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General: Bolivia ... el gran García Linera ... y ese mundo obrero -indígena
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 13/12/2010 16:34
 
La Razón
 
 
 
— Entendemos que su libro, La potencia plebeya, es una compilación de sus investigaciones; pero, en el fondo, es un diagnóstico de los mundos obrero e indígena.

— Este libro lo que hace es recopilar textos antiguos, algunos de los años 80, y nuevos. Pero en el fondo resume dos de las grandes obsesiones intelectuales que sigo teniendo. Aquí mi aporte está en explicar por qué se ha debilitado el movimiento obrero y hallo que, en los últimos 20 años, se ha agigantado el número de obreros, lo que modifica la composición material productiva y ello cambia los comportamientos ideológico-políticos.

Una segunda línea de trabajo es el mundo indígena. Ahí están escritos antiguos que primero van buscando la metodología, la técnica de Marx, cuyos textos no eran conocidos por los izquierdistas de Bolivia. A partir de ellos yo intento ver el papel, digamos el potencial, de la comunidad indígena y las posibles transformaciones al futuro.

En la última parte del libro, ambos elementos ya están en movimiento. Lo veo primero mediante una búsqueda académica, racional e histórica. Luego, en los textos de los años 2000 al 2008, llego al punto de bifurcación de lo obrero e indígena, en un movimiento de acción revolucionaria. Analizo los movimientos sociales, la guerra del agua, la revolución del 2003 y, finalmente, el texto explica cómo se dirime la lucha por el poder entre el 2006 y el 2008.

— ¿Cómo entiende la conjunción de estos movimientos, considerando que llegó una crisis de Estado?  
            
— Evidentemente a partir de los años 90, hay una modificación del sujeto conductor del bloque revolucionario, y eso tiene que ver con tres motivos. Uno es el debilitamiento —no en número, sino en composición política— del movimiento obrero. Desaparece la línea de transmisión de conocimientos, se rompe la disciplina interna porque los saberes ya no los transmite el obrero sino la empresa, entre otras razones.

En segundo lugar, el movimiento campesino indígena da un salto cualitativo en los 90 y asume voluntad de poder. A diferencia de los obreros —que eran profundamente revolucionarios en sus horizontes de transformación, pero que delegaban la toma del poder a los partidos de izquierda—, el movimiento indígena campesino se asume a sí mismo como sujeto de poder y con voluntad de poder. Este es el cambio de conciencia política más importante de los últimos años.

Y el tercer elemento va a ser que la sociedad, a partir del año 2000, va a presentar una predisposición colectiva a cambiar creencias y expectativas. Y el panorama queda con un sujeto con voluntad de poder (el indígena campesino) y una predisposición colectiva a nuevas expectativas por la frustración y al derrumbe neoliberal. Es un momento virtuoso que da nacimiento a la época revolucionaria.

— ¿Cuál es el papel de la clase media en este proceso?

— No hay clase media, lo que hay son clases medias: la clase media tradicional, formada a partir de la profesión; la clase media letrada universitaria, que a su vez tiene dos segmentos: uno más tradicional mestizo y otro de procedencia indígena. Y otra clase media  emergente, desde el punto de vista de ingresos económicos: comerciantes, transportistas, que están predispuestos a seguir lo que se  gesta en lo popular, indígena y vecinal. El 2008, 2009 y 2010 esta otra clase media asume ya los nuevos horizontes y valores del cambio.

— ¿Qué pasará con los movimientos sociales ahora que detentan el poder?

 — Toda la acción colectiva tiene un momento de gestación, un momento de emergencia organizativa, otro de movilización  y un momento cumbre. Y luego vienen el momento de la institucionalización de lo conquistado y un gradual repliegue de la acción colectiva, que es por oleadas, sube y baja. En Bolivia, la  gestación fue en los años 90, 80 y 70; la emergencia, el año 2000; un momento cumbre el 2003-2005 y ahora, una vez conquistado el poder, llega un grado de disminución de la acción colectiva y de estabilización de las organizaciones sociales victoriosas. Cuando se da el ascenso, las organizaciones construyen horizontes colectivos universales. Hoy vivimos lo que podemos calificar como un repliegue temporal, porque estamos esperanzados en una nueva oleada de ascenso social, pero ya con otra dimensión de radicalización de la revolución, de profundización.

— ¿Qué mensaje dará a la comunidad internacional con la presentación de su libro?

