Documentos desclasificados de Reino Unido revelan negociaciones entre ministros y petroleras por riquezas de Irak
Documentos secretos revelados por varios periódicos de Reino Unido demuestran que este país, en conjunción con las grandes empresas petroleras, analizó la explotación del crudo en Irak un año antes de que comenzara su participación en la invasión a la nación asiática.
Unos archivos del Gobierno de Reino Unido a los que han tenido acceso The Guardian y The Independent dan luz sobre al menos cinco encuentos entre miembros del gabinete británico y representantes de petroleras, en octubre y noviembre de 2002.
Destaca la reunión de la entonces viceministra de Comercio, Baronesa Symons, donde informó a British Petroleum (BP) que las empresas del sector energético debían acceder a las “enormes” reservas de hidrocarburos de Irak en compensación del compromiso militar del primer ministro Tony Blair con los planes de EE.UU. para invadir al país.
Symons además dirigió una campaña de presión contra el Gobierno de George W. Bush en nombre de BP para asegurarse de que la gigante petrolera no quedara excluída de la repartición iraquí que hacía Washington a otras compañías energéticas de EEUU, Francia y Rusia.
La petrolera BP dijo en marzo de 2003 que no tenía ningún "interés estratégico" en Irak, mientras que el entonces primer ministro Tony Blair calificaba la "teoría de la conspiración petrolera" como "absurda".
Esta declaración contrasta con uno de los documentos desclasificados que dice: "Irak es una gran perspectiva petrolera. BP está desesperada por estar allí y ansiosa de que los acuerdos políticos no le denieguen la oportunidad".
En total más de mil documentos del Gobierno británico fueron desclasificados por la Ley de Libertad de Información de ese país a petición del periodista Greg Muttitt, escritor del libro Fuel on Fire (Combustible en Llamas).
El escándalo de los documentos está precedido por la reciente investigación del experto británico John Chilcot, quien a principios de febrero demostró cómo los Gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido planificaron desde 2001 la invasión y guerra contra Irak, que ha causado la muerte de más de 70 mil civiles en los últimos siete años.