Los jóvenes en huelga de hambre contra un gobierno soberbio y sordo, piden a los países de América Latina que miren hacia Venezuela.
El 31 de enero un grupo de jóvenes venezolanos se declaró en huelga de hambre frente a las oficinas de la Organización de Estados Americanos con un propósito elemental y simple: el de hacerse oír por la comunidad hemisférica para subrayar el estado deplorable de los derechos en nuestro país.
Con los días, otros jóvenes en más de diez entidades federales se han ido sumando al gesto desesperado que clama por la vigencia de la Constitución y del Estado de Derecho en Venezuela. Como lo expresaron en uno de sus documentos, son conscientes de que ponen en riesgo sus vidas, pero al propio tiempo privilegian su compromiso de quienes despiertan al deber ciudadano.
El gesto de los jóvenes es admirable, digno de reconocimiento y de encomio, y es también ejemplar. Frente a un régimen político que se obstina en gobernar contra la gente, prevalido de la fuerza militar que invoca a cada rato para amedrentar a la ciudadanía, la juventud responde con la fuerza del idealismo que, a través de la historia, le permitió siempre escribir páginas estelares. Mientras el oficialismo celebraba el Día de la Juventud con sus fatigadas consignas de viejos dogmas acartonados amparados en la foto del Che Guevara, los jóvenes en huelga de hambre miraban a su país y a sus propios ideales.
Hay aquí un contraste que es preciso registrar, la noble posición de los que protestan contra aquellos que se doblegan ante ideologías oxidadas, y se empeñan en ponerse al servicio del caudillismo anacrónico. Los jóvenes de 1928 se rebelaron contra una tiranía momificada en el poder que les secuestraba su futuro y las posibilidades de vivir con dignidad. Por eso hicieron historia y contribuyeron decisivamente a desahuciar el caudillismo decimonónico.
Fue una de las grandes gestas de la juventud de Venezuela.
En este mes de la juventud, febrero de 2011, los jóvenes en huelga de hambre se digirieron al secretario general de la Organización de Estados Americanos, que tiene el deber de velar por la vigencia de los derechos humanos en nuestros países y, de manera especial, de la Carta Democrática Interamericana. Pero también es verdad que no podría atender la invitación de los jóvenes de visitar nuestro país sin la autorización del Gobierno. Y el Gobierno se opuso, como lo ha hecho siempre, pretendiendo que Venezuela es una isla donde puede hacer lo que se le ocurra, reprimir, acallar, ignorar a los ciudadanos, imponer, en una palabra, la ley de la selva de la revolución bolivariana.
Pero también ignorando el ordenamiento jurídico regional, los tratados y las convenciones. Para ilustrar la intransigencia del Gobierno, el Secretario General de la OEA José Miguel Insulza desmintió al Canciller de Venezuela quien había afirmado que el secretario no se proponía venir.
Los jóvenes en huelga de hambre se han dirigido paralelamente a los embajadores de los países de América Latina miembros de la OEA. Les han formulado planeamientos como estos: “Les solicitamos respetuosamente a ustedes se sirvan pronunciarse ante estos atropellos, ante nuestra precaria situación de salud y ante la solicitud que ha realizado el secretario general, José Miguel Insulza, de ser autorizado por el Gobierno de Venezuela a visitar nuestro país junto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Consideramos oportuno de vuestra parte solicitarle al embajador de Venezuela ante la OEA en reunión del Consejo Permanente, en respaldo de lo solicitado públicamente por el secretario general, permita el ingreso de esta representación del organismo de la misma forma en que ese mismo embajador de Venezuela solicitó con extrema eficacia se permitiera la entrada de la misma Comisión a Honduras durante los pasados hechos en ese hermano país”.
Es fundamental esta apelación de los jóvenes en huelga de hambre a la conciencia de América Latina. En las cumbres hemisféricas, en las reuniones de Unasur, en las visitas presidenciales, generalmente se cierran los ojos ante la sistemática violación de los derechos humanos en Venezuela y se trata de ignorar que con obstinación se va imponiendo un régimen totalitario, que niega al alternabilidad republicana y amenaza con desconocer el probable triunfo de una solución democrática en 2012. América Latina tiene la palabra.
Caracas, 20 de febrero 2011
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