La mujer de Gross ha podido visitar a su marido una vez entre rejas con un permiso de La Habana.
Un tribunal cubano halló este sábado en La Habana culpable a un empresario estadounidense de delitos contra la seguridad de Cuba.
Alan Gross, de 61 años, fue arrestado en diciembre de 2009 y acusado de ofrecer acceso ilegal a internet a opositores como parte de un programa financiado por el gobierno de Estados Unidos para fomentar cambios políticos en Cuba.
La sentencia no ha sido aún dada a conocer y tardará aún varios días en publicarse pero de acuerdo con la ley cubana el empresario podría enfrentarse a 20 años de prisión.
El corresponsal de la BBC en La Habana, Michael Voss, informó que el caso podría conducir a una congelación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
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El gobierno de Washington advirtió con anterioridad que mientras Gross no sea liberado no se producirá ningún avance significativo en la relación entre los dos países.
Aspecto demacrado
Gross había obtenido un contrato de la Agencia de ayuda exterior de EE.UU., conocida por sus siglas inglesas como USAID.
En sus varios viajes a la isla, Gross había introducido equipos de comunicación satelital sobre los que La Habana no tiene control. Supuestamente, el fin último era entregarlos a la pequeña comunidad judía para que ésta pudiera acceder a internet.
Este tipo de actividad es considerada ilegal por las autoridades comunistas de Cuba, que creen que tiene un fin subversivo.
Algunas fuentes informaron que Gross tenía un aspecto demacrado en el juicio. Según su esposa, Judy Gross, ha perdido 41 kilos en los 15 meses que ha pasado entre rejas.
Ella ha podido visitar a su marido una vez con un permiso del gobierno de La Habana, que al conocerse agregó que a las familias de cinco agentes cubanos acusados de espías en Estados Unidos no se les ha concedido la misma medida de gracia.
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Gross trabajó anteriormente en otro tipo de proyectos calificados de ayuda al desarrollo, entre otros, en los territorios ocupados de Palestina, en Kenia y en Gambia. También ayudó a tener acceso a internet a las agencias y empresas estadounidenses en Irak y Afganistán.
En Cuba tenía una experiencia muy reciente y pudo llamar la atención de las autoridades después de que realizara cinco visitas en nueve meses.