Al menos una mujer es ultimada a diario por su pareja, un familiar, un compañero de trabajo o un vecino en El Salvador, realidad que se hace cada vez más alarmante y sitúa, según datos oficiales, a ese país centroamericano a la cabeza de las naciones de América con mayor prevalencia de femicidios.
César Pérez Monzón - Prensa Libre - 9/1/2011
EL SALVADOR - Prueba de esa situación es el Segundo Informe Nacional sobre la situación de violencia contra las mujeres del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (Isdemu), que muestra que 552 mujeres murieron en forma violenta de enero a diciembre del 2010; 12 casos más de los registrados en el 2009.
La Fundación para la Democracia, Seguridad y Paz (Fundemospaz) advirtió de que los femicidios en ese país aumentaron en 64 por ciento en los últimos tres años, cuando se pasó de los 28 casos mensuales registrados en el 2007 a 46 en el 2010.
Problema social
Más allá de las cifras, la realidad de ese delito es dolorosa por la saña que caracteriza muchos de estos crímenes. “La situación es muy preocupante por las características que presentan los cuerpos de las mujeres que son reportados como asesinatos violentos. Se trata de mujeres asesinadas con mucho odio, con mucha saña”, explicó la directora del Isdemu, Julia Evelyn Martínez.
Detalló que los cadáveres generalmente aparecen atados de pies y manos, calcinados; algunos, decapitados, y las autopsias revelan que la mayoría de las víctimas sufrieron torturas y agresiones sexuales antes de morir.
La razón de esa cacería contra mujeres responde, según la representante de la organización feminista Cemujer, Ima Guirola, a “una construcción cultural general de aprobación de la violencia” en la sociedad salvadoreña.
“Esa es una sociedad enferma que está pidiendo sangre”, señaló y agregó que los salvadoreños, después del conflicto armado (1980-1992), que dejó 75 mil muertos, ocho mil desaparecidos y 12 mil lisiados, han “venido viendo la violencia con especial naturalidad y tolerancia”.
La impunidad se convierte en una peligrosa cómplice de esta realidad, ya que según advirtió la directora del Isdemu entre 65 por ciento y 70 por ciento de femicidios en El Salvador no recibe sentencia condenatoria en los tribunales.
Crítica internacional
Este tipo de crímenes en ese país ha llamado la atención de los organismos internacionales, que han solicitado a las autoridades salvadoreñas el diseño de políticas de prevención de la violencia de género.
En octubre último, durante la presentación del informe sobre el Estado de la Población Mundial 2010, la representante en el país del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), Elena Zúñiga, pidió al gobierno del presidente Mauricio Funes la definición “urgente” de un plan para combatir la violencia contra las mujeres.
La Iglesia Católica también se sumó a esta petición y, de manera enérgica, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, catalogó como “actitud salvaje” y de “una sociedad primitiva” el maltrato contra las féminas.
Además, la relatora sobre los Derechos de las Mujeres de la Comisión Internacional de Derechos Humanos, Luz Patricia Mejía, afirmó durante una visita en noviembre que ese país no escapa a la situación de violencia contra la mujer que se vive en el resto de Centroamérica.
“Lamentablemente la situación de discriminación contra la mujer es una situación regional. El Salvador no escapa de procesos culturales que se insertaron en el mundo occidental y en especial en América Latina, donde la mujer, de alguna manera, fue vista como parte de un grupo excluido, un grupo discriminado”, expuso Mejía.
“La investigación de los casos de violencia contra la mujer aún continúa en la impunidad, debido a la falta de herramientas que faciliten no solo el proceso de investigación, sino también la compensación a las víctimas”, puntualizó.
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