Desde los pastores cordilleranos del interior de la Tierra de Sol y Cobre hasta los hombres y mujeres que en la Gran Minería construyen el erario nacional, pasando por los agricultores, los comerciantes, los practicantes de los más increíbles oficios como el limpiador de chimeneas o el reparador de radiadores, la costurera, la cocinera, el apir, el cateador de minerales, el cargador de camiones, el limpiador de autos, los aseadores y aseadoras, quienes compiten en eficiencia con los profesionales de larga enumeración que convierten a esta zona del país en una donde el concepto del trabajo adquiera proporciones extraordinarias, a quienes se suman, los que nunca descansan en sus afanes de servir como los bomberos voluntarios, detectives, carabineros, feriantes, comerciantes ambulantes, fiscales y jueces, abogados defensores, sacerdotes, diáconos y acólitos, locutores y por sobre todos ellos, la dueña de casa.
En 1931 el Presidente Carlos Ibáñez del Campo firmó un decreto mediante el cual se declaraba feriado el día 1 de mayo, como homenaje a la fiesta del trabajo. Y en 1955, en la Plaza del Vaticano, el Papa Pío XII declaró ante 300 mil personas, al 1 de mayo como el día de San José, el Trabajador.
Lo triste de esta fecha es que a pesar de los esfuerzos y sacrificios de antaño resultantes de las luchas sociales para alcanzar la dignidad laboral, aún existen grandes diferencias e injusticias y tristemente en Calama aquello se ve como en todo Chile y el planeta.
Día del Trabajo
El día del trabajo celebra los logros alcanzados por los trabajadores de todo el mundo, como es la jornada de ocho horas, con dos días de descanso a la semana.
Hacia 1874, la idea de llevar a cabo acciones para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas comenzó a extenderse desde distintos lugares y sectores de Estados Unidos. Los pioneros en reaccionar fueron los obreros ferroviarios, quienes llevaron a cabo una huelga que por semanas involucró a 17 estados. Al poco tiempo se fueron sumando varias otras organizaciones, creándose en 1881 la Federación Americana del Trabajo (American Federation Labor, AFL), heredera de la anterior Federación de Gremios y Sindicatos.
Esta nueva Federación reiteró la petición de las ocho horas en sus congresos de 1882 y de 1883, exigiéndole incluso al Presidente de los Estados Unidos que promulgara una ley nacional al respecto. También solicitaron el pronunciamiento de los partidos Demócrata y Republicano sin ningún resultado. Ante el fracaso de las gestiones, los trabajadores comenzaron a buscar nuevos caminos.
Así, la Federación Norteamericana del Trabajo acordó en su cuarto congreso, de 1884, realizar una huelga general el 1 de mayo de 1886.
Conmemorar el Día Internacional del Trabajo no es un hecho fortuito, es reconocer la entrega y dedicación, con la que cada día debemos asistir a nuestros puestos laborales para hacer crecer a nuestra nación, aportando para convertir a Chile en uno de los países líderes en políticas laborales. Es el momento adecuado para reconocer la fuerza y valentía con la que aquellos históricos trabajadores hicieron notar su descontento por la explotación laboral y que hoy nos permite recibir un trato más justo y equitativo.
No sólo necesitamos un lugar donde trabajar, sino que este lugar signifique un verdadero impulso a nuestro estilo de vida, que nos permita entregar educación de calidad a nuestros hijos, que nos dignifique como personas y que nos haga crecer como seres humanos.
Ocho horas
"Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar", dijo George Ángel, uno de los mártires de Chicago.
Ocho horas de trabajo, era lo que solicitaban los trabajadores estadounidenses, cuando en 1886 comenzaron una serie de jornadas de protestas, luego de que la Confederación de Gremios Organizados convocó a un día nacional de acción de protesta para el 1 de mayo de ese año.
De acuerdo a los antecedentes que existen sobre ese movimiento y que son difundidos en todo el mundo, la celebración de la huelga del primero de mayo de 1886 en Estados Unidos obtuvo como respuesta una represión desmedida por parte de las autoridades norteamericanas. El corazón del movimiento a nivel nacional, estaba en Chicago, pero logró apoyo masivo de otras ciudades de EEUU, como Nueva Cork, Detroit y Cincinnatti.
En Chicago, la huelga paralizó casi a la ciudad completa, y numerosas empresas como la fábrica de materiales Mc Cormick contrataron ejércitos privados para romper las reuniones y asambleas convocadas por los huelguistas, ya que la unión de los trabajadores causó mucha alarma entre industriales y en la prensa, quienes vieron en las manifestaciones el inicio de una "revolución".
Ante esta medida, los trabajadores que lideraban las protestas, consiguieron reunir una concentración de quince mil personas en la misma ciudad de Chicago, y cuando comenzaban a dispersarse, los policías iniciaron nuevamente una represión a través de los medios más violentos, momento que fue aprovechado para lanzar un artefacto explosivo que estalló entre los policías y que no se supo su procedencia.
Por tal incidente fueron detenidos ocho líderes de los trabajadores, a los cuales se les realizaron juicios que se caracterizaron por una falta absoluta de pruebas y, el jurado actuó influido por el prejuicio de que aquellos hombres eran enemigos del Estado y sin prueba alguna que los relacionara con el artefacto que había causado la muerte de varios policías, firmaron sentencia de muerte para cinco de ellos y cadena perpetua para los otros tres.
Durante el nefasto juicio, uno de los líderes de los trabajadores sentenciados a muerte, George Engel, de oficio impresor, manifestó lo siguiente: "Es la primera vez que comparezco ante un tribunal norteamericano, y en él se me acusa de asesino.
¿Y por qué razón estoy aquí? Por qué razón seme acusa de asesino? Por la misma que me hizo abandonar Alemania; por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora.
Aquí también, en esta "República Libre", en el país más rico de la tierra, hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable".
Además de Engel, fueron sentenciados a muerte, Spies, Parsons, Lingg y Fischer y llevados a la horca el 11 de noviembre de 1886. Años después muchos investigadores llegaron a la conclusión de que los estudios realizados en aquella ocasión demostraban la inocencia de todos ellos. Desde ese momento, los ejecutados pasaron a ser conocidos en todo el mundo como los "mártires de Chicago"
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