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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 13/03/2011 14:59 |
miércoles 7 de octubre de 2009
¿HACIA DONDE VA CHINA?
07-10-2009
La Historia no puede ser ignorada
Fidel Castro Cubadebate
El pasado primero de octubre se conmemoró el 60º Aniversario de la República Popular China.
Ese día histórico de 1949, Mao Zedong, como líder del Partido Comunista de China, presidió en la Plaza de Tiananmen el primer desfile del Ejército Popular y del pueblo de China. Los soldados victoriosos portaban las armas arrebatadas en combate a invasores, oligarcas y traidores a su patria.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, una de las potencias que menos pérdidas materiales sufrió en la contienda, monopolizaba el arma nuclear, más del 80% del oro del mundo y disfrutaba de un considerable desarrollo industrial y agrícola.
La Revolución victoriosa en un país inmenso como China, en el año 1949 alimentó la esperanza de gran número de países colonizados, muchos de los cuales no tardarían en sacudir el yugo impuesto.
Lenin había previsto la fase imperialista del capitalismo desarrollado y el papel que correspondería en la historia del mundo a la lucha de los países colonizados. El triunfo de la Revolución China confirmaba aquella previsión.
La República Popular de Corea fue creada en el año 1948. En la primera conmemoración de la victoria china estaban presentes los representantes de la URSS, que aportó más de 20 millones de vidas a la batalla contra el fascismo; los de la República Popular de Corea, que había sido ocupada por Japón, y los combatientes vietnamitas que, después de luchar contra los japoneses, se enfrentaban heroicamente al intento francés de colonizar nuevamente Viet Nam con apoyo de Estados Unidos.
Nadie había imaginado entonces que menos de cuatro años después de aquella memorable fecha, sin ningún otro vínculo que el de las ideas, en la lejana Cuba se produciría el ataque al Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953, y apenas nueve años después de la liberación de China triunfaría la Revolución Cubana a 90 millas de la metrópoli imperialista.
Es a la luz de estos acontecimientos que observé con particular interés la conmemoración del 60º Aniversario de la Revolución China. Se conoce de nuestra amistad con ese país de milenaria cultura, la más antigua de las civilizaciones conocidas por el hombre.
En el siglo XIX, decenas de miles de ciudadanos chinos fueron enviados a nuestro país como semi esclavos, engañados por los mercaderes ingleses. Muchos de ellos se incorporaron al Ejército Libertador y lucharon por nuestra independencia. Nuestros vínculos con China parten, sin embargo, de las ideas marxistas que inspiraron a la Revolución Cubana y fueron capaces de atravesar las pruebas difíciles de la división entre los dos grandes Estados socialistas, que tanto daño ocasionó al movimiento revolucionario mundial.
En los días difíciles de la desaparición de la URSS, tanto China, como Viet Nam, Laos y Corea mantuvieron sus relaciones fraternales y solidarias con Cuba. Eran los únicos cuatro países que junto a Cuba mantuvieron en alto las banderas del socialismo en los días oscuros en que Estados Unidos, la OTAN, el Fondo Monetario y el Banco Mundial imponían el neoliberalismo y el saqueo del mundo.
La historia no puede ser ignorada. A pesar de la enorme contribución del pueblo de China y la estrategia política y militar de Mao en la lucha contra el fascismo japonés, Estados Unidos ignoró y aisló al gobierno del país más habitado del planeta y lo privó del derecho a participar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; interpuso su escuadra para impedir la liberación de Taiwán, una isla que pertenece a China; apoyó y suministró los restos de un ejército cuyo jefe había traicionado todos los acuerdos suscritos en la lucha contra los invasores japoneses en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Taiwán recibió y recibe todavía el más moderno armamento de la industria bélica norteamericana.
Estados Unidos no solo privó a China de sus legítimos derechos: intervino en el conflicto interno de Corea, envió sus fuerzas que al frente de una coalición militar avanzaron desafiantes hacia las proximidades de los puntos vitales de ese gran país, y amenazó con emplear las armas nucleares contra China, cuyo pueblo tanto contribuyó a la derrota del Japón.
El Partido y el pueblo heroico de China no vacilaron ante las groseras amenazas. Cientos de miles de combatientes voluntarios chinos en enérgico contraataque, hicieron retroceder a las fuerzas yankis hasta los límites actuales de las dos Coreas. Cientos de miles de valerosos luchadores internacionalistas chinos y un número igual de patriotas coreanos murieron o fueron heridos en aquella sangrienta guerra. Más tarde el imperio yanki mató a millones de vietnamitas.
El 1º de octubre de 1949, al proclamarse la República Popular, China no poseía armas nucleares ni la avanzada tecnología militar que hoy dispone, con las cuales no amenaza a ningún otro país.
¿Qué diría ahora Occidente? La gran prensa de Estados Unidos fue, en general, hostil. Sus principales órganos escritos titulaban sus editoriales con frases como: “…poco interés por la ideología”, “…un espectáculo de poder”, “China comunista celebra los 60 años con Show Militar.”
Sin embargo, no fue posible ignorar la lucha. A través de todos los medios se reiteraba la idea de que era una demostración de poderío. Las noticias sobre todo se centraban en las imágenes del desfile militar.
No ocultaban su admiración por la amplia divulgación del desfile que la televisión china ofreció a la opinión pública internacional.
No pasó inadvertido, sino más bien fue motivo de asombro el hecho de que China presentara 52 nuevos tipos de armamentos, entre ellos la última generación de carros de combate, vehículos anfibios, radares, aviones de exploración y equipos sofisticados de comunicación.
Los medios de prensa resaltaban la presencia de los cohetes intercontinentales DF-31, capaces de golpear con cabezas nucleares blancos situados a 10 mil kilómetros de distancia, así como los cohetes de alcance medio y las defensas anticoheteriles.
Los 151 aviones caza, los bombarderos pesados, medios modernos de observación aérea y helicópteros sorprendieron a los ávidos buscadores de noticias y técnicos militares. “El ejército chino posee ahora la mayoría de las armas sofisticadas que forman parte de los arsenales de los países occidentales”, fue una declaración del Ministro de Defensa chino que la prensa occidental destacó.
Los 500 vehículos blindados y las 60 carrozas civiles que desfilaron frente al mausoleo causaron un profundo impacto.
La avanzada tecnología era una prueba irrefutable de la capacidad militar desarrollada, que hace unos decenios partió de cero. Lo insuperable era el factor humano. Ningún país occidental desarrollado podría alcanzar el nivel de precisión y organización mostrado por China ese día. Con cierto desdén se habló de oficiales y soldados marchando a 115 pasos de ganso por minuto.
Las distintas fuerzas que por allí desfilaron, hombres o mujeres, lo hicieron con porte y elegancia insuperables. Cualquiera podría negarse a creer que miles de seres humanos fueran capaces de alcanzar una organización tan perfecta. Tanto los que marchaban a pie como los que desfilaban en sus vehículos pasaron delante de la tribuna y saludaban con precisión, orden y marcialidad difíciles de alcanzar.
Si tales cualidades parecían fruto de la disciplina militar y del rigor de las prácticas, más de 150 mil ciudadanos de la enorme colmena humana de civiles, hombres y mujeres jóvenes en su inmensa mayoría, sorprendieron por su capacidad de alcanzar masivamente el nivel de organización y perfección logrado por sus compatriotas armados.
El inicio de la conmemoración, y el saludo a las tropas por el Jefe de Estado y Secretario General del Partido Comunista, fue una ceremonia impresionante. Se pudo apreciar una enorme identificación entre la dirección y el pueblo.
El discurso de Hu Jintao fue breve y preciso. En sólo menos de 10 minutos expresó muchas ideas. Ese día superó a Barack Obama en la capacidad de síntesis. Representa cuando habla a casi cinco veces más población que el Presidente de Estados Unidos. No tiene que cerrar centros de torturas, no está en guerra con ningún otro Estado, no envía sus soldados a más de 10 mil kilómetros de distancia para intervenir y matar con sofisticados medios de guerra, no posee cientos de bases militares en otros países ni poderosas flotas que surcan todos los océanos; no debe millones de millones de dólares, y en medio de una colosal crisis financiera internacional ofrece al mundo la cooperación de un país cuya economía no está en recesión y crece a elevados ritmos.
Ideas esenciales transmitidas por el Presidente de China:
“El día de hoy de hace sesenta años, tras más de cien años de batallas sangrientas libradas desde el inicio de la historia contemporánea, el pueblo chino logró, por fin, la gran victoria de la revolución china y el presidente Mao Zedong proclamó aquí mismo, ante el mundo, la fundación de la República Popular China, lo que permitió al pueblo chino ponerse en pie desde entonces y que la nación china, que tiene una historia de civilización de más de 5.000 años, entrara en una nueva era de desarrollo y progreso.”
