísimas personas?
-Para mi es un privilegio contar mi vida para de alguna forma poder ayudar a la juventud, que está siendo envuelta en una mentira en ese mundo que están viviendo faltos de todos los valores.

-¿Se abandonó totalmente en todos los sentidos?
-Llega un momento que por la droga engañas a todo el mundo. Ya le digo que me metí bastante a fondo y al principio eran solo los fines de semanas, nos drogábamos para aguantar la noche. Pasé por las botellonas, las cervecitas y los whiskys después de la escuela de hostelería y mi vida eran las niñas y las movidas de noche. Eso me llevó a probar la cocaína haciéndome sentir ese bienestar interior.



-¿No tenía alguna afición?
-A mi no me gustaba nada como para dedicarle tiempo. No me llenaba ni el fútbol, ni la pesca y absolutamente nada. Por lo tanto, me llegué a apartar de mis amigos porque ellos se querían recoger y yo quería seguir estando en ese estado. Yo decía que no me importaba morir aunque fuera de esa forma.

-¿Tan mal estaba?
-Entré en una dinámica bastante mala. Las jornadas se alargaban porque me iba por la costa y estaba todo los días enganchado. Empecé a meterme bazuko haciéndome un doble efecto directo. Y eso fue lo que me destrozó mi vida porque todo el dinero que cogía era para meterme bazuko. Para bajar el efecto del bazuko me metía heroína y tranquimazines. Esa situación me produjo vivir en solitario.

-¿Cuándo le llegó la luz y dijo hasta aquí con las drogas?
-Mi corazón desde chico siempre quiso hacer el bien. Por lo tanto tenía una lucha constante contra mí porque no podía estar en la droga y a la vez responder a mi familia. Intenté varias veces suicidarme, y la luz me llegó cuando le dije a mi madre que se prepara que me iba a suicidar, porque yo creía que de esa forma me iba a liberar e íbamos a descansar todo el mundo, porque además yo no era un buen padre para mi hijo, ni un buen hijo para mi madre, ni un buen hermano para mi hermano, y ni siquiera un buen amigo para mis amigos.

-¿Cuál fue la reacción de su madre?
-Lo que le dije fue muy fuerte. Ella fue en busca de un muchacho que estaba en la Iglesia Evangélica y ese muchacho me ofreció irme a un centro evangélico. Yo antes fui a psicólogos a psiquiatras y a muchos sitios porque quería salir del problema. Pero en la forma que ellos me ayudaban, era que yo mismo saliera del problema y esa fuerza de voluntad a mí me faltaba, porque no tenía el carácter suficiente para dejar las drogas.

-¿Recuerda los primeros pasos en ese centro?
-Recuerdo que llegué a las tres de la mañana y al otro día recién levantado hicieron una reunión y se compartió la palabra de Dios, donde hablaron de que Cristo era el único que podía liberarnos de la droga. Todos los que estábamos en el centro teníamos problemas con las drogas y los monitores ya habían salido de eso y entregaban su vida a ayudar a otras personas.

-¿Cómo le fue?
-Cuando escuché que Cristo podía liberarme de esas cadenas tan fuertes que yo no podía romper por mi mismo lo acepté. Al segundo día de estar en el centro, un monitor puso su mano encima de mi cabeza y oró por mí pidiéndole a Dios que rompiera mis cadenas. Desde ese momento se cayeron todas al suelo y en mi interior entró una paz, un gozo y una alegría inexplicable de narrar. A partir de ese momento dejé totalmente las drogas. A las personas les digo que no ha sido una motivación y que nadie me ha comido el coco, porque ese hecho ocurrió al segundo día de estar yo en el centro.

