El fanatismo se produce cuando se supera la racionalidad. Si se le suma la violencia puede fácilmente derivar en terrorismo. Puede ser individual o de grupos, político o religioso. A veces se hace presente en el pensamiento y en las ideas, no aceptando que existan otras posiciones aun con una mínima diferencia a la asumida. Defender a Israel es una obligación para los judíos y para los israelíes. Sólo usando el sentido común queda claro que nos va la vida en este asunto, que nos va la familia, nos va nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestros amigos y todo nuestro ámbito de vida. Lo es porque hay reales peligros de que nos hagan daño y esa situación crece día a día a medida de que hay sectores en el mundo que la promueven, la alientan y trabajan en que ella crezca y sea más inminente. Defender a Israel es una empresa que nadie puede hacer solo, de la que nadie puede hacer su patrimonio personal ni institucional. Un trabajo de esta magnitud debe ser hecho por todos, en todos los campos y aun así, puede ser que no sea suficiente. Defender a Israel en el campo militar es tarea de nuestro ejército. Confiamos en ellos ampliamente. Allí están nuestros hijos, familiares y amigos, han estudiado y se han preparado para afrontar los peligros bélicos de esta situación. El resto de los ciudadanos solamente puede apoyarlos y ayudarlos en tareas secundarias no menos importantes. Defender a Israel en los organismos internacionales requiere especialización y valor. Esos sitios están superpoblados de quienes nos atacan porque pretenden sacar de ello provecho para sus planes políticos y militares. Muchas veces nuestra defensa es asumida por políticos que están eventualmente en el poder pero que actúan de forma muy personal, de acuerdo a sus ideas y no de un plan o una postura global de todo el gobierno o del país. Defender a Israel en el campo legal, en los juicios internacionales, es específico y necesita mucho más que ideas. Para ello tenemos nuestros abogados y estamos siempre atentos a responder a muchas acusaciones fabricadas o tendenciosas de nuestros enemigos. Cuando nos hemos equivocados la defensa no ha incluido desconocer los errores y se han pagado indemnizaciones. Defender a Israel en el campo de la información es una de las tareas más trascendentes y cobra una dimensión impresionante gracias a las nuevas tecnologías donde cualquier opinión o noticia llega a todos los lugares incluso los inimaginables, con la posibilidad de utilizar los traductores que tenemos en nuestras computadoras o programas de internet. En este sentido se hace muchísimo y hay mucho más por realizar en una tarea apoteótica donde con o sin recursos bloggeros, escritores, profesionales o cualquier otra persona se suman a una no muy amplia actividad oficial que debería implementarse en forma urgente con la importancia y el status necesario. Defender a Israel es mostrar las cosas buenas que hacemos, para nosotros y para todo el planeta, que son incluso utilizadas por nuestros detractores. Estudiar y brindar estudio a nuestros jóvenes, preparar científicos y técnicos que puedan seguir asombrando al mundo entero con sus realizaciones. Es corregir las cosas en las que nos hemos equivocado. Cambiar cuando algo no funciona. No esconder las cosas que no están bien porque de todos modos se verán y el resultado será peor. Corregir y cambiar es un don de la inteligencia de las personas y de los pueblos. Nunca hay que traicionar la esencia pero si se pueden pulir detalles que molestan o perjudican la propia defensa de nuestra causa. Defender a Israel es saber que no se puede vivir siempre en guerra. Creer en la paz y trabajar por ella nos da legitimidad, nos hace seres humanos mucho más humanos, nos da perspectiva para una vida con menos peligros, con más certezas. Creer y trabajar por la paz requiere mucha imaginación, decisión, ideas y valentía, tanto valor como el necesario para ir a la guerra. No es capitular de los derechos, no es entregar cosas que no corresponden, no es permitir que nos hagan cualquier cosa sin reaccionar. La meta siempre debe ser la paz, una meta que no se puede perder ni aun en tiempos de obligada violencia. La guerra puede ser necesaria porque hay quien no quiere que vivamos en paz, quien no puede entender que la paz es mejor que cualquier otra opción y que sólo se logra cuando las partes