“El desarrollo y progreso logrado en los sesenta años de la Nueva China ha mostrado plenamente que sólo el socialismo puede salvar a China y que solamente la reforma y apertura puede permitir el desarrollo de China, del socialismo y del marxismo. El pueblo chino tiene la confianza y la capacidad para construir bien su país y realizar sus debidas contribuciones al mundo.”
“Nos adheriremos firmemente a los principios de reunificación pacífica…”
“…continuaremos trabajando, junto con los diversos pueblos del mundo, para impulsar la noble causa de la paz y el desarrollo de la humanidad y la construcción de un mundo armónico basado en la paz duradera y la prosperidad común.”
“La historia nos ha indicado que el camino de avance nunca es llano, pero que un pueblo unido que toma el destino en sus propias manos vencerá, sin ninguna duda, todas las dificultades, creando continuamente grandes epopeyas históricas.”
Son respuestas lapidarias a la política belicista y amenazante del imperio.
http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2009/10/06/la-historia-no-puede-ser-ignorada/
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Hacia Donde Va China
Hacia Donde Va China
¿Hacia donde va China? La transformación de la capacidad económica global de China está transfigurando la correlación de fuerzas sobre las economías latinoamericanas, sus empresas, re-adaptando las estrategias para poder conquistar un entorno crecientemente competitivo, y exponiendo una agenda de acciones que permitirá a los gobiernos y las empresas maximizar conjuntamente las oportunidades brindadas por este nuevo contexto internacional. El alzamiento chino es decisivo para poder razonar los rumbos y variabilidades del mercado en los medios financieros y comerciales. Beijing ha demostrado capacidad para sostener la “intervención” pragmática en diversas extensiones (bilaterales o multilaterales), apaciguar la expansión de la crisis financiera internacional, inducir una reforma del sistema financiero internacional, y abrir vías de acción para la recuperación económica mundial, como el actual pre-acuerdo entre el Banco Central de la Argentina y su análogo chino.
Pero más importante que los acontecimientos a corto plazo, es la corriente internacional a largo plazo del nuevo rol chino en el mundo. La administración del Presidente Barack Obama tiene ahora la presión de realinear de arriba abajo su actuación a escala global, y Asia está inmersa en una inquietante marea de cambios centrados alrededor de Beijing. En ese marco, independiente de sí se puede confiar o no en China, debemos emprender el escenario sobre la base de una perspectiva de medio-largo plazo que incluya la posibilidad de un cambio del régimen internacional y una posterior reestructuración económica transpacífica. La sensación en China es que se habla sobre las contrariedades financieras de forma meramente externa, aunque es un momento de grandes cambios en la situación internacional del gigante asiático, ¿qué simboliza esto? La herramienta más potente para mantener los valores e intereses del país es la búsqueda paciente de esfuerzos acordes con una lectura de las corrientes subyacentes en la...
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El poder en China ¿Hacia dónde va el gigante asiático? |
Chino Hace 3 años (15/10/2007 14:24:32) |
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China: El futuro está en juego
Este lunes en Pekín empezó uno de los eventos políticos más importantes para China.
El XVII Congreso del Partido Comunista promete definir la ruta del gigante asiático para los próximos 20 años.
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La China de Hu Jintao aspira sobre todo a implementar un nuevo modelo de desarrollo.
Ello pese a esa insistencia en una orientación ideológica basada en una recuperada observación de la tradición partidaria y la prédica de una armonía que mejore la distribución de los beneficios generados por la reforma, haciéndolos llegar a las capas urbanas menos privilegiadas.
Nuevo modelo
¿Cuáles serán los contenidos del nuevo modelo de desarrollo?
El "desarrollo científico" (kexue fazhanguan) del que habla Hu quiere dejar atrás aquella larga etapa en la que la obsesión por el crecimiento dejó a un lado la preocupación por sus efectos en el orden social o ambiental.
También se quiere superar la etapa en la que, orientándose a la exportación, se cerraron las puertas a la innovación propia o se impidió la conformación de un mercado interno lo suficientemente sólido como para ser capaz de reorientar un crecimiento basado en la inversión exterior y la inundación de los mercados internacionales.
China no quiere ser el "taller del mundo" y se dispone a impulsar su participación en la liga tecnológica, tal como nos ha hecho saber a través, por ejemplo, de su ambicioso programa espacial.
Entre las propuestas centrales del discurso de Hu se encuentran el reducir dependencias, reafirmar una senda propia, construir una sociedad más justa y equilibrada, con pautas de consumo a todos los niveles que aseguren la sostenibilidad del actual proceso, moderando las tendencias urbanizadoras a través de la mejora sustancial de las condiciones de vida en el estancado medio rural.
Todas estas propuestas, en aplicación y desarrollo en los últimos años, previsiblemente serán revalidadas por el PCCh en este Congreso para darles un nuevo y decidido impulso.
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Hu Jintao parece consciente de que llegaron a su fin los tiempos en que el poder y la influencia de un líder duraban el tiempo de su vida (como ocurrió con Deng Xiaoping, sin cargo alguno de relevancia en todo el periodo iniciado en 1978, pero conservando siempre la última palabra).
BBC
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De la China a la Luna |
BBC Hace 3 años (24/10/2007 18:08:59) |
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De la China a la Luna China lanzó este miércoles su primera sonda lunar en una misión de exploración del satélite terrestre que tendrá un año de duración.
La sonda, llamada Chang'e 1, despegó del Centro Xichang, en el sudoeste de la región china de Sichuan, a las 18:05 hora local (10:05 GMT).
Según algunos analistas, el lanzamiento de esta sonda supone un primer paso en el proyecto de China de enviar a un hombre a la luna en 2020, y el último capítulo de la carrera espacial asiática emprendida junto a Japón e India.
A comienzos del mes, la primera sonda lunar japonesa entró exitosamente en órbita alrededor de la luna.
... En 2003 China se convirtió en la primera nación asiática en usar su propio cohete para poner un hombre en el espacio, y en la tercera, después de Estados Unidos y la antigua URSS.
Y varios peatones se detuvieron en ante la pantalla de este centro comercial en Pekín, que emitió el despegue de un transbordador que pondrá en órbita al satélite Chang'e 1. El aparato circundará la Luna durante un año, y preparará el alunizaje de los chinos, planeado para 2020 |
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Nuevo libro: ¿Hacia dónde va China?
Se ha publicado un nuevo libro sobre la historia y el desarrollo de China, disponible para comprar o descargar. Se trata de la traducción de ¿Hacia dónde va China? del periodista belga Peter Franssen.
¿Hacia dónde va China?
"los logros de China en la lucha contra la pobreza son el milagro más grande del siglo XX" James Morris, director del Programa Alimentario Mundial
En Europa, Japón y los EE.UU., la producción de la industria, la agricultura y el sector servicios disminuyó un 3,6% de media en 2009. En China la economía continuó creciendo, durante el primer año de la crisis un 9,6%, al año siguiente un 9,1% y un 10,1% en 2010... Pero esta China triunfante ¿Es todavía socialista? ¿La economía no está cada vez más dominada por una nueva clase capitalista? ¿China no conoce los defectos clásicos del capitalismo: paro creciente, condiciones de trabajo espantosas, diferencias abismales entre ricos y pobres, entre la ciudad y el campo, corrupción? ¿Qué queda de la "economía socialista de mercado", de los principios clásicos de una economía socialista: planificación central, propiedad estatal de las grandes empresas, colectivización de la agricultura?
Peter Franssen, periodista del semanario belga Solidaire -www.solidaire.org- intenta ofrecer una respuesta a estas complejas cuestiones.
Sobre el autor
Peter Franssen (Bélgica, 1952) fue secretario de redacción del periódico semanal belga Solidaire (www.solidaire.org) desde 1981 hasta el año 2004. Es coautor junto con Ludo Martens, antiguo presidente del Partido del Trabajo de Bélgica, del libro El dinero del PSC-CVP o la muerte de un dirigente del CSC (EPO, 1984) sobre la financiación ilegal del mayor partido político belga. Más tarde publicará El 11 de Septiembre, porqué dejaron hacer a los piratas del aire (EPO, 2002) sobre los atentados terroristas de Nueva York y Washington. Desde el año 2004, se dedica a tiempo completo al estudio de la realidad china. Es fundador del sitio de internet www.infochina.be (en flamenco y francés). En la primavera de 2012 saldrá a la luz su nuevo libro sobre la construcción del socialismo en China, las razones y el contenido de la "chinificación" - la traducción del marxismo en la realidad china, el carácter del Partido Comunista Chino y la influencia de China en la decadencia del imperialismo en el mundo. El autor está localizable en el mail: franssen.peter (at) gmail.com.
