La invasión del imperio pedida por Fidel Baldomero Vásquez Soto* / Soberania.org - 14/04/09
Preguntó el comandante Fidel Castro a los congresistas americanos que recientemente visitaron Cuba: “¿Cómo podemos ayudar al Presidente Obama?” La fraternal interpelación fue precedida por un mensaje similar publicado en su “reflexión” del día anterior: “No tememos dialogar con Estados Unidos. Es la única forma de procurar la amistad y la paz entre los pueblos”.
Resulta obvio –para quienes reconocemos que Fidel alcanzó desde hace mucho tiempo el grado de “gran maestro” en el arte de la manipulación- que con un lenguaje tan respetuoso, nada fidelista, el comandante persigue un fin oculto para lo cual le interesa proyectar una imagen amistosa hacia los Estados Unidos.
Nuestra afirmación tiene dos escollos: El primero es que no encaja con las ofensas, propias de su repertorio, dirigidas días atrás contra los Estados Unidos y su vicepresidente e intercaladas en una “reflexión” sobre China. En ella se refirió burlonamente a Joe Biden como “piadoso católico”; vociferó que “en nuestro hemisferio es divertido ver cómo se agitan las entrañas del Imperio”; se preguntó “¿qué ética subsiste en la política de Estados Unidos?”.
El segundo escollo es de mayor calado: ¿qué objetivo estratégico lleva a Fidel a proyectar una imagen no beligerante con EEUU?
Para enfrentar ambos obstáculos argumentaremos a partir de la entrevista de Fidel con la prensa cubana y extranjera del 7 de febrero de 2002 (Inauguración de la XI Feria Internacional del Libro de La Habana) [1] , y de su “reflexión” del 17 de septiembre de 2008, titulada “El papel de bueno, ¿a costa de quién?”. [2]
La manipulación con el huracán Michelle y la “invasión del imperio” pedida por Fidel
Los daños ocasionados por el huracán Michelle dieron oportunidad a Fidel en noviembre de 2001 de desplegar una jugada magistral en contra de lo que él llama “el bloqueo” a Cuba. Ante la oferta americana de ayuda humanitaria replicó con una contrapropuesta: que se permitiera a la isla importar alimentos de EEUU. [3]
La jugada resultó genial. La “invasión del imperio” solicitada por Fidel ocurrió el 17 de diciembre de 2001. Ese día el portacontenedores "Express" con 500 toneladas de pollo congelado arribó a La Habana rompiendo “el paréntesis comercial de 40 años entre la isla y los norteamericanos”. [4] Horas más tarde al buque "Ikán Mazatlán" le correspondería llevar a cabo el segundo ataque naval, el cual fue realizado con un cargamento de 24.000 toneladas de maíz que llegaron al puerto.
Las diversas aristas de la jugada aparecen, relatadas por el propio Fidel, en la entrevista de febrero de 2002. De ella extraemos los siguientes textos:
• “Nosotros respondimos que estábamos dispuestos a hacer una compra, por una vez, con pago al contado”.
• “Nosotros tenemos adquiridos casi todos los alimentos de este año”.
• “Todavía podríamos adquirir al contado una cantidad similar a la que hemos adquirido”.
• “El costo hasta este momento, cuando haya llegado todo, será alrededor de 40 millones al contado”
• “El fin del bloqueo puede conducir, más o menos, dentro de la competencia internacional, a que más del 50% de las importaciones de alimentos del país pudieran adquirirse en Estados Unidos, y sin contar otras muchas cosas que pudieran importarse”.
Aunque en la entrevista Fidel reiteró que la compra de alimentos a Estados Unidos era por una vez, a la calladita lleva ya ocho años beneficiándose de ella y hasta el año 2008 dichas compras han superado los $ 2.600 millones.
Los huracanes Gustav e Ike sirven de excusa al comandante para pedir “otra invasión del imperio”
En la “reflexión” del 17 de septiembre de 2008, sirviéndose nuevamente de los huracanes, Fidel intenta repetir “otra invasión del imperio” similar a la de 2001:
• “Nuestro país no puede aceptar una donación del gobierno que nos bloquea, aunque está dispuesto a comprar los materiales indispensables que las empresas norteamericanas exportan a los mercados, y solicita la autorización para el suministro de los mismos, así como de los créditos que son normales en todas las operaciones comerciales”.
• “Si el gobierno de Estados Unidos no desea hacerlo definitivamente, el de Cuba solicita que al menos lo autorice durante los próximos seis meses, en especial si se toman en cuenta los daños ocasionados por los huracanes Gustav e Ike, y que aún faltan los meses más peligrosos de la temporada ciclónica”.
Remarca que la petición la hace con la humildad que lo caracteriza: “No se hacía con altanería, porque no es el estilo de Cuba. En la propia nota se puede apreciar cómo se expresaba con modestia la idea de que nos bastaba con que se suspendiera la prohibición por un limitado período de tiempo”.
¿Qué situación tan grave lleva a Fidel a una actitud de tanta modestia?
Sencillamente porque la economía cubana está al borde del abismo, pues no hay de donde sacar los $ 6.000 millones que le transfería a Cuba el gobierno venezolano de la cuantiosa renta petrolera. Sin esas muletas, no hay forma de detener la caída del paupérrimo nivel de vida de los cubanos ni de controlar las impredecibles consecuencias sociales y políticas que puedan presentarse.
Finalmente, una vez que hemos develado las manipulaciones de Fidel podemos comprender su iracunda descarga contra Biden. Más bien lo trató con delicadeza si consideramos que el 28 de marzo el vicepresidente había declarado a la prensa chilena que Estados Unidos “descarta levantar el bloqueo económico a Cuba”. [5]