la desean y respetan los derechos del otro. Pero esos derechos se ven diferentes según de qué lado uno se encuentra y por eso hay negociaciones, por eso hay que acordar, por eso aunque duela algo tendrán que ceder las partes en pugna. Defender a Israel no puede convertirse en algo encasillado, inamovible y descalificador del 100 por ciento de lo que no nos conviene porque nunca vamos a conseguirlo todo, y además la paz. Israel es su territorio, son sus instituciones, su gobierno, sus ciudadanos, su ejército, sus científicos. Es también su cultura, su tradición, la religión, sus lugares sagrados, sus monumentos, su historia, sus líderes y sus estadistas. Son tantas las variables, que no puede haber una posición única de cómo defendernos. Son tan amplias las opiniones que nunca van a coincidir, aun sabiendo los peligros que corremos. Sin embargo, cuando el peligro se convierte en un ataque armado todos los sectores priorizarán la defensa de Israel por sobre cualquier diferencia. Defender a Israel es algo que tiene que estar impreso en la matriz de cada uno de nosotros sin reparar en detalles. Pero no dejemos que el fanatismo nos domine, no permitamos que nos contagien con sus ataques de odio, que nos cambien como personas y como país. Es muy fácil odiar a quien nos odia, casi imposible escapar de ese sentimiento, pero no olvidemos que no conseguiremos salir de la espiral de esa manera. Utilicemos cada oportunidad para defendernos, sin fanatismos y sin extremismos. Defender a Israel es pensar que nuestros vecinos tienen también el derecho a vivir en paz e incluso a pensar diferente. Pero no alcanza con que pensemos así si sus líderes no se dan cuenta o no quieren permitirlo porque no obedece a sus intereses personales o sectoriales. La paz es mal negocio para muchos delincuentes en el poder que perderían el negocio de los subsidios para armas y los grandes porcentajes para sus bolsillos. Eso los israelíes no podemos solucionarlo. Tienen cautiva a su gente, la obligan a vivir bajo amenazas, les enseñan a odiar y matar, les imponen leyes donde castigan sus ideas o sus supuestas debilidades cuando quieren ser y actuar como personas normales. Eso tampoco los israelíes podemos solucionarlo. Nosotros podemos elegir libremente nuestra opinión y nuestras acciones respetando leyes democráticas y mucho más razonables. Eso nos obliga a no caer en la tentación de fanatizarnos o querer destruir y descalificar todo lo que no es como nosotros o actuar como extremistas ni como terroristas. Tenemos un Estado que ha demostrado poder vivir y desarrollarse a pesar de las agresiones. Con aciertos y errores nuestro pueblo sabe hacia dónde va. Su destino no puede ser otro que la paz.
¿Sorprende que el diario La Nación sea el boletín oficial de la oligarquía y las transnacionales? Para nada, desde su fundación el centenario medio de Mitre respondía a la Sociedad Rural de la que forma parte y al puñado de familias que controlaban el país. Con el devenir de los años y la globalización del capital concentrado, esto se transformó en un escenario más complejo pero en absoluto modifició los intereses de la barricada del medio. El “prestigioso” periodista Joaquín Morales Solá, en su alarde intelectual apeló el último domingo a un maniqueo que sólo un puñado de idiotas puede tragar. A la derecha de la columna de Mariano Grondona, Solá publicó su columna: “Una opción entre la democracia y el populismo”. Esto es, según Morales Solá, que el populismo es incompatible con la democracia y antónimo de la misma. La tesis del periodista es tan simplista como el título de su columna: Kirchner debe caminar a la “Lulización” ante la amenaza de Hugo Chávez y Evo Morales. En otras palabras, Néstor Kirchner debe ser mejor alumno de Washington para fortalecer a la democracia argentina.
El dato, por demás llamativo que omite el puntilloso periodista es que, en el modelo democrático, Evo Morales y Hugo Chávez llegaron a la presidencia con más del doble de los votos que Kirchner, y esto no quiere decir que la presidencia de Kirchner sea ilegítima. Pero hasta el día de la fecha, salvo en Estados Unidos, el fundamento de la democracia es el voto popular. Según Morales Solá, el Mercosur en coma está divido entre los mandatarios responsables y serios, encabezados por Lula, Bachelet y Tabaré Vázquez, y los “parlanchines” Chávez y Evo Morales.