— Con humildad, creo que el aporte de Bolivia al mundo en estas décadas es la toma del poder por los movimientos sociales organizados para construir un Estado integral. Ahí esta el mensaje y la búsqueda del libro, que escudriña este poder organizado de la sociedad, cómo se ha ido construyendo históricamente, cómo desemboca en victorias y cómo puede ser utilizado, salvando distancias, por otros sectores sociales, por otros pueblos del mundo.

http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=122449&EditionId=2374
Entrevista a Álvaro García Linera, vicepresidente boliviano
García Linera avizora que la revolución se profundizará
 
 


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De: albi Enviado: 13/12/2010 16:38
 
UNA RADIOGRAFIA DE LA INMIGRACION

Datos versus prejuicios

A la Argentina llegan menos inmigrantes que antes. Sólo el tres por ciento de los presos son extranjeros. Por narcotráfico hay detenidos más europeos que latinoamericanos. Las políticas migratorias restrictivas fracasan en todo el mundo.

 Por Raúl Kollmann

Cuando Mauricio Macri le echa la culpa de lo ocurrido en Villa Soldati a “una política migratoria descontrolada”, lo que está reclamando es un modelo que, además de injusto, fracasó en todo el mundo: las políticas migratorias restrictivas. Estados Unidos, por ejemplo, tiene una sola frontera compleja, con México. Cuenta con tecnología de punta, satélites, muros, cercos, helicópteros. Y aun así, en territorio norteamericano hay dos millones de inmigrantes en situación irregular. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) hace rato que llegó a la conclusión de que el migrante que necesita o desea ir a otro país, sobre todo por desesperación económica o porque tiene un familiar allí, lo consigue indefectiblemente. Así sea a Estados Unidos, España, Francia, la Argentina o el país que fuere. “Cerrar las fronteras es ineficaz”, consideran los expertos. Para colmo, Macri se afirma en una distorsión total de la realidad. En la Argentina no hay más inmigrantes que antes, sino menos. Y ni hablemos si se comparan las proporciones actuales con las del siglo pasado, cuando hubo tiempos, como en 1910, en que vivían en Buenos Aires más extranjeros que personas nacidas en el país. De acuerdo con el censo de 1960, un 13 por ciento de los habitantes de la Argentina eran extranjeros. En el censo de 2001 el porcentaje de extranjeros bajó al 4,2 por ciento y se calcula que hoy en día –habrá que ver el reciente censo– la proporción bajó aún más. También la asociación de inmigración con delito, además de fomentar la xenofobia, es falsa: en las cárceles bonaerenses hay 902 extranjeros sobre una población total de 30.100 presos, es decir el tres por ciento, menos que la proporción de extranjeros que viven la Argentina.

Mercosur

Mauricio Macri es hijo de un inmigrante que aún hoy habla mitad castellano, mitad italiano. No es aquella inmigración la que cuestiona, sino la de los países limítrofes. Sin embargo, esto pega en el centro de la mayor estrategia de desarrollo del país en las últimas décadas, el Mercosur. De la misma manera que la Unión Europea implicó necesariamente la libertad absoluta de tránsito y residencia entre los países, el Mercosur y, tarde o temprano, la Unasur, también implican la libertad de tránsito y asentamiento de los ciudadanos de todos los países miembros. El Plan Nacional de Normalización Documentaria Migratoria, denominado Patria Grande, permitió que 423.000 personas, originarias de los países del Mercosur y asociados, presentaran la documentación para lograr la residencia en la Argentina. Esto está incluido explícitamente en un acuerdo de residencia firmado en 2002, antes del gobierno de Néstor Kirchner, que permite a los nacionales de los integrantes del bloque obtener la radicación en cualquiera de los países del Mercosur o asociados. No es casual que los tres fallecidos en Villa Soldati, Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña y Juan Castañares Quispe, tuvieran una situación regularizada como inmigrantes, con los papeles presentados –incluyendo certificados de buena conducta– ante la Dirección Nacional de Migraciones (DNM).

Hablar de una “política migratoria descontrolada” no sólo es echarles la culpa de lo ocurrido a los ciudadanos originarios de los países limítrofes, sino rechazar la política acordada por el Mercosur e ir a contramano de las estrategias de integración que se están desplegando en varias regiones del mundo. Es más, el Mercosur todavía está lejos de lo logrado en la Unión Europea, donde lo único que hace falta para que un nacional de España, por ejemplo, pase a residir en Alemania, es que registre su dirección en el pago de impuestos. Como cualquiera sabe, el ciudadano de la UE puede trabajar en todos los países que integran la Unión.

