"Ha llegado el momento de hacer otro sacrificio por la Patria –les dijo el Héroe de Yaguajay. Fidel y Raúl nos han dado la misión de partir enseguida para Camagüey, donde tendremos que defender una vez más a la Revolución, ahora de una vil traición".
Se refería a la intentona sediciosa tramada por Hubert Matos, Jefe del Regimiento Agramonte II, que realizaba una actividad divisionista y anticomunista en aquella provincia, obstaculizando las leyes revolucionarias.
A las 6:00 de la mañana del 21 de octubre del 59 llegó el Comandante Camilo Cienfuegos al aeropuerto de Camagüey, y luego de visitar la Jefatura Provincial de Policía, llegó alrededor de las 7:00 antemeridiano al Campamento Militar donde se había atrincherado Hubert Matos.
Tratando de evitar derramamiento de sangre, Camilo ordenó a sus acompañantes que lo dejaran entrar solo a la residencia del traidor: "Este asunto lo resuelvo yo personalmente", les dijo. Y al encontrarse ante el cabecilla, le espetó: "Yo como jefe del Ejército Rebelde asumo el mando en Camagüey y te detengo por traidor".
Fidel, que ya había llegado a la ciudad, apareció a pie en el Campamento, al frente de una manifestación de más de 30 000 camagüeyanos.
Luego de reorganizar el ejército en Camagüey y efectuar cambios en el gobierno de la provincia, Camilo regresó a La Habana el 25 de octubre, y al día siguiente recordó al pueblo, durante su último discurso, los versos de Bonifacio Byrne.
El 28 volvió a Camagüey, y en su viaje de retorno a la capital cubana a bordo de un Cessna 310-C, desapareció para siempre el Comandante de la sonrisa constante y el sombrero alón.
Días antes, al replicar al anticomunismo del traidor Hubert Matos, le había dicho: "Esta Revolución es humanista, verdeolivo, y tan cubana como las palmas, pero ten la seguridad de que si la solución de los problemas del pueblo, si la garantía del futuro fuera el comunismo, pues entonces yo seré comunista".