-¿Cómo transcurrían los días en el centro?
-Estuve seis meses en un centro de Filadelfia en Mérida (Extremadura), con un pastor llamado Emilio Salazar. Los días transcurrían de tal forma que yo no quería acostarme. Fueron los días más felices de mi vida. Ese hombre fue el que me predicó el evangelio y el que me dijo que el poder de Dios podía transformar mi vida. Por fe lo acepté y así ha sido. Allí nos levantábamos y teníamos que hacer las tareas que nos correspondiera, pero la terapia era Cristo.



-¿Tuvo algunos tropiezos?
-Después de salir del centro regresé a La Línea me aparté de Dios y tuve varios tropiezos. Pero Dios mismo me ha vuelto a levantar, porque la palabra de Dios dice: “Siete veces el justo caerá, pero Dios estará ahí para levantarlo”. Me fui a un centro a Chiclana y a las dos semanas ya estaba bien de nuevo, pero decidí quedarme por un tiempo para ayudar a otras personas. Eso yo lo he vivido en mis carnes, en mi espíritu y lo puedo testificar, por eso no me avergüenzo hablar de mi vida y de Dios porque ha transformado y sigue transformando mi vida.

-Regresa a La Línea de nuevo, ¿cómo le va?
-Regresé y asistí a la iglesia. Esas caídas anteriores me llegaron a fortalecer y a ser sabio en cuanto a la relación que debemos tener con Dios. No nos debemos apartar de él porque es Dios el que fortalece. La palabra dice: “Dios es la vid y nosotros somos los pámpanos. Y fuera de él nada podemos hacer”.

-¿Nueva vida por fin?
-Seguí asistiendo a la iglesia donde conocí a la que es mi esposa ahora y hace dos años nos casamos. Me puse a trabajar para una empresa de construcción y desde ahí en mis tiempos libres hace ya unos diez años comencé a ayudar a las personas con problemas de drogas. Lo hacía y hago altruista e incondicionalmente como Dios me ha ayudado a mí. El amor de Dios lo desparramó en mi corazón y yo lo hago con los demás. Desde que salí del centro no volví a probar las drogas, porque Cristo me liberó no sólo de las drogas sino de muchos complejos y temores que tenía en la vida.

-¿Es consciente que es usted un gran ejemplo para la sociedad?
-Me gustaría recalcar que lo que me mueve a ayudar a las personas, es el amor que Dios ha derramado en mi corazón. Cada día me parece poco lo que hago por los demás. Yo veo a los muchachos en la calle y me pongo a hablar con ellos. Les digo que hay una salida y que Dios puede transformar sus vidas como transformó la mía. Por lo tanto, soy consciente de que la juventud necesita ayuda. No podemos quedarnos de una forma pasiva ante la grave situación que está pasando, no sólo en España sino en la humanidad entera. Las generaciones van creciendo de forma más vacía, sin motivación, sin esperanza y sin alegría alguna. Y buscan esa felicidad en el alcohol, en las drogas y en el sexo de una forma inmoral.

-¿Cómo le va tanto en lo personal como en lo laboral?
-Hoy tengo una empresa de restauración y de pintura de edificios. Es curioso porque ha sido en medio de esta crisis económica cuando la hemos montado y tenemos actualmente diecisiete trabajadores. Estamos ayudando a personas que están en la cárcel. Les hacemos un contrato de trabajo intentándolos reinsertar en la sociedad.

-El espacio se agota, ¿algo más para finalizar?
-Me gustaría recalcar que no soy yo sólo el que hace esta labor, sino muchos pastores y monitores los que estamos ayudando a las personas a salir de las drogas a través de la palabra de Dios. Y el que esté yo aquí haciendo esta entrevista, es para glorificar el nombre de Dios y el de Jesús. Y la juventud que sepa que si yo he salido de las drogas, cualquier persona puede salir de una forma totalmente gratis. Así que todo el que necesite ayude, se puede acercar cada jueves a las 20,30 horas y los domingos a las 19,00 horas por nuestra Iglesia Esperanza de Vida sita en la calle Castilla de La Línea de la Concepción. Nuestra página oficial en Internet es www.esperanzadevida.net


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