Por medio del decreto 2038, la presidenta Cristina Kirchner aceptó la renuncia de Joaquín da Rocha, procurador general de la Nación, y lo reemplazó por Angelina Abbona.
No fue Da Rocha quien renunció, sino la Presidenta la que le pidió la renuncia.
Se cree que hubo varios motivos.
Por un lado, algunos sectores de la izquierda venían deslizando a través de los medios fuertes críticas contra Da Rocha. En segundo, lugar, le imputan haber tenido poca convicción en algunas causas judiciales, como la que impulsó el Gobierno contra el diario Clarín por la ley de medios (Da Rocha perdió el recurso extraordinario que presentó el Estado y la Corte mantuvo la cautelar por la ley de medios).
Pero también pesó otra razón: Da Rocha no había sido nombrado en su cargo por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, pero ambos funcionarios sí eran amigos y, además, fue asesor suyo cuando éste era ministro de Justicia. La pérdida de poder del jefe de Gabinete repercutió sobre Da Rocha, que es uno más de los funcionarios cercanos que ve perder Aníbal Fernández en los últimos 15 días.
En su lugar ingresa Abbona, que era presidenta del Tribunal de Cuentas de Santra Cruz. Abboba conoció a los Kirchner en los años 80.
Nacida en Córdoba, en los años duros de las dictadura militar se mudó a Santa Cruz e integró un grupo de cordobeses que apoyaron a Kirchner para la intendencia y para la gobernación. Más tarde llegó Carlos Zannini. La relación que trabó Abbona con los Kirchner es lo que explica que después la nombraran fiscal de Estado y presidenta del Tribunal de Cuentas.
Lo que estamos viendo ahora una vez más es la decisión de la Presidenta de enfrentar su aúltimo año de gobierno con la gente de su más estracha confianza.