El libro se puede comprar o descargar el PDF a través de la web www.jaimelago.org
Más información:
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» China se apresta a ser líder mundial en ciencias, superando a EEUU y Europa
China apuesta a convertirse en la nación científica más importante del mundo, superando a Estados Unidos y a las naciones europeas, indicaron investigadores en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS).
Después de ser la principal fuente mundial de productos manufacturados baratos, China está invirtiendo fuertemente en ciencia y tecnología, dijeron expertos el viernes en la cita en Washington.
"China espera convertirse en una de las principales fuentes de propiedad intelectual en los próximos años", dijo Denis Simon, profesor en la Penn State University y asesor de ciencia y tecnología del alcalde de la ciudad china de Dalian.
En momentos en que Estados Unidos y Europa reducen sus presupuestos ante la crisis económica, China ha aumentado "significativamente" el gasto en ciencia y tecnología, dijo Simon.
"Los chinos indicaron que en 2020 esperan gastar alrededor de un 2,5% del PIB (Producto Interno Bruto) en investigación y desarrollo", dijo Simon.
En Estados Unidos, en tanto, los legisladores republicanos analizan recortar mil millones de dólares en los Institutos Nacionales de Salud, el mayor centro de investigación pública, así como reducir fondos para otras agencias científicas y de investigación, en un intento por bajar un millón de millones de dólares de déficit.
Esto se contradice con el impulso de mil millones de dólares que el presidente Barack Obama propuso para la ciencia y la investigación en salud en su presupuesto de 2012.
Los republicanos también quieren recortar los fondos para la educación en unos 5.000 millones de dólares, a pesar de advertencias del gobierno sobre la necesidad de mejorar la educación para que Estados Unidos sea más competitivo en la economía mundial.
Un informe sobre educación el año pasado mostró que Estados Unidos había caído desde el segundo al 13 lugar entre 34 países en el número de alumnos matriculados en la universidad, y que estaba estancado en enseñanza de la ciencias (puesto 17) y matemáticas (puesto 25).
La ciudad china de Shanghai, considerada como un país para ese informe, debutó en el ránking en el primer lugar.
Más chinos se están inscribiendo en las universidades, por lo que habrá "más investigadores en China que en Estados Unidos", lo cual aumentará la producción científica china y la calidad de sus trabajos, dijo Caroline Wagner, también profesora de Penn State University, en la reunión de la AAAS.
Otra señal del avance chino es el aumento exponencial de artículos científicos de ese país citados en otros estudios, considerado un indicador de calidad, en detrimento de la baja de citas de informes de Estados Unidos y Europa, explicó Wagner.
En volumen de trabajo, China ya produce más trabajos de investigación en ciencias naturales e ingeniería que Estados Unidos, que es el mayor productor global de informes científicos en el mundo, agregó.
"Pero basado a las tendencias actuales, China publicará más informes en todos los campos para el año 2015", dijo Wagner.
Hay obstáculos sin embargo para China en su camino para ser líder mundial en ciencias.
El gigante asiático tiene que superar una fuga masiva de cerebros (casi 75% de los chinos que salen del país para estudiar se quedan en el extranjero), y una cultura de la copia y el plagio entre investigadores chinos, que según Simon podría ser impulsada por la intensa presión y competencia.
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Educación Médica
versión impresa ISSN 1575-1813
Educ. méd. v.9 n.1 Barcelona mar. 2006
doi: 10.4321/S1575-18132006000100009
COLABORACIÓN
¿Hacia dónde va la Educación Médica? Reflexiones marginales al Congreso de la AMEE 2005 en Amsterdam
Where is Medical Education going? Thoughts on a margin of AMEE Amsterdam Conference 2005
Profesor Andrzej Wojtczak MD., PhD
No hay duda de que la globalización de la educación médica se ha convertido en un tema que atrae la atención de participantes de todo el mundo en casi todos los congresos. También es evidente que la AMEE (acrónimo inglés de la Asociación Europea de Educación Médica) se ha establecido firmemente como un líder incuestionable de la educación médica internacional y se ha transformado en un forum global para la innovación e investigación en educación médica. Sin embargo el término "educación médica internacional" conlleva algunas ambigüedades. Muchas facultades de medicina y organizaciones profesionales usan la palabra "internacional" simplemente como sinónimo de la palabra "extranjero" y se usa cuando los estudiantes extranjeros van a estudiar a un país determinado. El uso adecuado de este término se debería reservar para las situaciones en las que existe una unión de esfuerzos multinacionales, incluyendo las entradas y salidas de información, experiencias, conocimiento y experteza.
El Proceso de Bolonia cuyo objetivo, para el 2010, es el desarrollo de una Educación Superior Europea coherente y cohesionada, está captando la atención del sector educativo. No obstante, el Consejo de Ministros de Educación de la UE ha desatendido hasta ahora la educación médica. Ciertamente algunos de los retos son también de interés para los educadores médicos como por ejemplo la estructura curricular en dos ciclos (Grado y Master), o la cooperación en garantía de calidad, incluyendo el sistema europeo de acreditación y certificación.
Los consumidores potenciales expresaron mucho interés por la asociación mundial de facultades de medicina e instituciones (International Virtual Medical Schools -IVIMEDS) que está desarrollando el material de aprendizaje en línea para todo el continuum de la educación médica.
Se expresó una preocupación bien fundamentada a la vista del incremento desmesurado del número de facultades de medicina mundiales y su comercialización. Esto supone un peligro real para la calidad de la educación médica ya que muchas de ellas se han establecido sin los recursos académicos, institucionales y financieros adecuados. Por lo tanto el tema de los estándares internacionales y la evaluación de la competencia profesional de los médicos se han convertido en un asunto "caliente". Dado que la medicina no es sólo una ciencia sino también una búsqueda cultural, es preciso desarrollar estándares a nivel internacional. Actualmente, la comunidad médica internacional se interesa por dos conjuntos de estándares para la educación médica global: la Trilogía de Estándares Globales de la WFME (acrónimo inglés de la Federación Mundial en Educación Médica) desarrollados para acreditación de facultades de medicina, y los Requisitos Globales Esenciales Mínimos, orientados a los resultados y definidos para evaluar las competencias requeridas de los licenciados y puesto a prueba en las ocho mejores facultades de medicina de China a través de un sistema de exámenes diseñado especialmente para la ocasión. Ambos conjuntos de estándares son complementarios y deberían ser útiles para proceso de evaluación de la calidad de las facultades de medicina y sus productos.
A base de escuchar muchas discusiones y presentaciones está claro que la educación médica está al borde de un gran cambio paradigmático: desde un enfoque basado en la estructura y el proceso hacia una educación basada en competencias y medición de los resultdos del proceso educativo. En mi opinión, este desarrollo dirigido a evaluar las competencias de los médicos, continuará siendo un reto durante la próxima década. Para concluir, me gustaría citar el credo educativo del Profesor Farmer (1988) que desearía que se convirtiera en el lema de todos los educadores médicos: "La excelencia en educación no ocurre de manera accidental; es el resultado de una búsqueda que requiere una planificación y ejecución cuidadosa y que no puede desarrollarse sin la debida atención. La cuestión de la excelencia no depende del dinero sino de las ideas, prioridades y energías invertidas por las personas implicadas."
1. Publicados en español en Educación Médica Volumen 7, Suplemento 2 (Julio-Septiembre 2004)
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MODERNIDAD Y TRADICIÓN
Un barco tradicional chino navega frente al
Centro Comercial Internacional de Hong Kong
En una imagen que representa las dos caras de China
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Hermoso contraste entre lo tradicional y lo moderno( REGALO DE NUESTRA CALIDAD ) en la que será en reemplazo de la URSS ... LA PRIMERA POTENCIA MUNDIAL EN TODOS LOS CAMPOS ... REPÚBLICA DE TODOS LOS TRABAJADORES DEL MUNDO Y LA QUE DEFINITIVAMENTE JALONARÁ AL RESTO DEL MUNDO HACIA EL SOCIALISMO .-
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CHINA CAPITALISTA
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 14/03/2011 18:22 |
Primera parte
China: La Fiebre Capitalista: Cuento chino: “El sector estatal de la economía, es decir, el sector económico de propiedad socialista de todo el pueblo, es la fuerza rectora de la economía nacional” (artículo 70 de la Constitución de la República Popular China).
