La Navidad. "Le pusieron por nombre Jeshua: Jesús"
Benjamín Forcano, teólogo
Lo venimos oyendo desde hace más de dos mil años. Y, sin embargo, la cosa ha cambiado enormemente. Ya en los principios, se produjo el intento de ocultar la verdadera humanidad de Jesús. Peligro que hoy, en el Congreso de Teología del septiembre pasado, denunciaba el teólogo Jon Sobrino, superviviente de la matanza en El Salvador: “Necesitamos recuperar a Jesús de Nazaret.
Sin alguien como Jesús de Nazaret, no vemos fácil humanizar a este mundo, aunque aceptamos sinceramente la nube de personas, tradiciones religiosas, y no religiosas, humanizadoras, fuera del evangelio”.
La Navidad es un espejo de la urgencia de esta necesidad. Fiesta cristiana, la Navidad la encontramos viviente en el cine, en el arte, en la literatura, en la religiosidad popular, en la teología , en la espiritualidad y también en la política: belenes y villancicos, papás noels, espectáculos super star, titilantes conglomerados comerciales, que eclipsan el sentido auténtico de la Navidad.
A pesar de todo, Federico Mayor Zaragoza piensa que “La reacción en nuestra sociedad ante Jesús de Nazaret es en general respetuosa, amistosa, más cercana cuanto más sombría es la situación de la gente. La actitud displicente u hostil hacia la Iglesia, especialmente por parte de las nuevas generaciones, no se presenta en lo que se refiere a la figura de Cristo. Así lo piensan los autores que estudian el problema: sea cual sea la edad, la condición, la creencia,… la figura de Jesús es respetada”.
El teólogo-exégeta Rafael Aguirre vuelve a insistir: “Es preciso volver a lo más radical y originario de la fe cristiana. La personalidad de Jesús, su mensaje, su impacto histórico, plantean cuestiones que a nadie deja indiferentes. Y es, por eso y con toda razón, patrimonio de la humanidad”.
Por otra parte, escribe Leonardo Boff: “Jesús adquiere en cada época una nueva imagen. El marco definitivo de su vida y de su misterio está todavía abierto.
Hoy, en la experiencia de fe de muchos cristianos de América Latina, Jesús es visto y amado como un Libertador”. No creo equivocarme al decir que mucha gente cristiana está bastante lejos de la imagen del Jesús que hoy presentan los avances científicos, exegéticos y teológicos.
Si bien es verdad que la investigación histórica del Jesús terrestre, proseguida desde el siglo XVIII, en medio de polémicas encendidas y metodologías delicadas, no es el fundamento de la fe cristiana, pertenece no obstante a su esencia y es de “una ayuda inapreciable para penetrar en el Jesús de los evangelios, para descubrir aspectos con frecuencias desapercibidos y comprender mejor su significado actual” (R. Aguirre).
Quizás por esto, resulta sorprendente la insistencia con que muchos teólogos actuales reclaman la vuelta a Jesús de Nazaret, precisamente para remediar el “inocultable deterioro que hoy sufre la Iglesia y porque los que tienen el poder no hablan de la utopía y pretenden hacer de la “globalización” un posible sucedáneo suyo.
Pienso que el Jesús que irrumpió hace 50 años en América Latina se ha ido difuminando en muchas comunidades e iglesias, en formas de espiritualidad, en expresiones públicas eclesiales, en viajes papales multitudinarios, liturgias esplendorosas con tendencia a la apoteosis, a veces también en varias teologías.
Proliferan cristos devocionales, carismáticos, espiritualistas. Y es que no es lo mismo el “Cristo” en quien se puede creer que el “Jesús” a quien hay que seguir. Sin Jesús de Nazaret desaparece lo central cristianismo , desaparece al menos lo que cristianiza todo ello” (Jon Sobrino).
Es lo mismo que piensa José Antonio Pagola: “Lo más necesario hoy es movilizarse y aunar fuerzas para centrar a la Iglesia con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del reino de Dios”.
