El draconiano plan de Cuba para despedir a un 10 por ciento de su fuerza laboral enfrenta una gran cantidad de problemas, entre los cuales el miedo sobre quién irá a parar a la calle no es el menor.
Economistas cubanos y extranjeros dijeron que el plan es demasiado fuerte, y demasiado rápido. Izquierdistas radicales calificaron a Raúl Castro como un capitalista explotador de los trabajadores y --en una extraña coincidencia con los disidentes cubanos-- llamaron a los trabajadores a luchar contra los recortes laborales.
Un conocido historiador y miembro del Partido Comunista alertó de un caos social, quizás incluso un éxodo masivo, y un ex viceministro de Trabajo advirtió que los despidos podrían violar la Constitucion.
Los trabajadores que tratan desesperadamente de mantener sus empleos acusan a otros de corrupción. Y algunos afrocubanos y mujeres advierten que estos sectores podrían ser los más golpeados por los recortes.
Casi nadie duda que los recortes de puestos son necesarios en un país en que el gobierno paga los salarios del 85 por ciento de los trabajadores, muchos de ellos en trabajos designados más o menos para mantener a la gente ocupada en algo. Castro ha admitido que las nóminas del Estado tienen más de un millón de trabajadores en exceso.
En sus reformas más significativas desde que sucedió en el poder a su hermano Fidel en el 2008, Castro despedirá a 500,000 trabajadores antes de abril y se espera que recorte a otros 500,000 a 800,000 más en tres años. También está recortando otros gastos públicos y subsidios, y permitiendo una expansión del sector privado con la esperanza de que al menos 250,000 de los trabajadores recién despedidos sean capaces de sostenerse a sí mismos.
Algunos cubanos dicen que no están tan preocupados por los recortes laborales porque Castro ha prometido que ningún trabajador "va a quedar desprotegido''. La isla eventualmente se las va a arreglar para pasar la crisis, agregan.
Otros aseguran que el país está lleno de temor, especialmente entre los burócratas, administradores, los de más edad, académicos y graduados universitarios recientes que son los que más probablemente se quedarán sin trabajo.
"Todo el país tiene miedo. Miedo de a quién van a botar, miedo de cómo vas a poder comer o comprar algo para los niños'', dijo Evelina, una madre habanera que tiene dos hijos en secundaria. "Eso es todo lo que la gente comenta cada minuto, en cada lugar''.
Pero los problemas con los recortes laborales van más allá del temor.
El economista disidente Oscar Espinosa Chepe dijo que no tiene dudas de que los despidos son necesarios, pero alegó que Castro lo está haciendo de la forma equivocada.
"Lo está haciendo de una forma muy súbita, de una forma muy brutal, sin antes crear las condiciones necesarias'', al esperar hasta que el sector privado haya comenzado a crecer, comentó Espinosa por teléfono desde La Habana.
"Ponen los bueyes delante de la carreta. Están despidiendo primero y esperan y rezan para que el pequeño sector privado se expanda lo suficiente para absorberlos'', dijo Archibald Ritter, un profesor en la Universidad Carleton en Ottawa, quien se especializa en la economía cubana.
Lázaro González Rodríguez, ex viceministro cubano del Trabajo, escribió en una reciente columna de internet que mientras los recortes de trabajos eran necesarios, "en lo que no puedo estar de acuerdo es con los métodos, formas y tiempo en que se quiere realizar''.
La organización laboral en la mayoría de las agencias y empresas estatales no se ha estudiado durante años, alegó González, así que las decisiones sobre cuántos empleados deben despedirse en cada centro de trabajo "no son resultado de un estudio técnico''.
El artículo 454 de la Constitución cubana también dice que un trabajo "en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano'', agregó.
Un grupo de afrocubanos, la Cofradía de la Negritud, urgió en una declaración del 22 de septiembre a los negros que crean que son despedidos por razones raciales a que "no lo acepten pasivamente y estén dispuestos a luchar ... en defensa de su mejor derecho laboral''.
Una escritora también ha alertado sobre la discriminación contra las mujeres en los despidos, destacando que ellas tienen el 80 por ciento de los trabajos administrativos, un sector señalado para recortes profundos.
Y un grupo de abogados disidentes, la Corriente Agramontista, emitió este mes un conjunto de guías explicando los derechos de los trabajadores a apelar sus despidos, y si se les niega esto, disputarlo en las cortes.