BEIJING, China — El señor Hu, el funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China que me escoltaba durante mi visita a Beijing, me señaló con la mano un inmenso edificio rectangular a un costado de la avenida del segundo circuito nordeste por la que transitábamos en el taxi que nos estaba llevando a una entrevista en el centro de la ciudad. “Es la embajada de Rusia”, dijo el señor Hu, agregando que desde hacía mucho tiempo era la representación diplomática extranjera más grande en la capital china. “Pero en 2006 se va a terminar de construir la nueva embajada de los Estados Unidos, que pasará a ser la más grande de todas”, agregó después de un instante, con una sonrisa entre divertida y pícara, como si todavía no pudiera creer lo que estaba diciendo. En la China de hoy, todo está cambiando tan rápidamente que ni sus propios funcionarios pueden dar crédito a todo lo que escuchan, ni a mucho de lo que ven.
No era ninguna coincidencia que Estados Unidos estuviera construyendo la embajada más grande en China. Según el estudio del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), el centro de estudios a largo plazo de la CIA, China se está convirtiendo a pasos acelerados en una potencia mundial, y será
el principal rival económico, político y militar de los Estados Unidos en el año 2020. Al igual que ocurrió con Alemania a principios del siglo XIX y con los Estados Unidos a principios del siglo XX, China e India “transformarán el panorama geopolítico mundo.
dial, con un impacto potencialmente tan dramático como el que se dio en los dos siglos anteriores”, dice el estudio. “Así como los analistas se han referido al Siglo XX como ‘al siglo americano’, el siglo XXI puede ser visto como el de China e India... La mayoría de los pronósticos indican que, para el año 2020, el producto bruto de China será superior al de todas las potencias económicas occidentales, con la sola excepción de los Estados Unidos.”
Desde que China inició su giro hacia el capitalismo en 1978, el país ha venido creciendo a un promedio del 9 por ciento anual, y nada hace prever que su ritmo de crecimiento baje significativamente en los próximos años. Según las proyecciones del gobierno chino, en el año 2020 el producto bruto nacional será de 4 trillones de dólares, cuatro veces más que el actual, y el ingreso per cápita será tres veces superior al actual. Y eso se traducirá en el nacimiento de una enorme clase media china, que numéricamente será mayor que toda la población de los Estados Unidos o de Europa, y que transformará la economía mundial tal como la conocemos hoy. Según la Academia de Ciencias Sociales de China, uno de los centros de estudios más importante del país, la clase media china—definida como el número de gente que gana entre 18 mil y 36 mil dólares por año— crecerá del 20 por ciento de la población actual al 40 por ciento en el año 2020. Eso significará que para ese año habrá 520 millones de chinos de clase media. Y las empresas globales, que hoy producen ropa, automóviles y noticias para el gusto de los consumidores norteamericanos, modificarán sus productos para conquistar a los consumidores chinos. Las compañías multinacionales “tendrán una orientación más asiática y menos occidental”, dice el informe del CNI.
El centro de gravedad del mundo se moverá unos cuantos grados hacia el Lejano Oriente. “Aunque América del Norte, Japón y Europa en su conjunto continuarán dominando las instituciones políticas y financieras internacionales, la globalización tendrá características cada vez menos occidentales y cada vez más orientales. Para el año 2020, es probable que la opinión pública mundial asocie el fenómeno de la globalización con el ascenso de Asia, en lugar de con la ‘americanización”’, pronostica el centro de estudios a largo plazo de la CIA. Cuando uno llega a China, no tarda mucho en concluir que estos pronósticos no pecan de exagerados. La fiebre capitalista que se está viviendo en ese país me deparó sorpresas en cada esquina. Hay que venir a esta nación gobernada por el Partido Comunista, por ejemplo, para encontrar el centro comercial más grande del mundo, donde se pueden ver las últimas colecciones de Hugo Boss, Pierre Cardin, Fendi, Guy Laroche o cualquiera de las grandes casas de alta costura, antes de que sus modelos se estrenen en Milán, París o Nueva York. El Golden Resources Shopping Mali —así se llama, en inglés, como lo indica su inmenso letrero en letras luminosas amarillas— abrió sus puertas a fines de 2004 en Zhongguancun, en el lado oeste de Beijing, una zona a la que llegan pocos turistas.
El complejo, perteneciente a una empresa privada presidida por Huang Rulun, un empresario que hizo una fortuna en el negocio inmobiliario en la provincia costeña de Fujian, tiene un área total de 56 hectáreas en cinco pisos que albergan mil tiendas, con 100 restaurantes, 230 escaleras mecánicas y una playa de estacionamiento para 10 mil autos. En total, el centro comercial emplea a unas 20 mil personas. Dentro de poco, se construirán a su alrededor 110 edificios de departamentos, oficinas y escuelas.
Cuando lo visité, un sábado por la tarde varios meses después de su inauguración, se estaba terminando de construir una pista artificial de esquí, un acuario con seis cocodrilos tailandeses, un complejo de cines y un gigantesco gimnasio. Según los dueños del centro comercial, lo visitan unas 80 mil personas por día durante el fin de semana. En total, hacen falta unos cuatro días para recorrer todo el lugar. Yo lo hice durante cuatro horas, lo suficiente como para convencerme de que China está en medio de un proceso de expansión capitalista con pocos parangones en la historia del mundo. Y, como para que mi asombro no disminuyera, después me enteré de que, lejos de ser una isla de consumo capitalista en un país comunista, el Golden Resources Shopping Mali es apenas uno de los cuatrocientos centros comerciales de grandes dimensiones que se han construido en China en los últimos seis años. Y eso no es todo. Dentro de poco, ni siquiera podrá seguir ostentando el título del más grande del mundo. Ya está en construcción el South China Mali, que tendrá una réplica del Arco de Triunfo de París, y calles que imitarán el centro de Hollywood y Amsterdam, que será el más grande del mundo, de lejos. Para el año 2010, por lo menos 7 de los 10 centros comerciales más grandes del mundo estarán en China.
El pàjaro nacional: la grúa de construcción
Beijing hoy es como Nueva York a comienzos del siglo XX: una ciudad que crece por minuto y que se está convirtiendo en el centro del mundo, o por lo menos en una de las dos o tres principales capitales del mundo, a un paso febril. Por donde uno mira, se levanta un nuevo rascacielos ultramoderno. En 2005, cuando visité Beijing, había 5 mil grúas de construcción trabajando día y noche en la ciudad, más que en ningún otro lado del mundo, según me aseguraron funcionarios y empresarios chinos. Y lo más probable es que no estuvieran mintiendo. Mi colega Tim Johnson, corresponsal de la cadena de periódicos Knight Ridder en la capital china, me comentaba mientras tomábamos un trago frente a la ventana de su departamento que cuando él había llegado a China no existía ninguno de los cinco rascacielos que se alzaban frente a su edificio. Y Johnson había llegado hacía apenas trece meses.
Los chinos están construyendo como si no hubiera un mañana. El ritmo de trabajo es tan frenético que los obreros de la construcción duermen en su lugar de trabajo, y los departamentos se ocupan antes de que los edificios estén totalmente terminados. No es inusual ver, en las calles de Beijing, rascacielos en plena construcción con luces en algunas de sus ventanas. En toda China, el boom de la construcción está consumiendo el 40 por ciento del cemento mundial. Por lo general, son gigantescas torres de vidrio parecidas a las más sofisticadas de Occidente, pero con techos orientales, en forma de pagodas estilizadas con diseños contemporáneos. El boom de la construcción está atrayendo a los arquitectos más famosos del mundo, como M. Pei, Rem Koolhaas y Norman Foster. ¿Qué los atrae? Principalmente, la posibilidad de hacer lo que no pueden realizar en los Estados Unidos y Europa, por lo caro de la mano de obra en sus países de origen. Al igual que ocurría a principios del siglo pasado en Nueva York o París, cuando la mano de obra era más barata en esas ciudades, en la China de hoy se pueden construir edificios con frentes de mármoles trabajados e n~teriores exquisitamente ornamentados. Mientras que los edificios en los Estados Unidos y Europa se construyen cada vez con mayor simplicidad por el encarecimiento de la mano de obra, en China los arquitectos pueden dar rienda suelta a su imaginación y a sus antojos.
