El caso es que el viernes pasado en Radio Mambí, Ninoska Pérez Castellón, auxiliada por Zoé Valdés desde París, metieron una bronca radial -- show pantomima tan grotesco como la lucha libre de televisión -- contra Guillermo Fariñas, un disidente que en Cuba lleva más de 100 días de ayuno.
En definitiva la Carta de Saladrigas (o de Los 74, como se le llame) fue el detonante para que la ira radial se volcara contra Fariñas. Se le acusó de recibir paga, de ser privilegiado y de mantener un trámite anoréxico asistido por el gobierno, que le inyecta sueros intravenosos y le introduce supositorios anales.
El fakir de Santa Clara pasó a ser Persona Non Grata en Radio Mambí mientras Marta B. Roque (que se negó a firmar la carta) fue reivindicada y llevada de nuevo al aire. Only in Miami. Fariñas perdió puntaje local aunque haya firmado un documento oposicionista y lleve tres meses de abstención de ingesta.
Es que para la ultraderecha miamense cualquier variante oposicionista que incluya el levantamiento del bloqueo económico o alguna mesura, es contuvernio con Fidel y Raúl (como la traición de ciertas Damas de Blanco, entre ellas la esposa de Elías Biscet, que piden tregua en la calle para lograr el verdadero propósito de ir de blanco y con gladiolo: el ex-carcelamiento de sus familiares).
Así las cosas, en el canal 41 (baluarte local de la televisión anticastrista) el vice-rector del Centro de Estudios Cubanos, Andy Gómez, exige que el Cardenal Ortega sea expulsado de la isla con sotana y gorrito rojo; mientras que en su competencia, el canal 22, el disidente Héctor Palacios desde Cuba denuncia que los firmantes de la carta están siendo amenazados con llamadas telefónicas anónimas desde Miami, acusados de comunistas, oportunistas, entreguistas y varios istas más. Saladrigas corrobora la denuncia en el mismo programa (y también acusan a Saladrigas de no ser banquero sino usurero).
El tinglado de pronto se le desbarata a la oposición porque queda a la vista que la ultraderecha no quiere mejorar la vida del pueblo cubano, sino jugar a la democracia a través de los millones del USAID que se quedan casi todos en Miami. Incluso defendiendo sus intereses con intimidación y miedo. De pronto la ultraderecha miamense se convierte en otro mítin de repudio contra los disidentes en la isla.
Se entiende que estos elementos ajenos al pueblo cubano necesitan de las sanciones económicas actuales, por eso las apoyan. Saben que no es medida de presión alguna sobre el gobierno cubano sino un instrumento para crear malestar popular, asfixia social y odio.
Repiten hasta la saciedad que el embargo no es el problema de Cuba sino el gobierno. Esa regla de tres resulta tan cínica como aparentemente real: si el gobierno actual renuncia se acaban las sanciones económicas. Sólo que ningún embargo económico ha derribado un gobierno. Por eso nuestros ultras se alejan tanto de la realidad que se oponen entre ellos mismos y se meten el tiro en la pata.
De todas maneras lo más penoso de esta tramoya ha sido el incidente del viernes en Radio Mambí porque debieron escoger otras personas más apropiadas para enfrentar a un huelguista de hambre profesional... no a dos señoras obesas y de mal carácter, apologistas del batistato, un pasado superado por nuestra historia y por millones de cubanos.
José Varela, nacido en Cuba 1955, caricaturista editorial en Miami durante 15 años con la revista Éxito (1991-97) y El Nuevo Herald (1993-2006). Es publicista y escritor de televisión. Es miembro del equipo de Progreso Semanal.