Incluso la izquierdista Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), activa principalmente en América Latina, atacó los despidos como "un clásico plan capitalista'' y agregó: "La verdadera defensa del socialismo pasa hoy en Cuba por impulsar la lucha de los trabajadores contra este plan... y exigir el derecho de huelga''.
Castro ha prometido que el proceso de seleccionar a los que mantendrán sus trabajos se hará no sobre la base de la antigüedad, sino con "estricta observancia del principio de idoneidad''.
Pero su gobierno parece que está tratando de no mezclarse mucho con el proceso, quizás para distanciarse del dolor de los recortes.
Los despidos se anunciaron por primera vez por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), controlada por el gobierno y el único sindicato en la isla. Y las recomendaciones iniciales sobre quién será despedido se están haciendo en cada centro de trabajo por un Comité de Expertos integrado por un administrador, un miembro de la CTC y tres o cinco trabajadores elegidos por sus compañeros de trabajo.
Las decisiones finales se hacen por supervisores de mayor nivel. El gobierno no reveló cuántos trabajadores han sido despedidos hasta ahora, aunque los recortes estaban programados para comenzar el 4 de octubre.
Pero los comités ya habían provocado intensas tensiones, especialmente en agencias y empresas gubernamentales con acceso a productos que pueden ser robados y vendidos en el mercado negro.
Miriam Celaya, una habanera que escribe el blog Sin Evasión, informó el 23 de octubre de una amiga que trabaja para una empresa estatal en La Habana relacionada con los alimentos y que se encuentra actualmente en su Comité de Expertos.
Los trabajadores en la empresa estaban acostumbrados a entregar sus magros salarios a los supervisores, a cambio de la oportunidad de ganar mucho más al robar los suministros y estafar a los consumidores, escribió Celaya, quien comparó el arrego con una "mafia siciliana''.
La confabulación no es poco común en los restaurantes de turistas, donde los administradores argumentan que el estado se lleva todas las ganancias, por lo que ellos necesitan los salarios de los trabajadores para mantener y mejorar las instalaciones, dijeron dos residentes de La Habana.
Pero ahora su amiga "deberá decidir, junto a los demás comisionados, quiénes de esos compañeros de bandidaje (que junto a ella y como ella, estafan al cliente y sobornan al jefe) ... siguen formando parte de la banda'', escribió Celaya.
En otro blog publicado, Celaya informó de "verdaderas batallas campales'' entre los trabajadores mientras las comisiones consideran quiénes deben mantener sus trabajos.
"Por estos días cualquier cubano se erige en verdugo de otro'', agregó. "¿Por qué me van a sacar a mí y no a Fulanita, que es una corrupta? ... ¿Y por qué a mí y no a Mengano, que siempre llega tarde? ,,, Y claro, a Ciclanita no la sacan porque es la que [tiene relaciones con el] jefe de la comisión''.
El periodista independiente Adolfo Pablo Borrazá escribió que en el Instituto del Libro en La Habana, los empleados están denunciando a sus compañeros de trabajo "con tal de mantener sus empleos''. Agregó que, "da igual si se trata de un buen trabajador, bastará con que alguien delate alguna crítica hecha al gobierno''.
Las acusaciones mutuas de corrupción durante las sesiones del Comité en un hotel en La Habana y el Aeropuerto Internacional José Martí ya provocaron investigaciones de los fiscales, según informes que circulan en La Habana.
Los despidos planeados también provocaron alertas de disturbios, incluso entre los partidarios del gobierno como Pedro Campos, un historiador, miembro del Partido Comunista y ex diplomático.
"Podría llevar a un caos innecesario, un colapso social, un éxodo masivo incontrolable'', declaró una columna firmada por Campos "y otros compañeros'' y publicada el 27 de septiembre en internet.
Pero eventualmente es probable que los cubanos acepten los despidos sin quejas, escribió la bloguera Elha Kovacs en su página de internet Arma de Tinta.
"A la larga ... la gente echará mano de sus recursos y estrategias personales de sobrevivencia ... y seguirá pensando en cualquier otra cosa en lugar de la posibilidad de cambiar las circunstancias y condiciones que dan origen al dramático escenario'', agregó Kovacs.
Espinosa Chepe dijo que el gobierno de Castro podría incluso tomar la decisión de reducir el numero de despedidos, o extender el plazo del 31 de marzo, una vez que se dé cuenta de la magnitud de los problemas por delante.
"Yo tengo dudas de que esto continúe como está planeado porque no hay, no hay condiciones para que funcione'', dijo Espinosa.