Un atentado político en Arizona, un grupo político que encabezó el peor desastre financiero y desató una guerra justificada con engaños que retomó el poder en Washington, un banquero asumió el control de la Casa Blanca y 5 mil pájaros figuran entre los sustos que pueden provocar pesadillas en medio del
sueño americano en este país.
Por el momento todo indica que el ataque contra la representante federal Gabrielle Giffords, por Jared Lee Loughner, fue premeditado, y han surgido versiones de que el joven, de 22 años, no sólo pensaba que había un complot del gobierno federal para lavar cerebros, sino que podría tener vínculos con un grupo supremacista blanco. Si todo es así, algunos consideran aquí que el delito no es producto sólo de un hombre aparentemente desequilibrado, sino tendría que calificarse de intento de asesinato político
.
Tampoco se puede ver como un hecho aislado ni como locura individual, sino como algo que surge de una locura colectiva, la misma que ayudó, en parte, a que los republicanos –los mismos que llevaron al país a su peor desastre económico desde la Gran Depresión y, tal vez, la peor aventura bélica en su historia– reconquistaran la mayoría en la cámara baja e incrementaran sus números en el Senado y en las gubernaturas del país.
Y es que la contienda electoral del año pasado estuvo marcada por lo que aquí se califica diplomáticamente de falta de civilidad
en el discurso político, pero que en verdad fue una ofensiva ultraderechista repleta de retórica racista poco disfrazada (ante un afroestadunidense en la Casa Blanca) y de populismo de derecha que sospechaba un complot socialista
en Washington representado por intentos de reformar el sistema de salud y ofrecer una amnistía
a los indocumentados, entre otras cosas.
La retórica estuvo acompañada de referencias constantes a la defensa patriótica
de un Estados Unidos que ya no es sólo de y para los blancos anglosajones, y ofreció a sectores poderosos y ricos de la derecha un movimiento
social que podía manipular para frenar intentos de incrementar impuestos, ampliar servicios sociales, imponer mayores regulaciones al sector privado y otras cosas antiamericanas.
Los demócratas, incluyendo a moderados como Giffords, fueron caracterizados como enemigos
y traidores
de Estados Unidos. Las armas, entre 200 y 250 millones de las cuales están en manos privadas (más que suficiente para armar a cada adulto en este país), figuran prominentemente en los actos, propaganda y retórica de este sector ultraderechista, junto con un Dios cristiano fundamentalista. Estos fueron algunos ingredientes –todos presentes en Arizona– del triunfo electoral republicano (sin olvidar el desencanto generado por los propios demócratas entre sus bases).
Mientras tanto, la Casa Blanca decidió que lo que más necesita para enfrentar el nuevo panorama poselectoral y político en medio de la peor crisis desde la Gran Depresión, provocada por las manipulaciones financieras de Wall Street, es… ¡un banquero! Obama nombró a William Daley como jefe de gabinete. Se trata del secretario de Comercio durante el gobierno de Bill Clinton, quien impulsó el tratado de libre comercio y más recientemente fue un alto ejecutivo en la megaempresa financiera JP Morgan Chase (donde ganaba hasta 5 millones de dólares al año), la cual goza de gran prosperidad después del rescate del sector financiero por el pueblo estadunidense. El sector empresarial elogió la decisión, aunque no se escuchan aplausos de los más de 25 millones de estadunidenses que siguen desempleados y subempleados.
Una hora antes del Año Nuevo, unos 5 mil pájaros cayeron muertos en Beebe, Arkansas, y otros 500 en un pueblo de Louisiana días después. Todavía no hay explicación, pero tal vez fue por el susto al ver, desde arriba, todo lo que está sucediendo en el país.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/01/10/index.php?section=opinion&article=025o1mun