Mano de obra barata

Las políticas de inmigración restrictivas, como la que ahora sugiere el jefe de Gobierno porteño y era el espíritu de la anterior ley, conocida como la Ley Videla, en honor al dictador del Proceso, no frenaron ni frenan la inmigración. El efecto real que producen es que los extranjeros que llegan al país se convierten en ilegales y, por lo tanto, en mano de obra barata, superexplotada y condenada a trabajar en negro en las peores condiciones.

Según coinciden los especialistas, durante el Proceso la política migratoria era restrictiva, resultaba muy difícil conseguir la residencia en el país y al mismo tiempo tampoco se impulsaba la expulsión de los inmigrantes ilegales. “¿Usted cree que en Estados Unidos quieren expulsar a los dos millones de mexicanos y latinoamericanos que están residiendo allí sin papeles? La realidad es que no. Los quieren como mano de obra barata. Lo mismo que sucedía aquí. Un inmigrante con documentación tiene derechos y está en condiciones de reclamar condiciones normales de trabajo”, analiza uno de los máximos responsables de la Dirección Nacional de Migraciones.

Presos extranjeros

Los datos de 2009 establecen que en los establecimientos del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) había 902 presos nacidos en otro país, sobre una población total de 26.092 internos y unas 4040 personas alojadas en comisarías.

Esto ya está indicando que no es como dice Macri que hay una proporción altísima de delincuentes extranjeros: el porcentaje está en el tres por ciento de la población carcelaria; es decir algo por debajo de la proporción de extranjeros en el total de habitantes del país.

Otro dato que lo contradice es que, curiosamente, hay muy pocos bolivianos presos, apenas 58. En las cárceles bonaerenses, por ejemplo, hay más uruguayos que bolivianos. En total, en 2009 el SPB alojaba 341 paraguayos, 219 uruguayos, 132 chilenos, 62 peruanos, 58 bolivianos, 21 brasileños y 69 ciudadanos de otros países.

El SPB tiene la mitad de la población carcelaria del país. Mucho más chico es el Servicio Penitenciario Federal (SPF), que aloja a algo más de 9000. Allí, la proporción de extranjeros detenidos trepa al 25 por ciento, pero sucede que en el SPF se alojan los que cometen delitos también en las fronteras. “Buena parte de los que están en las cárceles del SPF no son residentes en ningún barrio argentino, sino mulas que trataron de ingresar al país con distintas cantidades de drogas”, explica Alejandro Marambio, titular del SPF. Si se promedia lo del SPF con los servicios penitenciarios provinciales en la mayoría de los cuales casi no hay extranjeros, se llegará al promedio que –según los expertos– lo marcan las cárceles bonaerenses.

“En las cárceles tenemos ciudadanos bolivianos, peruanos o paraguayos imputados en causas que tienen que ver con drogas. Pero el mayor nivel del narcotráfico está en los otros presos que tenemos: holandeses, españoles, sudafricanos”, le explicó a este diario el funcionario de Migraciones.

Restrictiva

La crisis económica norteamericana y europea hizo crecer los niveles de xenofobia y los reclamos de políticas migratorias restrictivas. Aunque surgieron en forma reciente, las leyes al estilo de la de Arizona, en la que se persigue al inmigrante, lo cierto es que en Estados Unidos viven dos millones de personas que atravesaron las fronteras y residen allí sin papeles. Y, supuestamente, se trata del país más avanzado técnicamente y con una sola frontera caliente, la que comparte con México.

Argentina tiene 9400 kilómetros de fronteras y limita con Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile. El único límite natural es la cordillera de los Andes, con Chile. Con el resto de los países hay fronteras secas o, a lo sumo, ríos que se cruzan en balsas y en muchas ocasiones están secos y se puede cruzar hasta caminando. La consecuencia de una política inmigratoria restrictiva sería sólo que habrá más extranjeros indocumentados y con menos control: porque quienes quieren llegar, llegarán igual. Tal cual lo que sucede con los mexicanos en Estados Unidos o los africanos en Europa.