Pausa. Hacer lo que se promete en la campaña ¿no es fortalecer la democracia? El populista Evo Morales, nacionalizó los hidrocarburos y se apresta a la reforma agraria, ambas propuestas desde hace años por el candidato que fue derrotado en varias ocasiones, hasta que llegó a la presidencia. Es decir, hizo lo que prometió, a diferencia de Lula que dejó su overol de campaña y el Foro Social de Porto Alegre por Armani y Davos. Morales Solá acusa a Chávez de ser un “elemento disolvente” del Mercosur. El proyecto faraónico del oleoducto que iría de Venezuela a la Argentina, pasando por Brasil, Paraguay y Bolivia ¿no es acaso integrador de las economías?
Para el “prestigioso” periodista, Tabaré Vázquez es un presidente serio. Tomando la cuestión de este maniqueísmo populismo vs democracia, Tabaré tiene todas las bases de su apoyo gubernamental fracturadas por el giro que dio desde su campaña hasta que asumió como presidente. Para no entrar en observaciones hechas a las apuradas, el amigo de Menem y ex presidente neoliberal del Uruguay, Jorge Batlle, dijo esta semana: “Si esto es el socialismo (Taberé Vázquez) entonces ¡yo soy socialista!”. En medio de carcajadas varias.
¿Por qué al Mecosur le restaría “que alguien se anime a encarar la ceremonia de su entierro”? Sencillamente Morales Solá compara a la Unión Europea con el bloque sudamericano, como si fuera posible equiparar a Alemania con Brasil, Francia con Argentina, Italia con Uruguay y Paraguay con España. Con este criterio, como todavía no ingresaron a sus respectivos bloques, Gran Bretaña sería una potencia similar a Venezuela. Y no es una columna humorística, sino lo que se desprende del serio periodista. Hablar tan livianamente de la comparación de ambos bloques, es cuanto menos, una falta de respeto a la seriedad. En primer término porque no se puede comparar el desarrollo económico de las potencias europeas con las subdesarrolladas economías sudamericanas, para ser simplistas. En segundo término, Morales Solá pasa casualmente por alto el caos que recientemente estalló en Francia en cuanto a la flexibilización laboral, como también que en los famosos “países serios y desarrollados”, los Gobiernos también alteran las reglas del juego en detrimento de los países más débiles: cuando en 2001-2002, las dos locomotoras de la UE, Alemania y Francia debían caer en el déficit fiscal, prohibido y penado en el estatuto de la Unión, de inmediato se borró la enmienda. Eso sí, a los países que se incorporan o pretenden, como los del este de Europa, deben aplicar la receta “déficit cero”, “flexibilización laboral” y “achicamiento del Estado”, o se quedan en la vidriera. Nadie pide que achiquen el enorme aparato estatal francés. El periodista de La Nación, bien informado por Washington y Madrid, afirma que Chávez es un caso perdido para Lula y Kirchner, quienes no podrán controlarlo, y que ahora deben hacer de tapón rápidamente contra Evo Morales.
Efectivamente, en esto no le falta razón, Estados Unidos buscá quebrar el Mercosur haciendo de Kirchner y Lula los contenedores de la avanzada “populista” (que si la raíz de la palabra no miente viene de “popular”) de Chávez, Evo y la estatización (recuperación) de la soberanía de sus países. Como prueba de esto, y es verídico, Solá cita el furtivo encuentro entre Kirchner y el presidente de Repsol, Antonio Brufeau, antes que el mandatario argentino viaje a la cumbre de Iguazú donde se encontraría con Chávez, Lula y Evo Morales (Taberé paseaba por Washington), y le prometió al petrolero que Argentina “no se dejará llevar por los vientos reestatizantes de América latina”. Esta es la supuesta buena señal que dio Kirchner, como si el pecado original del “populismo” (que Solá no sabe definir) sea dejar en manos del pueblo los recursos que pertenecen, justamente, al pueblo.
Pero en última instancia, ¿cuál es la preocupación de fondo de Morales Solá y La Nación? Lo dice, con preocupación alarmante, al cierre de su columna en consonancia con otro artículo editado el mismo día en el suplemente Económico: “Negocios bajo la presión del Estado. Preocupa a los empresarios la creciente intervención del Gobierno”.
“Kirchner no es Chávez ni es Evo, pero el Estado argentino ya se metió en la economía privada como nunca lo había hecho en las últimas dos décadas (...) La sofocación se abate sobre todo el escenario público”, dice Morales Solá. El mismo que apuntara sobre el bochorno de los sobornos en el Senado durante el gobierno de Fernando De la Rúa para que se promulgara la flexibilización laboral y su consecuente trabajo basura.