Hay construcciones ovaladas, redondas, piramidales, y para todos los gustos, que sólo tienen una cosa en común: un toque oriental moderno y, sobre todo, el gigantismo. Durante mi visita, fueron pocos los chinos con los que me encontré que no tuvieran un comentario jocoso sobre la transformación vertiginosa de sus ciudades. En Beijing, un alto funcionario del Partido Comunista me preguntó, en broma, si yo sabía cuál era el pájaro nacional de China. Cuando le respondí que no tenía la más remota idea, me respondió con una sonrisa llena de orgullo: la grúa de construcción. En Shanghai, cuando le comenté a otro funcionario sobre mi asombro por el diseño futurista de la ciudad, me sugirió que no parpadeara durante mi visita: podía perderme la inauguración de un nuevo rascacielos. Todo es inmenso, ultramoderno, muy limpio, y —se apresuran a comentar los chinos— lo más grande de Asia, o del mundo.
Al pie de los rascacielos de la avenida central de Beijing, el Changan Boulevard, hay una flamante tienda de Rolls Royce. Cuando pasé por allí, pensé que era una oficina de representación para vender motores de aviones, o maquinaria para la agricultura. Pero me equivocaba: al acercarme, comprobé que lo que estaba en venta eran automóviles Rolls Royce último modelo. Y no muy lejos hay tiendas de Mercedes Benz, Alfa Romeo, Lamborghini, BMW y Audi. En las grandes ciudades de China se respira la abundancia, por lo menos para una minoría que se ha enriquecido vertiginosamente en los últimos años. El crecimiento chino no sólo creó una nueva clase media, sino una nueva clase de superricos, que logró su legitimación definitiva en 2004 cuando el Parlamento chino enmendó la Constitución para establecer que “la propiedad privada y legítima de los ciudadanos es inviolable”, y que “el Estado, de conformidad con las leyes vigentes, debe proteger los derechos de la propiedad privada de los ciudadanos, como también los de su herencia”.
Los nuevos ricos chinos
Según la Academia China de Ciencias Sociales, ya existen unos 10 mil empresarios chinos que han superado la barrera de lO millones de dólares cada uno. Si uno toma en consideración la corrupción y la economía informal, probablemente la cifra sea varias veces mayor. Y los nuevos ricos chinos, como sus antecesores en los Estados Unidos y Gran Bretaña a finales del siglo XIX, presumen de su fabulosa riqueza a los cuatro vientos. Uno de los nuevos millonarios, Zhang Yuchen, no sólo construyó una réplica del Cháteau Maisons-Lafitte de París, erigido en 1650 por el arquitecto francés François Mansart sobre el río Sena, sino que lo “mejoró” —según dijo— agregándole un jardín de esculturas copiado del palacio de Pontainebleau. “Me costó 50 millones de dólares, porque quisimos hacerlo mejor que el original”, se ufanó Zhang. Otro supermilionario pagó 12 mil dólares por una mesa para la cena de fin de año en el restaurante South Sea Fishing Village, de la provincia sureña de Guangdong. El resto de las mesas de año nuevo del restaurante valían 6 mil dólares. Cuando la noticia salió en la prensa, durante mi estadía en China, otro restaurante quiso sumar-se a la ola publicitaria y anunció que ofrecía su mesa principal para la noche de año nuevo por 37 mil dólares. Entre otros manjares, el restaurante de Chongking, en el sudoeste del país, ofrecía una sopa de gallina cocinada con un ginseng de cien años de antigüedad. Tan sólo la sopa costaba 30 mil dólares, se ufanó el restaurante.
En el Changan Boulevard, el tráfico es tan denso como en las otras ciudades más pobladas del mundo, si no peor. De los 13 millones de habitantes de la capital china, unos 1,3 millones ya tienen automóviles. Y muchos de los coches que circulan por la Changan son Audi. —el favorito de los empresarios y altos funcionarios, que cuesta unos 60 mil dólares—, Volkswagen Passat y Honda. Según el China Daily, el periódico destinado a la comunidad de extranjeros en China, las ven-tas de automóviles de lujo se han disparado en los últimos cinco años: Mercedes Benz ya vende unos 12 mil por año, BMW alrededor de 16 mil, y Audi unos 70 mil. La demanda interna por autos de lujo ha crecido tanto que Mercedes Benz se ha asociado con un grupo chino para montar una planta que a partir de 2006 tendrá capacidad para fabricar unos 25 mil Mercedes por año en China.
Y la gente por las calles parece mejor vestida que en Nueva York o Londres. Gracias a la gigantesca industria de la piratería, por la cual los chinos producen un porcentaje de sus bienes por encima de los pedidos de sus clientes, y luego los venden en China y en el mercado negro internacional por una fracción de su precio, la gente en las calles de Beijing y las otras grandes ciudades parece estar estrenando ropa constantemente, como si el país entero estuviera saliendo de las navidades todas las semanas. Los chinos han cambiado el traje Mao por el Armani pirateado, o alguna de sus versiones locales. Hasta en los barrios de clase media baja y pobres de Beijing, uno ve gente en ropa barata, pero casi siempre nueva. La primera impresión de cualquier visitante en Beijing, sin dudas, es de perplejidad total por la rapidez y el entusiasmo con que un país que hace tan sólo veinte años era conocido por sus hambrunas y su cerrazón al resto del mundo se ha convertido del comunismo al consumismo. Y, como me lo señaló Xu Yiiin, un veterano traductor que había pasado los mejores años de su vida en Cuba traduciendo a Mao al español, la segunda impresión de Beijing a menudo es de aun mayor asombro que la primera: “La gente que vuelve después de cuatro o cinco años no puede creer todos los nuevos edificios y avenidas que se han construido. Aquí, las autoridades municipales deben rehacer los mapas cada seis meses”.
El monumento al consumidor
En mi primer domingo en Beijing, antes de iniciar mi semana de entrevistas en la capital china, hice la visita obligada al Palacio Imperial en la Ciudad Prohibida, el majestuoso complejo de ocho kilómetros de largo desde donde habían gobernado veinticuatro emperadores de las dinastías Ming y Qing durante varios siglos, hasta el año 1911.
El Palacio Imperial había sido construido en 1406, frente a lo que es hoy la Plaza Tienanmen, y había sido preservado por la revolución comunista de 1949 como un testimonio del pasado Imperial chino. Ahora, es visitado por millones de turistas por año. Los catorce majestuosos palacios de la Ciudad Prohibida —casi todos con nombres como “Sala de la Suprema Armonía”, “Sala de la Pureza Celestial” o alguna variante del mismo tema— estaban maravillosamente preservados, a pesar de haber sido construidos en madera y haber sobrevivido a varios incendios. Hubo dos cosas que me sorprendieron, además de lo inmenso de los palacios en que vivían los emperadores chinos y sus concubinas, que en el caso de uno de ellos llegaban a tres mil. Como latinoamericano, al contemplar la sofisticación arquitectónica de la ciudad imperial, con sus edificios de paredes rojas con ornamentos azules y verdes, y sus techos arqueados adornados con esculturas en cada uno de sus vértices, no pude dejar de pensar que cuando Colón descubrió América, los emperadores chinos ya vivían desde hacía casi un siglo en una ciudad tan avanzada como ésta.
La segunda cosa que me sorprendió, como recién llegado a Beijing, tenía más que ver con la peculiar naturaleza del comunismo chino, o lo que quedaba de él. En cada palacio había un gran cartel de madera explicando, en inglés, el año de la construcción y una breve historia del edificio. Y abajo de todo, chiquitito, con fondo azul y letras blancas, había un rectángulo con la inscripción: “Made possible by the American Express Company”. En la China de hoy, el Partido Comunista conserva los palacios de la dinastía Ming, y deja las explicaciones a los turistas en manos de American Express.
En la ciudad de Shanghai, una metrópoli comercial de unos 16 millones de habitantes en la desembocadura de la cuenca del Yangtzé, sobre el océano Pacífico, todavía queda un gigantesco monumento a Mao, con la mirada en el horizonte, sobre el río Hangpu.
Pero la escultura más visitada en estos días es el nuevo monumento al consumidor que acaba de construir la ciudad a pocas cuadras de allí. En la entrada a la Nanjing Road, la calle peatonal donde se encuentran las principales tiendas comerciales de la ciudad, y por donde caminan a diario cientos de miles de personas, hay dos esculturas de bronce de tamaño natural, que le dan a uno la bienvenida al corazón comercial de la ciudad. Ninguna de ellas es el clásico Mao, con la frente en alto, enarbolando la bandera roja al viento, con sus discípulos cargando fusiles al hombro detrás de él. En su lugar está la figura de una mujer caminando con similar orgullo, pero con dos bolsas de compras en una mano. De la otra mano, la mujer lleva a su hijo, un adolescente sonriente con una mochila en la espalda, que en vez de un fusil tiene una raqueta de tenis sobre el hombro.
