

Y se nos muere el Sur con la alegría y el color en los labios. Lentamente, casi sin anunciarnos su dolencia, su álgida diabetes. Qué agonía diluída y confusa... La rubrican los olvidos y lacran los anises en sus pirámides vacías. Qué epidemia y qué muerte tan extraña. Nadie teme el contagio. Hasta se acercan con más curiosidad, menos modales, maneras precautorias. Ay, amigos, que se nos muere el Sur y no dispone siquiera de un cadáver a propósito. Y se nos muere el Sur con la alegría y el color en los labios. Lentamente, casi sin anunciarnos su dolencia, su álgida diabetes. Qué agonía diluída y confusa... La rubrican los olvidos y lacran los anises en sus pirámides vacías. Qué epidemia y qué muerte tan extraña. Nadie teme el contagio. Hasta se acercan con más curiosidad, menos modales, maneras precautorias. Ay, amigos, que se nos muere el Sur y no dispone siquiera de un cadáver a propósito.
J. L. Nuñes
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