Allí, en los ’90 y en el delarruismo, siguiendo el plan de Martínez de Hoz, el Estado se apartó completamente de la dirección de la economía. La entregó de pies y manos para que sea manejada al libre albedrío por “el mercado”. Para lograr esa flexibilización laboral, el ministro de Trabajo de Fernando De la Rúa, Alberto Flamarique, había lanzado la máxima que a los senadores los arreglaba con la Banelco. Lo que esquiva Morales Solá, que el crédito de esa Banelco era puesto por las grandes corporaciones económicas privadas que pedían a gritos esa legislación. Corporaciones que tienen a La Nación, como uno de sus voceros mediáticos, y al “serio” de Morales Solá, como a una de sus mejores plumas.
“Del nido de víboras venenosas que es Papel Prensa, con Clarín a la cabeza, salió una: Joaquín Morales Solá. Como toda víbora venenosa, estira el cuello, saca la lengua e intenta morder destilando veneno a nuestro querido Dr. Néstor Kirchner, que por suerte goza de buena salud”.
“El veneno de Morales Solá demuestra toda la cantidad de dinero que le paga Clarín y La Nación para mantenerlo en la cueva de las víboras. Lo que no sabe Morales Solá es que mucho de nosotros sabemos cazar víboras, con un palito y un lazito. Pero para que el odio no lo reviente le vamos a seguir permitiendo que lo siga destilando en esa cueva. Ya les queda poco tiempo. Por eso también vimos cómo salen las ratas y las arañas para infiltrar el veneno en la población”.
“Repudiable Morales Sola: el pueblo ya no compra más Clarín ni La Nación. Preparate para aprender a puntear tierra si es que alguien te da un lugar para que, cuando cierre Clarín, puedas plantar rabanitos”.
“Nos da vergüenza que algunos todavía te llamen periodista. Por suerte hay muchos que siguen el camino de Rodolfo Walsh y tantos que como él le dieron a la palabra periodista el valor que tiene”.
“Nos quedamos cortos con el juicio ético y popular que las Madres realizamos en Plaza de Mayo el 29 de abril, pero ya vendrán otros que van a ser los que se hagan en la Justicia y los tribunales de nuestra patria”.
De esta forma encabezó Solá su columna sobre Néstor Kircher: “El enredo de las arterias fue un instante impertinente, un rayo inoportuno. Si la imagen es parte de la realidad, como lo es, lo único que le faltaba a Kirchner era el aspecto de un hombre frágil. Ya era antes un político débil. El peronismo nunca compró nada tan precario como promesa de poder, justo, además, cuando los más influyentes caudillos bonaerenses comenzaban a tomar distancia de él. Algunos lo hacían frontalmente, como el grupo de ocho intendentes peronistas que se separó de Kirchner en los últimos días y se mostró en un escenario y una foto, mientras otros deslizaban su desafecto entre murmullos y reproches”, escribió en el diario La Nación.
De Neustadt a Morales Solá. De Grondona a Magdalena. De Muñoz a Fontevecchia. Un repaso a los iconos del periodismo autoproclamado independiente que supo (y sabe) servir a los intereses más oscuros en nuestro país.Joaquín Morales Solá
Luego de un breve paso por La Gaceta de Tucumán, redactor del Panorama Político de Clarín en los tiempos de Videla, Viola y Galtieri, Prosecretario de redacción de Clarín (el número dos de la redacción) fue responsable de la sección Política; páginas en donde centenares de hechos de exterminio y fusilamiento de militantes políticos eran “enfrentamientos”. Eran habituales sus tardecitas para “tomar el té” con empinados generales. Fue premiado por quien sería el gobernador de la dictadura en Tucumán (Antonio Bussi) el 22 de marzo de 1976, antes del golpe. En los últimos años intentó tapar el sol con las manos desmintiendo su complicidad. En cuestión de segundos, los memoriosos nos remitieron a la edición del martes 8 de junio de 1976 de La Gaceta. En su página 5, el matutino muestra a Morales Solá, antes de la caída del pelo y de la memoria, compartiendo el agasajo que Bussi ofreció, un día antes, a los periodistas en su día. A todos les agradeció "la colaboración en la lucha contra la subversión” y los exhortó a que “continuaran prestando el mismo apoyo". Meses antes, el 23 de abril, Morales había mostrado lo suyo. En nota de tapa, con su firma, saludó la designación del general Bussi como gobernador porque “conoce el ámbito local y no ignora las necesidades y las urgencias de la provincia”.