El gobierno de Shanghai no llama oficialmente a la escultura un monumento al consumidor, pero los habitantes de la ciudad así la conocen. La placa conmemorativa, en una piedra rectangular de dos metros de ancho, sólo dice que la calle peatonal fue diseñada por el arquitecto francés Jean-Marie Charpentier en 1999, e inaugurada por el gobierno popular de Shanghai. Pero por si a alguien le cabe alguna duda sobre el simbolismo de la escultura, al final de la avenida peatonal, diez cuadras más adelante, hay otro monumento similar del mismo artista, con el mismo tema. Muestra a una pareja con bolsas de compras en la mano, el padre con una cámara fotográfica colgada del pecho, mientras la hija —feliz— lleva media docena de globos. Mientras miles de turistas chinos llegados de todas partes del país se toman fotos al lado del monumento al consumidor con sus nuevas cámaras digitales, Mao permanece solitario, mirando al río, con un aire que uno no puede evitar interpretar como melancólico.
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Segunda parte
China crece más de lo que dice...
Como muchos de los funcionarios que entrevisté en China, Kang Xuetong, subdirector general para América latina del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista, me preguntó qué impresión me había causado el país hasta el momento. Estábamos hablando en un salón de protocolo del Comité Central, un moderno edificio de cuatro pisos con un lobby de paredes de vidrio que le daba un aspecto de banco más que de cuartel general del Partido Comunista. Era una de mis entrevistas más importantes en China, y una que me interesaba mucho: como en todos los países comunistas, el Comité Central del Partido Comunista es el poder detrás del trono, y sus funcionarios a menudo tienen mucho mayor influencia que sus pares en el gobierno.
Y Kang, un hombre de aspecto atlético que hablaba perfecto español, era un elemento clave en las relaciones de China con América latina. “Estoy impresionado!”, le contesté, con la mayor sinceridad. “Un crecimiento anual de más del 9 por ciento en varias décadas, 60 mil millones de dólares en inversiones anuales, 250 millones de personas rescatadas de la pobreza. Corno para no impresionar a cualquiera!”, agregué. Lejos de festejar con orgullo lo que estaba diciendo, Kang levantó una mano en señal de advertencia y señaló: “Sí. Pero no pierda de vista que todavía somos un país en vías de desarrollo. Hay que poner las cosas en contexto. La inversión en China, calculada per cápita, es menor que en América latina. No hay que mirar las cifras globales. Todavía tenemos una enorme cantidad de pobres. Todavía tenernos muchos problemas. Y hay que tener siempre presente que cualquier logro que tenemos hay que multiplicarlo por 1.300 millones de personas. Y cuando multiplicamos un logro por 1.300 millones de personas, muchas veces se vuelve insignificante”.
En entrevistas posteriores con otros funcionarios oficiales, me llamó la atención encontrarme con el mismo fenómeno: los funcionarios chinos parecen programados para minimizar los logros macroeconómicos del país, en lugar de explotarlos como herramientas propagandísticas. Al revés de lo que ocurre en otros países, en los que los funcionarios se agarran de cualquier cifra económica favorable para presentar a su nación como destinada a un futuro de grandeza, los chinos hacen lo contrario. Cuando comenté este fenómeno con algunos diplomáticos latinoamericanos con los que me vi en Beijing, varios de ellos me señalaron que, efectivamente, los funcionarios chinos nunca magnificaban sus logros.
Por el contrario, exageraban las cosas hacia abajo. Lo más probable es que lo hicieran para evitar que el resto del mundo viera a China como una amenaza que podía poner en peligro el bienestar económico o la paz mundial. El gobierno chino es sumamente consciente de la opinión pública mundial, y enfatiza constantemente el rol de China como un país pacífico, con una filosofía supuestamente pacifista, me dijeron. En el año 2004, por ejemplo, el gobierno había adoptado el término “ascensión pacífica” para describir el boom económico chino en el contexto mundial. Pero poco después, pues advirtiendo que la palabra “ascensión” estaba acrecentando los temores en el resto del mundo, el gobierno había reemplazado el término por el de “desarrollo pacífico”.Sin embargo, muchos economistas occidentales sospechan que la costumbre del gobierno chino de minimizar sus logros va mucho más allá de las palabras. “La credibilidad de las estadísticas chinas es dudosa”, dice Ted C. Fishrnan, el autor de China Inc., un libro sobre el boom económico chino de gran difusión en los Estados Unidos. “En el pasado, había muchas quejas de que los funcionarios chinos exageraban sus cifras para arriba, cosa de mostrar que estaban haciendo un buen trabajo. Ahora, un coro de escépticos argumenta que las cifras son demasiado bajas”, explica.
Efectivamente, hay un incentivo para minimizar las cifras: el gobierno chino está ejerciendo cada vez más presión sobre los bancos de inversión para que dirijan sus proyectos a las zonas más pobres del país. Por ese motivo, las ciudades de la costa, que son las más ricas y principales beneficiarias de la avalancha de inversiones extranjeras, reducen sus cifras de crecimiento económico para que el gobierno central no les quite recursos y los envíe a otras zonas del país. Y muchas zonas pobres que están empezando a desarrollarse también disimulan su crecimiento para no perder su estatus de “zonas de pobreza”, con lo que dejarían de recibir varios apoyos económicos del gobierno.
Quizá por eso las cifras económicas que el gobierno central recoge de las provincias chinas no coincide con las cifras económicas que los municipios, ciudades y regiones dan a conocer en sus propias publicaciones. A juzgar por la suma de las cifras económicas de los gobiernos locales, la economía China es un 15 por ciento mayor que lo que reporta el gobierno central a las instituciones financieras internacionales, dice Fishman. Esta disparidad en las estadísticas ha causado tantas críticas que el gobierno central ha presentado cargos contra unos 20 mil funcionarios locales en los últimos años, acusándolos de haber hecho fraude al enviar sus cifras a las autoridades en Beijing.
Asimismo, las cifras del gobierno central sólo representan la economía formal. Si se le agregara la enorme economía informal, las cifras serían mucho mayores aún. La CIA, en su “World Factbook”, un almanaque mundial de acceso al público en Internet, señala que si la economía china se calcula en términos de paridad de poder adquisitivo —una de las dos medidas utilizadas internacionalmente para medir la actividad económica—, su monto total anual no sería de 1,4 trillones de dólares anuales, como lo indica el gobierno chino, sino de 7,2 trillones. “Si se mide en base a la paridad del poder dquisitivo (PPP), en 2004 China fue la segunda economía más grande del mundo, después de la de los Estados Unidos”, estimó la agencia de inteligencia norteamericana. O sea que mientras las estadísticas oficiales chinas señalan que la economía actual del país apenas equivale al 10 por ciento de la de Estados Unidos, otras ya señalan que equivale a más del 60 por ciento de ésta, y podría alcanzarla antes de lo que muchos suponen.
La nueva consigna comunista: privatizar ¿Qué porcentaje de la economía china está en manos privadas?, le pregunté a Zhou Xian, un alto funcionario del Ministerio Nacional de Desarrollo y Reforma, en mi primera entrevista oficial en Beijing. Pocos minutos antes, había llegado al salón de ceremonias del Ministerio acompañado por el señor Hu, mi escolta gubernamental. En China, los periodistas extranjeros deben tramitar todas las entrevistas a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, que les da las visas de entrada al país, les tramita las entrevistas y los acompaña en las mismas. El salón donde nos esperaba Zhou era una sala elegante, de color durazno, con las sillas colocadas en forma de “U”, como un rectángulo con uno de sus extremos abiertos. En la cabecera había dos sillones alineados, orientados hacia el mismo lado y separados por una mesita. Zhou me invitó a tomar asiento en el sillón a su derecha.
Detrás nuestro, había dos enormes floreros con orquídeas, tras los cuales se escondían un hombre y una mujer que, según logré establecer poco después, harían de traductores. Era una escenografía como la que usan los jefes de Estado para sacarse una foto con un visitante extranjero, salvo que la ubicación alineada de las sillas con la misma orientación lo obligaba a uno a tener el cuello girado hacia la izquierda todo el tiempo. No sé si era una tortura china, pero hacia la mitad de la entrevista, después de una hora con el cuello girado 90 grados a la izquierda para mirar a Zhou, y 180 grados para escuchar la traducción que venía de atrás del florero, estaba más preocupado en evitar quedarme con el cuello duro o la espalda petrificada que en lo que me estaba diciendo el funcionario con gran dedicación. Pero entre lo poco que saqué en claro de la entrevista, estaba el hecho de que el capitalismo en China está mucho más avanzado de lo que yo creía.
