En el llano he escuchado una frase que en cierta medida posee el mismo significado que el “cayendo y corriendo”, expresión con que Miguel Angel Pérez Pirela desmonta diariamente por Venezolana de Televisión el mundo mediático criollo opositor y conspirador, dejando ver sus mentiras y manipulaciones, pero, sobre todo, su podredumbre. Se trata, óyeme pueblo, de “tumbando y capando”.
Así como con la iguana el caer a tierra y pisar el acelerador son dos actos casi simultáneos, en las faenas llaneras el tumbar y capar debe ejecutarse al mismo tiempo, sin dar oportunidad al animal de que se reponga y reaccione cuando cae derribado. Los viejos peones realizaban en corrales de hatos y fundos esta tarea de tumbar, capar y herrar, después que se recogía el ganado disperso en la sabana.
“Compañero, eso es tumbando y capando”, se suele decir en momentos en que se requiere actuar con diligencia vinculando dos acciones. Esta frase es un buen ejemplo del ingenio popular para sintetizar con gracia las situaciones de la vida cotidiana. En este sentido, mientras más se examina el accionar de la oligarquía venezolana, más se constata de “que Chávez los tiene locos”. Esta otra frase , salida de las extrañas populares, resume genialmente la conducta desquiciada de la oposición venezolana, incluyendo en este grupo a ciertas plumas tarifadas e intelectuales de derecha, cuya influencia no remonta ni siquiera la subida de Tazón para extenderse por todo el ámbito nacional.
Si en “cayendo y corriendo”, Pérez Pirela desmenuza el asunto de las matrices mediáticas , nosotros con tumbando y capando, podemos tomarnos la misma licencia. Claro, a cayendo y corriendo y tumbando y capando, le estamos dando un mismo significado simbólico, pero entre uno y otro existe una diferencia notable y hasta dolorosa. No es lo mismo caer y correr que a uno lo tumben y le corten aquello…
En el caso de los medios capitalistas venezolanos, pienso que en el debate público hemos pisado varias trampas y cortinas de humo. Incluso, hemos visto y oído a algunos de los nuestros, entre los cuales se incluyen periodistas, analistas y funcionarios gubernamentales, solicitándoles equilibrio, imparcialidad, ponderación.
Sugerirle imparcialidad a medios que llevan diez años conspirando, mintiendo y manipulando, constituye una ingenuidad más grande que una montaña. Es como pedirle a un burro que deje de rebuznar y que me perdone este noble animal por meterlo en este ejemplo sin su permiso, o como clamarle al alacrán, según el relato aquel, de que no nos clave su ponzoña venenosa en medio del río. En el fragor de una batalla, y este proceso revolucionario está inmerso en una, no se le implora compasión al enemigo, sobre todo a una derecha asquerosa y sanguinaria.
Los medios de comunicación privados son mecanismos de dominación capitalistas y como tal defienden los intereses de las oligarquías económicas, nacionales y transnacionales. Esto se ha repetido hasta la saciedad desde hace más de medios siglo, de manera que no se entiende cómo caemos constantemente en el error de estar llamando a la cordura a parte de los dueños de estas corporaciones. Pueblo, no hay diferencia entre Globovisión y la United Fruit Company; ambas son caimanes del mismo pozo.
Si bien es cierto se requieren medios de prensa verdaderamente críticos para que se constituyan en la conciencia de este proceso, y desde los cuales se ejerza la contraloría social, no es con los actuales, al menos con la mayoría de ellos, con los que podemos contar. Es necesario propiciar un modelo alterno de comunicación e información socialistas.
Otro baile en el cual andamos bailando pegaíto como unos bobos es en el de la libertad de expresión, derecho desde el cual los Zuloagas, los Marcel y demás energúmenos, se escudan con el mayor cinismo para conspirar y atacar impunemente a este pueblo que se ha dado en elecciones limpias un gobierno legítimo. El debate sobre la “libertad de expresión” es un pote de humo utilizado por el latifundio mediático criollo para lavar y ocultar su participación, promoción y su responsabilidad en los crímenes cometidos durante un golpe de estado, así como su protagonismo en el paro petrolero, que fue otro golpe encubierto.
La libertad de expresión, más que debatirla y discutirla con cínicos y sujetos de baja condición moral, debe ser sometida en la práctica a un proceso de cuantificación y constatación. Es decir, si usted quiere saber si en Venezuela existe o no libertad de expresión, pues lea la prensa, escuche la radio, vea televisión y fórmese su propio juicio. No estamos ante el dilema de quien fue primero, si el huevo o la gallina, o la gallina o el huevo. Basta ojear algunas de las cloacas de papel que diariamente circulan por Venezuela, unas más nauseabundas que las otras, o encender el televisor, para identificar a quienes coartan y cercenan el derecho a estar informados.
Con respecto a los medios opositores, creo que a lo largo de los últimos años han dejado demasiadas huellas de su culpabilidad en el escenario del crimen. Afortunadamente todo está grabado y publicado. Sería interesante que una comisión investigadora, por ejemplo nombrada por la Unesco o por algún grupo independiente, viajara a Venezuela y levantara un informe de lo ocurrido a nivel mediático en los últimos diez años.
Esta comisión de notables, fácilmente podrá constatar que aquí ha habido “concierto para desestabilizar”, libertad para mentir, caradurismo para convertir a ladrones , criminales y asesinos en perseguidos políticos e impunidad para condenar, juzgar y fusilar públicamente a personas sin derecho a la defensa.
Horrorizados por lo que seguramente encontraran en la prensa criolla, seguramente que esta comisión solicitará que el derecho a una información libre, veraz , oportuna y sin manipulaciones, sea incorporado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
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