En la DNM afirman que, justamente, lo que permitió el plan Patria Grande es ordenar las migraciones, identificar a las personas que viven en la Argentina, saber con precisión cuántas entran y cuántas salen.

Descontrol o restricción

Cuando Mauricio Macri habla de “inmigración descontrolada” y que “la ciudad no puede absorber a los que vienen”, algo que se equipara a que “la ciudad no puede recibir en los hospitales a los que vienen del Gran Buenos Aires”, lo que está planteando, de hecho, es cerrar las fronteras, violar el acuerdo del Mercosur y, de paso, poner en cuestión la misma existencia del Mercosur.

Las premisas son, en sí mismas falsas:

- No llegan más extranjeros que antes, sino menos.

- En la zona de Soldati, la mayoría de los inmigrantes son bolivianos. Según los registros de Migraciones, la inmigración boliviana bajó en forma abrupta por la mejora en la situación en Bolivia. La migración de Paraguay no tiene picos de crecimiento, se mantiene constante.

- La crisis de la Villa 20, tal cual señala el padre Francisco Pablo Punturo, de la parroquia María Madre de la Esperanza de la Villa 20, no deviene de problemas migratorios. “La gente está con la situación bastante regularizada. Migraciones facilita mucho la residencia. Y la regularización también pasa por los argentinos, que ahora tienen un fácil acceso al DNI. Acá el problema principal es que no hay avances en ningún terreno: ni en las viviendas ni en la salud ni en la educación. Según sostienen los religiosos, no se construyó ni un milímetro nuevo en la escuela que atiende a los hijos de los habitantes de la villa, con lo cual hay demasiados chicos por aula y, por ejemplo, hay chicos en sexto grado que todavía no saben leer.” La toma del parque –diagnostican los religiosos de la parroquia, en diálogo con Página/12– no tiene que ver con temas migratorios sino que “hay una parte de los habitantes desesperados por los altísimos alquileres que pagan, casi del mismo nivel que en Barrio Norte y, por supuesto, unos cuantos vivos que quieren nuevos terrenos para alquilarlos. En esto, el Gobierno de la Ciudad no hizo nada de nada. Está todo abandonado”.

- La antropóloga María Inés Pacecca, investigadora del Conicet y de la UBA en temas migratorios, afirma que “no existe ni explosión ni descontrol migratorio. Estamos esperando las cifras del reciente censo, pero, con toda la furia, podría haber 1.500.000 inmigrantes en todo el país. La misma proporción de extranjeros que en 1991. Lo que sucede es que no cuestionaban la inmigración anterior, la de europeos, con un criterio casi racista. Y les parece natural pensar así, como en algún momento pareció natural que las mujeres no votaran. De hecho hablan de una inmigración buena y una inmigración mala”.

El director nacional de Migraciones, Martín Arias Duval, en el discurso del Día del Inmigrante, recordó a los japoneses que llegaban y ponían tintorerías, como los ciudadanos chinos o coreanos que vienen ahora y ponen supermercados; los llamados turcos que ponían bazares, con los bolivianos que hoy plantan ajo, se dedican a la floricultura o ponen una verdulería; los españoles que trabajaban en bares o eran porteros, en paralelo con los paraguayos que son magníficos albañiles y son claves en la construcción. “¿Acaso los europeos no vivieron en conventillos de ‘mala muerte’ donde había peleas, borrachos, estafas y robos? ¿Acaso podían pagar religiosamente el alquiler?”

 

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-158542-2010-12-12.html


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: albi Enviado: 13/12/2010 17:07

Como invitado, Macri prefiere la mesa de Mirtha Legrand

El jefe de Gobierno fue a la Casa Rosada para pedir que la policía desalojara el predio y aseguró que no tenía plata para construir viviendas. El gobierno nacional ofreció tierras y el cerco de Gendarmería. Los ocupantes dijeron que no se van del parque sin una solución

 
Macri propuso un censo de los ocupantes y le dijeron que no tenían problema, pero que no se iban a ir hasta que no les dieran una vivienda.
Imagen: Télam.