El Estado chino actualmente controla menos del 30 por ciento del producto bruto nacional, mientras que un 60 por ciento está en manos del sector “no gubernamental”, y un 10 por ciento en manos colectivas. China ya tiene 3,8 millones de empresas privadas, que constituyen “el principal motor del desarrollo económico, y la fuente de empleos que está creciendo más rápidamente”, me dijo el florero angloparlante ubicado detrás de Zhou.
—Uau!!! —exclamé—. Jamás pensé que un 60 por ciento de la economía china ya estuviera en manos del sector privado.
—No está en manos del sector privado —se apresuró Zhou—. Está en manos del sector no gubernamental.
—Y cuál es la diferencia entre el sector no gubernamental y el sector privado? —pregunté buscando entre los pétalos de orquídeas algún fragmento del rostro de la traductora.
—Bueno, hay diferentes formas de convertir a las empresas públicas en empresas no gubernamentales, según cómo se reparten las acciones —replicó la voz detrás del florero.
—Y cuál es la diferencia entre eso y privatizar? —insistí.
—En realidad, no mucha —respondió el florero parlante, mientras Zhou sonreía con picardía.
Comunismo sin seguro médico
El Partido Comunista chino hace todo tipo de piruetas verbales y conceptuales para disfrazar su conversión al capitalismo, pero a pocos visitantes les quedan dudas de que las reformas económicas iniciadas en 1978 han desembocado en una carrera hacia la competitividad capitalista como pocas en la historia. Como en la Revolución Industrial en Inglaterra, o las primeras décadas del siglo XX en los Estados Unidos, en la China de hoy la desigualdad está en aumento, el trabajo infantil es tan común que ni llama la atención, el horario de trabajo rara vez es de menos de 12 horas diarias, millones de trabajadores viven hacinados en dormitorios comunes, turnándose para dormir en las mismas camas que dejan libres sus compañeros, y no hay tal cosa como el derecho de asamblea o —mucho menos— de huelga. Desde 1978, el gobierno cerró casi 40 mil empresas ineficientes.
Y entre 1998 y 2002 las compañías estatales chinas despidieron a nada menos que 21 millones de trabajadores, más que toda la población de Chile, y casi dos veces la de Cuba.
Hasta la salud y la educación superior, que uno cree deberían ser gratuitas en un sistema comunista, han sido aranceladas en la China de hoy. Los estudiantes universitarios, excepto los pocos que reciben becas, deben pagar por cursar sus estudios, y cifras que no tienen nada de simbólico. Un 45 por ciento de la población urbana del país y un 80 por ciento de la población rural no tienen ningún tipo de seguro médico, admitió recientemente el viceministro de Salud Gao Qiang. “La mayoría de ellos pagan sus cuentas médicas propias”, dijo el viceministro, según la agencia oficial de noticias Xinhua. Como resultado de la falta de cobertura médica “un 48,9 por ciento de la población china no puede darse el lujo de ver a un médico cuando se enferma, y un 29,6 por ciento no es hospitalizada cuando debiera.”
La China comunista de hoy es un capitalismo de Estado, un régimen autoritario cuyo principal objetivo económico es mejorar la competitividad a cualquier costo, que no admite reclamos salariales y puede despedir sin problema a millones de personas de empresas estatales ineficientes. Y, por ahora, el modelo parece darles resultado a los chinos. Las empresas internacionales están invirtiendo allí más que en ningún lado del mundo, y —aunque la brecha entre los chinos ricos y los pobres está creciendo a pasos gigantes— el progreso está llegando a todos los habitantes de las grandes ciudades de la costa este del país, aunque mucho menos a los 800 millones de campesinos que viven en el interior. Así y todo, el ingreso per cápita está creciendo todos los años, el régimen ha logrado sacar de la pobreza a 250 millones de personas en los últimos veinte años, y todo parece indicar que rescatará de la pobreza a otros cientos de millones de personas en la próxima década.
En los restaurantes de Beijing, me fue difícil ver a una mesera o a un mesero de más de 21 años. Los mozos, casi siempre uniformados con algún traje escogido por su restaurante, son en su gran mayoría jovencitos de 18 a 271 años, muchas veces con ayudantes de quince años, si no menos. Los jóvenes viven en dormitorios comunes, y en muchos casos están haciendo pasantías por menos del salario mínimo, que no llega a 1 dólar por hora. “EA qué hora empezás a trabajar?”, le pregunté a la joven sonriente que me atendía en el Four Seasons Restaurant de la Avenida Changan. “A las 8 de la mañana”, contestó, feliz. “-Y hasta qué hora trabajás?” “Hasta las 11 de la noche, aunque tengo un rato para descansar por la tarde”, contestó, con la mayor naturalidad, sin dejar de sonreír en ningún momento. La joven estaba contentísima de haber tenido la oportunidad de trabajar en el restaurante, ya que había competido con decenas —quizá cientos— de otros aspirantes al puesto. Pensaba trabajar allí durante dos años más, y luego volver a su pueblo natal, bastante lejos de Beijing.
El modelo asiático de democracia
Sentado en el cuarto de mi hotel en Beijing navegando por Internet, no pude menos que pensar —con horror— que uno de los escenarios del informe del Consejo Nacional de Inteligencia de la CIA sobre el futuro de la democracia en China se extienda a América latina. Según el informe, en los próximos años “Beijing podría seguir un ‘Modelo Asiático de Democracia’, que consistiría en elecciones a nivel local y un mecanismo de consulta electoral a nivel nacional, con el Partido Comunista reteniendo el control del gobierno central”) El trabajo del centro de estudios de largo plazo de la CIA no auguraba específicamente la exportación del modelo político chino a otros países, pero en su sección sobre América latina alertaba sobre la creciente inconformidad en la región con los resultados de la democracia, y el incremento del descontento por el aumento de la delincuencia en las grandes ciudades. “Expertos en la región (latinoamericana) auguran sobre el creciente riesgo de que surjan líderes carismáticos populistas.., que podrían tener tendencias autoritarias.”’ No hay que ser un genio para sospechar que, para los autoproclamados salvadores de la patria en América latina, el modelo de democracia asiático —un capitalismo de Estado con un discurso de izquierda y sin libertades políticas— resultará mucho más atractivo que el modelo democrático occidental.
En China, contrariamente a lo que dicen los funcionarios oficiales, no hay democracia ni libertad de prensa. El Partido Comunista es el órgano rector del gobierno. Todos los periódicos son oficiales y están manejados por el Departamento de Propaganda del Partido Comunista. Y aunque son mucho más modernos y entretenidos de lo que eran los periódicos soviéticos, o de lo que son los cubanos, se dedican a resaltar los temas que le interesa difundir al gobierno, y a censurar los que no quiere que salgan a la luz.
El China Daily, que leí de cabo a rabo durante todos los días de mi estancia en China, contiene una enorme variedad de artículos bien documentados y escritos como el mejor periódico de los Estados Unidos o Gran Bretaña. Incluso no es inusual que incluya artículos que critiquen tal o cual política gubernamental, o columnas que llamen la atención del gobierno sobre problemas ambientales o de corrupción que todavía no han sido atendidos, o que traiga malas noticias económicas o políticas.
Pero el periódico dirigido a la comunidad extranjera en China está claramente destinado a dar una imagen de modernidad, apertura económica y capitalismo, para que los inversionistas actuales y potenciales se sientan cada vez más cómodos con el “milagro chino”. Las buenas noticias aparecen en primera plana. Las malas noticias, cuando salen, están en las páginas interiores, en breve. Sin embargo, brillan por su ausencia los temas que más preocupan a la dirigencia china: las críticas de los grupos internacionales de derechos humanos sobre los miles de fusilamientos anuales, el trabajo infantil, la secta religiosa Falun Gong y la ocupación del Tíbet.
