LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org – A pesar de haber muerto 58 años antes, José Martí es presentado por los comunistas cubanos como el “autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada”, el 26 de julio de 1953, operación diseñada y ejecutada por Fidel Castro y elementos de acción y sabotaje, que luchaban -a como diera lugar- contra la dictadura del General Fulgencio Batista.
A partir de la premisa de que este atraco convertido en hecho histórico, en efeméride obligada y en todo lo demás que conocemos tan bien los cubanos, respondía al ideario de Martí, se nos impuso e inculcó la nueva interpretación oficial de su pensamiento, que marcó la distancia de su verdadero ideario, tergiversado para servir a la propaganda oficial.
Los propagandistas de la revolución cubana han simplificado y manipulado el pensamiento martiano, tomando solamente la arista antiimperialista. Para hurgar en la verdadera dimensión política de José Martí, primero hay que borrar todo tipo de forzada coincidencia poética o filosófica con la revolución cubana, devenida casi de inmediato dictadura totalitaria. Martí jamás hubiera reverenciado caudillo alguno, y eso lo saben los estudiosos de su obra.
Martí, maniatado, ha sido utilizado por nuestros dictadores como el supuesto inspirador y eje principal de su doctrina, para ocultar que simplemente importaron y copiaron el modelo totalitario de socialismo estalinista, que nada tenía que ver con nuestra historia.
¿No hubiera condenado el poeta el asalto al Cuartel Moncada, la insurrección en la Sierra Maestra, los fusilamientos sin juicios y todo lo que vino después?
Al sinnúmero de organizaciones oficiales que mueven la agenda de la dictadura, enmascaradas bajo disfraces martianos, como el Movimiento Juvenil Martiano, la Sociedad Cultural José Martí, el Centro de Estudios Martianos, la Universidad Martiana de la Tercera Edad, y a los serviles intelectuales y artistas que se aun se prestan a apuntalar el régimen que ha destruido nuestra nación, les recuerdo un pensamiento del apóstol: “Todas las tiranías tienen a mano uno de esos cultos, para que piense y escriba, para que justifique, atenúe y disfrace: o muchos de ellos, porque con la literatura suele ir de pareja el apetito del lujo, y con éste, viene el afán de venderse a quien pueda satisfacerlo…”
Si resucitara hoy, a 154 años de su natalicio, el 28 de enero de 1853, José Martí encontraría una Cuba doblemente maltratada, empobrecida y sometida, como él dijo: “a los perezosos y soberbios que, en la ruindad de su egoísmo, se creen carga natural y señores ineludibles de su pueblo”.
Diría que de José Martí, poeta y pensador de todos los tiempos, y eso incluye también los actuales, ha comenzado un rescate en el que todos los cubanos honestos actuaremos como fieles exponentes de sus ideas.
Algo me dice en estos días que el apóstol ha abandonado su época, y está entre nosotros nuevamente, para unirse a los cubanos y ser la pesadumbre del castrismo; pero no tenemos que honrarlo atribuyéndole autoría intelectual alguna.
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