Al filo de la medianoche del viernes comenzó la reunión que convocó el gobierno nacional para tratar de resolver el conflicto en Villa Soldati. Estuvo signada por los cruces entre el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y los ocupantes del Parque Indoamericano. El líder de PRO insistió en que desalojaran el predio. Los representantes le respondieron que querían una solución al problema habitacional. El gobierno nacional ofreció terrenos para construir viviendas, pero Macri sostuvo que no tiene plata. A las tres de la mañana, pasaron a un cuarto intermedio y siguieron ayer. Una vez que acordaron que el gobierno nacional iba a mandar a la Gendarmería a establecer un perímetro, Macri se retiró. Desde la gestión PRO, plantean que no aceptarán llegar a un acuerdo si antes no abandonan el lugar. Los delegados de los ocupantes les respondieron que no se irán sin garantías de una vivienda. Hay una nueva reunión mañana.

Un operativo combinado de Gendarmería y Prefectura –con vehículos blindados y helicópteros– se desplegó sobre la zona para evitar nuevos ataques de las patotas que aparecieron al caer la noche el jueves y el viernes. En tanto, el gobierno porteño finalmente envió la ayuda humanitaria: agua, baños químicos y raciones alimentarias. Las dos medidas habían sido ordenadas el miércoles por el juez Roberto Andrés Gallardo.

El operativo tiene como fin crear un cerco que impida la llegada de más personas al predio y también busca evitar nuevas muertes, como las que ocurrieron cuando barrabravas vinculados al Sutecba atacaron a los ocupantes con palos, piedras, cuchillos y armas de fuego y con el desalojo violento del martes –pedido por la gestión PRO y ejecutado por la Policía Federal y la Metropolitana– que terminó con dos personas asesinadas.

La negociación, en tanto, deberá seguir. “Si no fuera por los macristas, el acuerdo de las viviendas estaba resuelto. Incluso le proponíamos una conferencia de prensa conjunta, con el gobierno nacional y nosotros”, contó el dirigente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Juan Carlos Alderete. En lugar de eso, hubo tres conferencias, una de los ocupantes, otra de Fernández y una tercera de Macri, en la que cuestionó “la mezquindad y la pequeñez del discurso del Gobierno, cargado de oportunismo político”. “Festejo que hayamos podido sentarnos en una mesa a trabajar”, dijo el líder de PRO, que pidió calma a “los vecinos de Soldati”, a los que les envió “una voz de aliento y optimismo”.

Gritos a la madrugada

El viernes, Macri había pedido por carta una audiencia con la Presidenta, con quien se cruzaron por los medios. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, explicó vía Twitter que los ocupantes le habían pedido que mediara con la gestión PRO. Alderete relató a Página/12 que lo llamaron desesperados de Villa Soldati y que él se comunicó con el subsecretario de Abordaje Territorial, Sergio Berni, para gestionar “una mesa de negociación con Macri, que nunca nos quiso recibir”. A medianoche, el jefe de Gobierno fue convocado a la Casa Rosada.

La Presidenta se retiró a la quinta de Olivos y se quedaron Fernández y el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Con Macri fueron su ministro de Justicia, Guillermo Montenegro; la de Desarrollo Social, María Eugenia Vidal, y el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Por los ocupantes, estaban Alderete, el delegado de la Villa 20 Diosnel Pérez –del Frente Popular Darío Santillán–, el dirigente del PO Marcelo Ramal y Enrique Fukman, de ex Detenidos-Desaparecidos, entre otros.

Todos coinciden en un adjetivo para el clima del encuentro: “tenso”. Los que representaban a los ocupantes les exigieron a ambos gobiernos que se esclarecieran los asesinatos. “No podemos negociar con los usurpadores”, planteó, de entrada, Macri. “Los términos que usa no nos gustan para nada, porque lo que hicimos fue por el incumplimiento de sus promesas de la campaña electoral”, rebatió Alderete. La discusión continuó con lo que el dirigente describía como “una negativa permanente de Macri”. El jefe de Gobierno exigía una y otra vez que abandonaran el predio. Macri hablaba de un enfrentamiento entre dos grupos y los dirigentes le aclararon que muertos hubo de un solo lado. Y todos inmigrantes.

–Los vecinos perdieron la paciencia –dijo el líder de PRO.

–Conocemos vecinos que protestan, pero no que maten. Los que matan no son vecinos –le contestó Fukman.

–Hay miles de vecinos que quieren el parque –insistió Macri.

–Y hay miles que quieren vivienda.