Una noche, mientras navegaba en Internet en el cuarto del hotel Jianguo de Beijing antes de salir a cenar, decidí averiguar por mí mismo cuánta información del mundo exterior podían recibir los chinos. Traté de abrir la página de Amnesty International, para ver silos chin os con acceso a Internet —que ya suman 80 millones, según el propio gobierno— podían averiguar lo que decía la organización de derechos humanos sobre su país. Sin embargo, no lo conseguí: en lugar de la página de Amnesty International salió una página diciendo que “This page cannot be displayed” (“Esta página no puede ser desplegada”), como suele ocurrir cuando uno no puede acceder a un sitio de Internet por motivos técnicos. Hice la prueba con otros grupos de derechos humanos, como Human Rights Watch, sin mejor suerte. Lo mismo me ocurrió cuando traté de entrar en organizaciones ecologistas, como Greenpeace, o cuando intenté abrir www.state.gov, la página del Departamento de Estado de Estados Unidos que tiene información crítica sobre los abusos a los derechos humanos y las políticas ambientales de muchos países, incluyendo a China.Acto seguido, hice el mismo ejercicio con medios de prensa occidentales. Traté de ingresar en el sitio de The Miami Herald, a ver si podía encontrar alguna de mis columnas. Imposible. La revista Time, lo mismo. La BBC, la misma cosa. Curiosamente, pude entrar en la página de The New York Times. Más tarde, cenando con un diplomático latinoamericano, me enteré de cómo funciona el sistema de censura en China: hay sitios de Internet que están totalmente bloqueados, y otros que el gobierno permite —para que la gente no se desconecte del resto del mundo— pero bloqueando informaciones políticamente inconvenientes para el régimen.
“Tú puedes leer todo lo que quieras en The New York Times, menos cuando sale algún artículo crítico de China”, me dijo el diplomático. Cuando el periódico saca un artículo negativo sobre China, la página correspondiente desaparece como por arte de magia, aunque el resto del periódico puede ser leído sin problemas. Y cuando algún internauta travieso crea una página sustituta para que la gente pueda leer una noticia censurada, y la dirección del nuevo sitio es transmitida por una cadena de e-mails, el gobierno no tarda más de cinco minutos en bloquearla.
Según la estimación generalizada en círculos diplomáticos occidentales en Beijing, China tiene más de 30 mii agentes dedicados exclusivamente al bloqueo de páginas de Internet. “No te olvides de que si algo sobra en este país, es la mano de obra”, me explicó el diplomático latinoamericano esa noche. Probablemente no exageraba: un estudio del Centro Berkman de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard buscó más de 204 mil sitios de Internet a través de los buscadores Google y Yahoo en China, y encontró que 19 mil de ellos estaban bloqueados.
Según el estudio, prácticamente todos los sitios que contienen las palabras “democracia”, “igualdad”, “Tíbet” o “Taiwan” asociados con China son inaccesibles en ese país._Y si se renuevan las páginas de Internet al día siguiente, con una nueva dirección, desaparecen a los pocos minutos. Según Amnesty International, en 2004 había por lo menos 54 personas en China que habían sido detenidas o cumplían penas de prisión de entre 2 y 14 años “por diseminar sus creencias o información a través de Internet”)8 Como para que no me quedara ninguna duda sobre el sistema policiaco imperante en China, el diplomático latinoamericano agregó con naturalidad: “No te quepa la menor duda de que ya han entrado en tu cuarto de hotel, revisado todos tus papeles y hecho copias de todo lo que tienes en la computadora. En eso, el comunismo sigue vivo como nunca.
Seguridad sin derechos humanos
En las grandes ciudades chinas, a diferencia de las latinoamericanas, no hay grandes problemas de delincuencia. Aunque no logré aprender más que tres palabras básicas en chino —“por favor, “gracias” y “si —‘ tanto los funcionarios chinos como mis colegas occidentales que viven en China me dijeron que podía caminar por la calle o tomar un taxi sin problema a cualquier hora del día o de la noche.
Nadie sabe cuál es el secreto de la relativa seguridad personal que existe en las ciudades chinas, pero todo el mundo lo sospecha: las penas para la delincuencia son draconianas, o mejor dicho bárbaras. Aunque el gobierno chino hace lo imposible para que las informaciones sobre los fusilamientos no se filtren al exterior, las ejecuciones son utilizadas como medidas ejemplares, y por lo tanto son casi públicas en el interior del país. Según me relató un diplomático occidental, en muchos casos las madres son invitadas al fusilamiento de su hijo, y se les permite escoger la bala con que será ejecutado, para que al regreso a su pueblo se enteren todos sus vecinos. Cuando les pregunté a otros diplomáticos y periodistas en Beijing si esta historia era cierta, casi todos me dijeron que era imposible saberlo, aunque muchos agregaron que era bastante probable.
Según Amnesty International, hay más fusilamientos por año en China que en todos los demás países del mundo juntos. “De acuerdo con un estimado basado en documentos internos del Partido Comunista Chino, hubo 60 mii ejecuciones en los cuatro años que van de 1997
Las promesas de inversión: ¿realidad o fantasía?
Desde fines de 2004, cuando el presidente chino Hu Jintao hizo una gira de casi dos semanas por la Argentina, Brasil, Chile y Cuba, camino a una cumbre de la Asociación de Cooperación Económica del Asia-Pacífico (APEC) en Santiago de Chile, se habían creado enormes expectativas de un auge en las relaciones económicas con China en todos los países por los que pasó. No era para menos. El presidente chino pasó más tiempo en América latina ese año que el propio presidente Bush. Y a las pocas semanas, el vicepresidente chino Zeng Qinghong viajó a México, Venezuela y Perú, donde se quedó más tiempo de lo que el vicepresidente norteamericano Dick Cheney había estado en América latina en los últimos cuatro años.
El presidente Hu prometió el oro y el moro a sus anfitriones, y &u extensa visita sin duda demostraba un nuevo interés de China por la región. Sin embargo, algunos presidentes latinoamericanos, o sus ministros, se dejaron llevar por el entusiasmo y creyeron escuchar más de lo que el mandatario visitante estaba ofreciendo. Quizá porque se expresó mal, o por un error de traducción, o por una interpretación demasiado optimista de sus anfitriones, el presidente Hu generó enormes titulares al decir —supuestamente— en un discurso ante el Parlamento brasileño el 12 de noviembre de 2004 que China invertiría 100 mil millones de dólares en América latina en los próximos diez años. “China quiere invertir 100 mil millones en América latina hasta el año 2014”, gritaba un titular eufórico de Folha de Silo Paulo.
En la Argentina, el periódico Clarín titulaba a toda página: “China promete invertir en América latina 100 mil millones de dólares”. El subtítulo afirmaba que el presidente chino había asegurado que “se llegará a esa cifra en los próximos diez años”. Era una cifra suficiente como para sacar del pozo a la Argentina y a varios de sus vecinos, decían con entusiasmo los periódicos. La fiebre por la potencial ola de inversiones chinas fue tal que los medios argentinos reportaron un crecimiento meteórico del estudio del idioma chino, que había subido de la noche a la mañana de un puñado de estudiantes a más de seiscientos.
Pero lo cierto es que, según me aseguró el gobierno chino, la cifra real de posibles inversiones chinas en América latina en los próximos años será muchísimo menor: con suerte, llegará a 4 mil millones de dólares, o sea que será un 96 por ciento menos de lo que había augurado la prensa sudamericana. Todos los funcionarios chinos, advertidos de antemano de que les haría esa pregunta —el Ministerio de Relaciones Exteriores me había pedido que entregara mis principales preguntas por escrito con anticipación, para que los funcionados pudieran prepararse mejor—, me respondieron con una sonrisa que las expectativas de inversiones chinas en América latina habían sido sobredimensionadas.
Cuando le pregunté al señor Zhou, del Ministerio Nacional de Desarrollo y Reforma, sobre los supuestos acuerdos de inversión por 100 mil millones de dólares, me respondió que esos informes eran “exageraciones” de la prensa. ~‘Yo también leí esos artículos de prensa”, comentó con una sonrisa. “Por lo que sé, no hay nada de eso. No tengo idea cuál fue la fuente de esa noticia.”
Días más tarde el señor Hu, mi acompañante oficial, me entregó una respuesta por escrito del Ministerio de Relaciones Exteriores a mi pregunta sobre cuánto sería el monto probable de inversiones chinas en América latina hasta el año 2010. “Haremos lo posible por aumentar las inversiones, que creemos alcanzarán el doble de las actuales a fines de la década”, decía el documento. Las inversiones directas actuales de China en la región, según el propio gobierno, eran de 1.600 millones de dólares.
Fuente Consultada: Cuentos Chinos de Andrés Appenheimer Analista Político de la CNN
http://www.portalplanetasedna.com.ar/chinahoy.htm
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5 septiembre 2007
deorienteaoccidente Economía
(Agencias / PD).- Si China sigue manteniendo su ritmo económico pasará a ser la mayor economía del mundo dentro de veinte años sobrepasando a Estados Unidos, según proyecciones de Goldman, Sachs & Co., un banco de inversiones de Wall Street
Si continúa el crecimiento chino, su mercado de consumo será el segundo del mundo para el 2015. Los chinos ya consumen el 32% de todo el arroz que se produce en el mundo, utilizan el 47% del cemento para construir y fuman uno de cada tres cigarrillos.
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