Si les queda una pizca de vergüenza, ese grupo de viejos dirigentes políticos de Cuba, deberían, por voluntad propia, ser ellos los primeros en pasar a formar parte de esa inmensa masa humana que perderá el empleo en tan solo seis meses y permitir así que, un nuevo pensamiento político y económico ponga fin a tantos años de voluntarismo y experimentos fallidos, que han sumido a Cuba en el mayor desastre y dependencia económica, de su historia.