Diosnel Pérez recordó que falta construir viviendas en el cementerio de autos que tiene la Policía Federal en la zona, sobre el que pesa una orden judicial para desalojarlo. Fernández dijo que era complicado, que muchos autos están en una causa judicial. “Por ese basurero, mi hijo tiene plomo en la sangre. En vez de preocuparse por las causas de los autos, preocúpense por la gente”, se quejó el delegado de la Villa 20.

Macri, muy molesto por tener en la mesa a los dirigentes de izquierda, trataba de volver el tema hacia los funcionarios nacionales. Les exigió que mandaran la Gendarmería o la Policía Federal “a que cumpla la ley”, aunque –como adelantó este diario– la jueza María Cristina Nazar le rechazó un nuevo pedido de desalojo. “Usted también tiene que cumplir la Constitución y darnos viviendas”, se metían los dirigentes de izquierda.

“Lo que queremos es que nos garantice que no van a ir más las patotas”, le plantearon. Macri dijo que no tenía nada que ver con eso. “Somos grandes”, le contestaron. El diálogo no avanzaba. Macri propuso un censo de los ocupantes y le dijeron que no tenían problema. “Bueno, pero se termina el censo y se van”, insistió. Volvieron los gritos: “Macri, nadie se va a ir. Dejemos de hablar pelotudeces”, le respondió uno de los ocupantes y amagaron con levantarse e irse. Cuando se calmaron los ánimos, Alderete le dijo al líder de PRO: “Esa no es una forma de negociar. Todos tenemos que ceder un poco”.

No hay plata

Tras varias idas y vueltas, Randazzo anunció que el gobierno nacional estaba dispuesto a ceder algunas de las tierras que tiene en la ciudad –se habló del polo farmacéutico o de los terrenos de la Onabe, pero no hubo precisiones– “pero la Ciudad tiene que construir las viviendas”. De inmediato, Macri sostuvo que no hay plata, que no se podía. La discusión se estancó. “Ahí, un poco más y le tenemos que hacer una colecta nosotros al gobierno de Macri. Parecía que estaban en quiebra”, describía Alderete.

“Con sus declaraciones discriminatorias, no quiere resolver el conflicto. ¿Usted lo hace por una cuestión económica o ideológica?”, le preguntó el dirigente de la CCC a un fastidiado Macri. “Es una cuestión económica. Y con lo de la discriminación me malinterpretaron”, se defendió el líder de PRO, que insistió: “La solución del problema habitacional la tiene que dar la Nación”. “Bueno, si ustedes son unos inoperantes y no pueden resolver nada, dejen a cargo al gobierno nacional”, ironizó Alderete. Ya pasaban las tres de la mañana. Hicieron un aparte y discutieron entre los funcionarios de ambos gobiernos sin llegar a un acuerdo. Luego decidieron pasar a un cuarto intermedio.

Café con críticas

La mesa chica del PRO se juntó bien temprano. Acordaron pedirle como condición al gobierno nacional un “operativo de pacificación”. Gabriela Michetti propuso un comité de paz, que integraran la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y el titular de la Red Solidaria, Juan Carr, entre otros. La ex vicejefa también les contó que, durante la madrugada, le tocaron el timbre “un grupo de encapuchados” como forma de amedrentamiento. La comitiva macrista volvió a Casa Rosada a las 11.30. ¿Cómo fue el encuentro del sábado? “Tenso”, dicen todos. A él se sumaron nuevos representantes sociales, como el delegado de la villa 15 Alejandro Salvatierra. “Vos, con tu discurso xenófobo, sos el responsable de cómo fue la gente”, lo recibieron a Macri.

De todas formas, los macristas destacaron la buena predisposición de Salvatierra y que planteó que sabían que no se iban a poder quedar a vivir en el parque. Después de que los funcionarios de ambos gobiernos consensuaron que iba a haber un operativo, volvió la discusión sobre las viviendas. Macri dijo que tenía que ocuparse de diversas cuestiones y se retiró. “Fue imposible hablar con Macri de algo más. Todo era: no, no, no”, resumió Fukman, que también participó de segundo encuentro.

Tras la partida del jefe de Gobierno, se quedaron Vidal, Montenegro y Larreta. Insistieron con que no se podía hacer público ningún acuerdo de entrega de viviendas, porque causaría “la ira de los vecinos de Soldati” y nuevamente la discusión se trabó. Los dirigentes sociales se fueron de la reunión con la garantía del gobierno nacional de que no va a haber represión y de que habrá otra reunión el lunes por la mañana.

 


 
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