M2D: ¿Para qué sirve el Convenio Cuba-Venezuela?

El anuncio de que el Convenio Cuba-Venezuela será ratificado por diez años más, significa, sin atenuantes, que Venezuela continuará perdiendo dinero y financiando el fracasado proyecto de la Revolución Cubana.
 
Desde que se firmó por primera vez, el 30 de octubre del año 2000, los venezolanos hemos sido testigos de una lamentable secuencia de hechos: centenares de alocuciones de Chávez en las que elogia a Fidel Castro; innumerables viajes a Cuba, que realiza con o sin autorización de la Asamblea Nacional; decenas y decenas de proyectos que han exigido enormes inversiones, los cuales, en su mayoría, han sido fallidos.
 
El hombre al que Chávez tiene como su mentor y consejero es el autor de la ruina estructural que afecta al pueblo cubano, tras gobernar a ese país por más de 50 años. Hoy, Cuba importa 80% de los pocos alimentos que consume; todas las empresas propiedad del Estado producen a pérdida; 50% de las tierras agrícolas están improductivas; la zafra de azúcar pasó de 8 toneladas/año en 1958 a 1,2 toneladas/año en 2009; el rebaño de ganado vacuno, que era de 7 millones de cabezas en 1958, bajó a 3,8 millones en 2009.
 
Entre los grandes triunfos que la Revolución Cubana ha alcanzado, no pueden dejar de mencionarse la creación de un mercado negro cuya extensión y profundidad tienen dimensiones fantásticas; el hecho de haber logrado que Cuba se convierta en destino del turismo sexual; el que millones de cubanos tengan como su mejor sueño escapar de la isla donde se les mantiene como eternos prisioneros.
 
La pregunta que los venezolanos debemos hacernos es, ¿qué le pasa a Chávez? ¿Por qué sigue a incompetentes como los hermanos Castro? ¿Qué le atrae de esa vida ruinosa, precaria e infortunada, que es la que padece la mayoría del pueblo cubano? ¿Por qué, en definitiva, a un hombre que tanto disfruta de la buena vida como Chávez, que no tiene límites para satisfacer su pasión de viajar, que cruza el planeta en un lujosísimo avión y se hospeda en los hoteles más costosos del mundo, por qué insiste en entregar los recursos financieros del pueblo de Venezuela a la corrupta y mentirosa burocracia fidelista?
 
Respuesta: Porque Chávez no tiene amistad ni relación con el pueblo cubano. No le interesa. Su vínculo es con Fidel y el fidelismo. Cuando viaja a La Habana, se instala dentro de un enorme círculo de guardaespaldas y militares que los protegen del pueblo y de los periodistas, lo mismo que en Venezuela, donde el pueblo sólo puede ver a Chávez a través de la pantalla del televisor.
 
Esta dependencia psicológica y política es la que explica el descabellado y entreguista negocio que el Gobierno de Venezuela ha establecido con Cuba:
 
·       Envío de 100 barriles diarios de petróleo.
·       Empleo a 40.000 cubanos, mientras miles y miles de profesionales venezolanos permanecen desempleados.
·       Un programa de alfabetización que dejó fuera a 500.000 personas, según la confesión de Adán Chávez.
·       Presencia e intromisión de funcionarios cubanos en áreas clave de la seguridad estratégica nacional: identificación y emisión de pasaportes, Fuerza Armada Nacional y otras.
·       Participación en programas de ahorro energético, que han sido inútiles para atenuar la crisis del sector eléctrico que ha vivido y vive Venezuela.
 
La relación de dependencia psicológica y política que Chávez tiene hacia Fidel Castro se explica por una razón fundamental: Castro alimenta las exigencias narcisistas de Chávez. En Cuba, Chávez se acomoda en un terreno protegido de las críticas, protegido de las miradas del pueblo, donde puede intercambiar fantasías sin límites: la más reciente ha consistido en decirse, uno al otro, que las economías de Venezuela y Cuba derrotarán las economías del imperialismo.
 
Mientras Castro le repite a Chávez que juntos dominarán el mundo en poco tiempo, la alta burocracia política y militar de La Habana sonríe y se frota las manos. Destapan botellas de champagne, las levantan y gritan al unísono: ¡Viva el Convenio Cuba-Venezuela! ¡Patria, socialismo o muerte!