Tocamos de esta manera la cuestión crucial, que el teólogo José Mª Díez- Alegría (ya fallecido) se atrevió a denunciar: “Finalmente pienso que la Iglesia católica en su conjunto ha traicionado a Jesús. Esta Iglesia no es lo que Jesús quiso sino lo que han querido a lo largo de la historia los poderosos del mundo. Estas son las ideas que ahora tengo, sordo, y medio ciego, esperando la muerte con mucha esperanza y con mucho humor”.
Denuncia que trae a la memoria una frase del Garaudy de la época marxista: “Hombres de Iglesia, devolvednos a Jesús”. Y otra, no menos expresiva, que el inquisidor, en Los hermanos Karamazov de Dostoievski , echa en cara al Cristo : “Tú has atraído la libertad, pero lo que desean los humanos es seguridad, y eso es lo que da la Iglesia. Muchas gracias por haber venido hace 1500 años, pero ahora ya no te necesitamos, y en realidad nos estorbas: vete y no vuelvas”.
Creo que no hay mejor manera de recuperar la Navidad que colocar con fuerza a cada cristiano esta pregunta: ¿Y quién es este hombre?
. “ ¿Quién fue Jesús? ¿qué secreto se encierra en este galileo fascinante, nacido hace dos mil años en una aldea insignificante del imperio romano y ejecutado como un malhechor cerca de una vieja cantera, en las afueras de Jerusalén, cuando rondaba los treinta años? ¿Quién fue este hombre que ha marcado decisivamente la religión, la cultura y el arte de Occidente hasta imponer incluso calendario?
Probablemente nadie ha tenido un poder tan grande sobre los corazones; nadie ha expresado como él las inquietudes e interrogantes del ser humano; nadie ha despertado tantas esperanzas. ¿Por qué su nombre no ha caído en el olvido? ¿Por qué toda vía hoy , cuando las ideología y las religiones experimentan un crisis profunda, su persona y su mensaje siguen alimentando la fe de tanto millones de hombres y mujeres” ( José Antonio Pagola).
. “Jesús ha venido para invitar a su mesa a los publicanos, a los pecadores, a los marginados, a los reprobados; él llama al gran banquete a las gentes de los caminos y las lindes (Lc 14, 16-24). Cada página del evangelio nos habla del escándalo, de la agitación, de la inversión de valores que Jesús provoca llamando… precisamente a los pecadores. Continuamente se le pidieron las razones de esta actitud incomprensible y, continuamente, sobre todo por medio de sus parábolas, Jesús dio la misma respuesta: Dios es así. Dios es el padre que abre la puerta de la casa al hijo pródigo; Dios es el pastor que se llena de alegría cuando encuentra la oveja perdida; es el rey que invita a la mesa a los pobres y mendigos” ( Joachim Jeremias).
“La soberanía de Cristo remite a Jesús de Nazaret que, en su trayectoria vital, prefirió prescindir de la omnipotencia imaginaria y asumir el riesgo que corren en este mundo la justicia frágil y el amor discreto. El ha considerado más beneficioso para los hombres esa retirada al margen de todo esplendor” ( Christian Duquoc).
.“¡Creo en Jesucristo y le adoro. Le amo. Creo en este Amigo que me presentaron mis padres, la Iglesia: Dios hecho hombre, nacido en Belén, de la casta de David venida a menos , hijo verdadero de María, judío y obrero, natural de un pueblo colonizado; Hombre que ama, sufre y muere , perseguido y condenado por el Poder de los hombres; Resucitado por el Poder de Dios, Hombre Hijo de Dios, misteriosamente igual al Padre, “en quien habita corporalmente la plenitud de la Divinidad”, cuyo espíritu anima a la Iglesia, Camino, Verdad y Vida, Salvador de los Hombres, el Señor! (Obispo Pedro Casaldáliga).
Nadie puede confiar en alguien si no lo conoce, y conocer a Jesús induce la revisión de vida, a descubrir cuán poco cristiana es nuestra vida y cuán poco consecuente nuestra praxis con el proyecto de Jesús.
Cele -Celestino-
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