Samuel Gelblung
Director de la revista Gente (Editorial Atlántida) desde 1976 a 1978. Como resulta imposible describir las más de mil notas favorables a la represión que se escribieron en dicho semanario, bastaría tal vez el ejemplar del 25 de mayo de 1978 para mostrar un Chiche: Gelblung le pidió a Vigil, el dueño, viajar a Francia para cubrir la información que surgía de los exiliados argentinos y de los organismos de Derechos Humanos. Cruzando el Atlántico, se denunciaban la tortura, la desaparición, los crímenes, los centros clandestinos. Gelblung hizo la nota y la tituló “Cara a cara con los jefes de la campaña antiargentina”. Allí denunció a los principales militantes bajo este párrafo: “el terrorismo abrió un frente externo. Y esto que aquí investigamos es sólo una de sus expresiones. Pero el país no está desarmado para hacerles frente. Debe contrarrestar, con la verdad, su arma más poderosa, esa campaña”.
Magdalena Ruiz Guiñazú
Conductora en radio Continental durante la dictadura, por las mañanas elogiaba a Martínez de Hoz, el ministro de Economía de Videla, habitual analista financiero en los programas previos al golpe. Fue una de las 16 mujeres periodistas que recibió el ministro del Interior de facto, general Albano Harguindeguy, en agosto de 1980, cuando el tema de las violaciones a los Derechos Humanos era el sello característico de los militares en todo el mundo. Llegado el momento, el hipócrita de Harguindeguy se refirió a la censura y la autocensura de la prensa. Magdalena no tuvo otra feliz idea que decirle: “No queremos que usted crea, señor ministro, que éstas son acusaciones en contra suyo. Son simplemente comentarios que le hacemos para que sepa qué es lo que se dice, qué es lo que se piensa”. En junio de 1985, al declarar en el juicio a las Juntas, certificó la teoría alfonsinista de los Dos Demonios al denunciar que había sido amenazada por los Montoneros, por burguesa.
Bernardo Neustadt
Para muchos, el mayor de los sirvientes de los dictadores. Dirigía las revistas Extra y Creer, saltaba de una radio estatal a otra radio estatal y luego a Canal 13, en manos de los marinos, o al Once (en manos de los pilotos) para vociferar, ante los argentinos, que estábamos en el mejor de los mundos. El programa se llamaba Tiempo Nuevo y tenía, además de la música de Piazzola, el sello de un acompañante que por entonces la jugaba de segundón: Mariano Grondona. Neustadt elogiaba a Videla, a Viola, a Galtieri (una de sus entrevistas fue en el despacho del general del whisky y la muerte, para sonreír con él por aquella frase de “las urnas están bien guardadas”) y a cuanto uniforme verde se le cruzara en el programa. Fue impecable en su ignorancia y en su mentira. Ni siquiera en la guerra de Malvinas calló su ultraoficialismo y comandó el lote de animales que gritaban “estamos ganando, estamos ganando” mientras los soldados morían.
Mariano Grondona
La jugó de copiloto de Neustadt en la televisión estatal de los militares. Pero el sostén brindado a ellos, con quienes compartía ideología y crímenes desde los ‘60, se concretaba en las revistas Carta Política y en diversos diarios. En alguno de ellos (El Cronista Comercial) usaba el sinónimo de Guicciardini. Para Grondona, apoyar a los dictadores era cuestión de piel. Profesor de la Escuela de Guerra, abrazador oficial de Martínez de Hoz y de los liberales, su catedrática pluma lanzaba párrafos como estos: “Nuestra revolución consiste nada menos que en la aparición de un orden en medio del desorden (...). Sólo los que han bebido hasta el fondo el cáliz del desorden sabrán apreciarla”.O aquellos del 12 de septiembre de 1979, mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitaba cárceles y tomaba denuncias: “Por creer que el derecho a la seguridad es un derecho humano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimos hoy la visita de la CIDH. Esto es lo malo. Que están aquí precisamente porque somos derechos y humanos”. Su coherencia se exponía también en la revista Visión, financiada por el dictador nicaragüense Tachito Somoza.
