Sucede que a veces la vida mata y el amor te hecha silicona en los cerrojos de tu casa y te abre un expediente de regulación, y te expulsa del Eden hacia tierras extrañas. Sucede que a veces sales de un bar y la luz quema la piel de este vampiro que te ama te llena la frente de fino polvo marrón-sur bostezas y te queman agujetas en las alas. Pero sucede también, que sin saber cómo ni cuando, algo te eriza la piel, y te rescata del naufragio. Y siempre es viernes siesta de verano, verbena en la aldea, guirnaldas de mayo, tormentas que apagan el televisor, teléfonos que arden, me nombra tu voz, hoy ceno contigo, hoy revolución, reyes que pierden sus coronas, verte entre la multitud, abrazos que incendian la aurora, en las playas del sur. Sucede que a veces la vida mata y te encuentras sólo y en este corazón no reciclable se unden petroleros desahuciados y sospechas que provocan miopía en lanzadores de puñales. Sucede que a veces la vida mata y el invierno, saca su revólver, te encañona en las costillas, te aterran los álbumes de fotos y el espejo huele a pino el coche y el mar a gasolina. Pero sucede... Y siempre es...
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