Villa miseria madrileña.


Cuando llego al poblado salgo del coche y piso algo que está en el suelo: es una rata muerta, espatarrada e hinchada de agua. Bienvenida a Villa Miseria, Madrid, a 14 kilómetros de la Puerta del Sol.
Pasacalles y castañas asadas amenizaba las callejuelas inundadas de El Gallinero. Pequeños repletos de barro y manitas sucias sujetando globos que repartían los voluntarios correteaban entre los adultos. Paco y Jorge organizadores del evento gestionaban los actos de forma eficaz. Conocen a sus habitantes, a cada niño, a cada mujer y hombre, cada casa y cada puerta de las chabolas. Nosotros los lapiceros colaboramos entregando centenares de camisetas para los niños y niñas gracias a la empresa Frama que nos donó varias cajas para los chavales.
Caminamos junto con Jorge por las callejuelas sin asfaltar y que se encontraban en pésimas condiciones: inundadas de agua después de una larga noche sin parar de llover. Sólo podían echar gravilla en una pequeña zona donde se celebraría una típica comida rumana. No hay dinero para más.
Las chabolas son muy pobres pero dignas. Nada más entrar encuentras una mini cocina de gas y seguidamente está el dormitorio que hace de salón, comedor y zona multiusos. Todo limpio y recogido. Los niños no tienen lugar para estudiar ni para escribir. Toda la vida se hace en los pequeñísimos habitáculos donde conviven padres, hermanos pequeños, primos y parientes lejanos. No hay más. No hay baño ni lavabo para ningún miembro de la familia. Todos tienen que salir fuera entre desperdicios, escombros, restos de obra para hacer sus necesidades junto con miles de ratas que precisamente han salido esa mañana en el vertedero.
La invasión de ratas de El Gallinero está siendo un verdadero problema. Ningún organismo ninguna autoridad ni Administración se compromete a limpiar este espantoso foco de infección. Enormes manchas marrones se distribuye por todo el vertedero. Son las ratas, que campan a sus anchas, hacen nidos debajo de las chabolas, se introducen en ellas e incluso atacan a los pequeños. La visión no me produce asco, sino una profunda tristeza y desolación.
Caminamos junto con Jorge por las callejuelas sin asfaltar y que se encontraban en pésimas condiciones: inundadas de agua después de una larga noche sin parar de llover. Sólo podían echar gravilla en una pequeña zona donde se celebraría una típica comida rumana. No hay dinero para más.
Las chabolas son muy pobres pero dignas. Nada más entrar encuentras una mini cocina de gas y seguidamente está el dormitorio que hace de salón, comedor y zona multiusos. Todo limpio y recogido. Los niños no tienen lugar para estudiar ni para escribir. Toda la vida se hace en los pequeñísimos habitáculos donde conviven padres, hermanos pequeños, primos y parientes lejanos. No hay más. No hay baño ni lavabo para ningún miembro de la familia. Todos tienen que salir fuera entre desperdicios, escombros, restos de obra para hacer sus necesidades junto con miles de ratas que precisamente han salido esa mañana en el vertedero.
La invasión de ratas de El Gallinero está siendo un verdadero problema. Ningún organismo ninguna autoridad ni Administración se compromete a limpiar este espantoso foco de infección. Enormes manchas marrones se distribuye por todo el vertedero. Son las ratas, que campan a sus anchas, hacen nidos debajo de las chabolas, se introducen en ellas e incluso atacan a los pequeños. La visión no me produce asco, sino una profunda tristeza y desolación.


Muchas mujeres nos saludan, nos enseñan a sus más pequeños y sonríen. No volverían a Rumanía por nada en el mundo. A pesar de las duras condiciones de vida, aquí pueden encontrar trabajo y soñar con un futuro mejor sobretodo para sus hijos.

Derecho a soñar con dragones,
princesas y piratas
sin que ningún policía irrumpa en mi sueño rompiendo mi cama.
Derecho a dormir del tirón todas las noches,
para poder hacerme el remolón cuando mi madre,
me despierta para ir al colegio.
Derecho a cerrar la puerta de mi casa a quien no es bienvenido.
Derecho a poder dar las buenas noches a mi padre
sin temer a que esta noche se convierta en una nueva mala noche.
Derecho a no tener miedo de la policía,
a no recordar que una noche si y otra también
llegan a mi barrio cierran las calles, rompen los coches
despiertan a los bebes nos sacan de la cama
empujan a las madres, disparan a las estrellas.
Derecho a no desear tirar una piedra a cada luz azul que veo.
Derecho a reír con las estrellas,
a mirar a la luna y disfrutar de la oscuridad
donde nacen los sueños de dragones y princesas que acaban bien.
Y de día, derecho a tener los mismos derechos que el resto de los niños que tienen derechos, aunque cada vez son menos estos niños…
Derecho a jugar, a aprender, a tirarme por un tobogán.
Derecho a montar en bici, a jugar al futbol,
a tener una casa donde celebrar mi cumpleaños.
una mesa donde hacer la tarea.
Derecho a la utopía.
Y no se me olvida…
tú derecho a conocer lo que hace la policía
por las noches en el Gallinero.
Tu derecho a conocer la intervención de la policía nacional
en la noche del 15 de noviembre de 2010 entre otras noches.
Tu derecho a gritar que no quieres una ciudad así.
Tu derecho a luchar por tus derechos
que son los míos,
soy un niño que vive en una chabola a apenas
catorce kilómetros de la puerta del Sol.
princesas y piratas
sin que ningún policía irrumpa en mi sueño rompiendo mi cama.
Derecho a dormir del tirón todas las noches,
para poder hacerme el remolón cuando mi madre,
me despierta para ir al colegio.
Derecho a cerrar la puerta de mi casa a quien no es bienvenido.
Derecho a poder dar las buenas noches a mi padre
sin temer a que esta noche se convierta en una nueva mala noche.
Derecho a no tener miedo de la policía,
a no recordar que una noche si y otra también
llegan a mi barrio cierran las calles, rompen los coches
despiertan a los bebes nos sacan de la cama
empujan a las madres, disparan a las estrellas.
Derecho a no desear tirar una piedra a cada luz azul que veo.
Derecho a reír con las estrellas,
a mirar a la luna y disfrutar de la oscuridad
donde nacen los sueños de dragones y princesas que acaban bien.
Y de día, derecho a tener los mismos derechos que el resto de los niños que tienen derechos, aunque cada vez son menos estos niños…
Derecho a jugar, a aprender, a tirarme por un tobogán.
Derecho a montar en bici, a jugar al futbol,
a tener una casa donde celebrar mi cumpleaños.
una mesa donde hacer la tarea.
Derecho a la utopía.
Y no se me olvida…
tú derecho a conocer lo que hace la policía
por las noches en el Gallinero.
Tu derecho a conocer la intervención de la policía nacional
en la noche del 15 de noviembre de 2010 entre otras noches.
Tu derecho a gritar que no quieres una ciudad así.
Tu derecho a luchar por tus derechos
que son los míos,
soy un niño que vive en una chabola a apenas
catorce kilómetros de la puerta del Sol.