José María Muñoz
Su popularidad estaba ligada al fútbol. Y a radio Rivadavia, la radio Diez de aquellos años. Convertido, por propia boca, en el “Relator de América”, demostró que ser chupamedias era la razón de su vida. Montó una estructura de móviles y conexiones por las que siempre hablaba un brigadier, un mayor o un cabo de la policía. Basta verlo en la película La Fiesta de Todos, propaganda repugnante del Mundial 78, o escucharlo en las grabaciones ocultas del Campeonato Juvenil de 1979 para ver cómo operaba este buen amigo del general Camps.
Ramón Andino
Formaba pareja con Juan Carlos Pérez Loizeau en los mediodías de Canal 13. El programa se llamaba Realidad 82, y allí no faltaban consejos paternalistas, recetas de cocina, y muchos, pero muchos, comunicados oficiales de los gobernantes de turno. Los silencios sobre las marchas de las Madres o las movilizaciones de los trabajadores eran permanentes, bajo un clima de continua amabilidad en un país, para ambos, que no tenía problemas. También de triste rol en los meses de Malvinas, logró alternar sus amigables contactos como periodista de Clarín en temas militares (especializado en los avatares de la Fuerza Aérea) y la imagen de columnista que bregaba por los derechos de los jubilados.
Mónica Cahen D’Anvers
Estrella de la TV en aquellos años, fue valorada por dirigir un pasatiempo llamado Mónica presenta, programa que le permitió recorrer buena parte del mundo con notas divertidas y con agregados políticos que le daban cierto interés. No ocurría lo mismo cuando regresaba a la Argentina y gracias a su alto rating lograba convertirse en pieza importante para las convocatorias contra exiliados y organismos de Derechos Humanos. Brilló en mayo de 1979 cuando encabezó el llamado a los argentinos para que se subieran a un avión y viajaran a Italia a contestarles a los hombres y mujeres que habían alzado carteles y pancartas contra la dictadura en un partido de la selección. Su nombre figura en el Documento del Estado mayor Conjunto (punto 5.1 Comunicadores clave) dado a luz por el colega Martín Sivak en el libro El Doctor. Allí se lee: “Enrique Llamas de Madariaga, Julio Lagos, Magdalena Ruiz Guiñazú, Roberto Maidana, Mónica Cahen D’anvers, César Mascetti, Raúl Urtizberea, Lidia Satragno (Pinki)...” y siguen las firmas.
José Gómez Fuentes
Su rostro ya ha sido olvidado por millones de argentinos, por el sencillo hecho del paso del tiempo. Fue la imagen de ATC y su noticiero Sesenta minutos. Sobre él ha quedado grabada la frase “estamos ganando” (durante la guerra de Malvinas), con cierta injusticia. No fue el único que la pronunció. Pero eso sí, le tocó decirla unas cuantas veces y por el canal que, aunque usted no lo crea, peleaba los primeros puestos. Gómez Fuentes había participado muy activamente en las exaltaciones pro-Videla desde el canal oficial, en especial cuando en septiembre de 1979 se produjo la visita de la Comisión de la OEA. Su voz aguardentosa, llamando a la gente a colmar la plaza, sólo fue superada por la del Gordo Muñoz.
Jorge Fontevecchia
Extraño caso, en 1976, el del joven y siempre pequeño dueño de Editorial Perfil. Por entonces, la editorial de papá (don Fontevecchia era el dueño de la revista Weekend) sacaba una publicación que se vendía como un choripán. Se llamaba La Semana y era dirigida... por el pibe. Entonado con los demás directores de revistas de época (Gente, Siete Días), Fontevecchia convirtió a La Semana en una publicación oficial que acompañaba a los generales y almirantes en sus viajes y legitimaba el golpe con elogios al Operativo Independencia. No hay una sola nota crítica en los años 76-77-78 y 79. De aquellos tufillos cuarteleros, sobresale este editorial, previo al Mundial 78, cuando Fontevecchia escribía y firmaba en contra de las campañas antiargentinas: “Por favor, no nos vengan a hablar de campos de concentración, de matanzas clandestinas o de terror nocturno (…) Esta es una fecha clave para defender al Proceso”.