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General: Los gusanos corruptos de Miami
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De: algoporalgo (Mensaje original) |
Enviado: 13/05/2011 21:33 |
Corruptos hay en todas partes, en la izquierda y en la derecha, hay unas etnias que son mas corruptas que otras, pero la corrupcion se ve en todas partes, principalmente en América Latina,
en Cuba también hay corruptos, en Venezuela, etc. |
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Crónicas norteamericanas
Miami: el arte de la corrupción
Sábado 07 de marzo de 1998 | Publicado en edición impresa
MIAMI.-No es extraño que Elmore Leonard y Carl Hiaasen sitúen sus delirantes novelas en Miami. Como afirmaba Borges, lo exótico hace que lo improbable se vuelva creíble y hay pocos lugares más improbables que Miami.
Los norteamericanos que llegan a Miami desde otras ciudades tienen esas sonrisas de encantado despiste que suelen ensayar en lugares como Haití o las Islas Fiji, donde la cultura local les resulta francamente incomprensible. El único indicio de que aún se encuentran en los Estados Unidos es que nadie les ha pedido que muestren el pasaporte ni hay pintadas en la calle reclamando "Yanqui go home". Por lo demás, Miami les cae como un sitio perfectamente foráneo.
El hombre de la hora en Miami es Darío Moreno, un cubano, profesor de ciencias políticas de la Universidad Internacional de la Florida, que durante el programa televisivo "60 Minutos" comparó a Miami con una república bananera y afirmó que "los cubanos han elevado la corrupción al nivel de un arte".
Al día siguiente, una avalancha de llamados a las radios locales, columnas en El Nuevo Herald y cartas a la redacción calificaban a Moreno de "cubano arrepentido" y pedían, desde su expulsión de la universidad hasta que ardiera en el infierno. Un representante de la legislatura local, en cuyo distrito se encuentra la universidad, amenazó con suspender los fondos si no se disciplinaba a Moreno, y algunos restaurantes a los que el profesor concurría habitualmente se negaron a servirle, gritándole, en cambio: "¡Váyase a vivir a Wyoming!"
Bendita acefalía
Lo único que logró atemperar la inminente crucifixión de Moreno fue la noticia de la anulación por un juez de las elecciones a la alcaldía de Miami ante la evidencia de fraude masivo, lo que obligó a muchos a pensar que tal vez el hombre no estaba tan errado, después de todo. El fallo dejó a la ciudad acéfala, lo cual, tratándose de Miami, no es necesariamente una calamidad.
Xavier Suárez, un abogado graduado en Harvard, apodado "El huracán Xavier" o "El Loco", por su inusitado estilo de conducción, había ganado las elecciones para la alcaldía de Miami en noviembre último, después de perder la primera vuelta. Su rival, Joe Carollo, quien ocupaba el cargo, denunció que los 158 votos de ventaja que le dieron el triunfo a Suárez formaban parte de una amplio fraude con las boletas de ausentes (los enfermos y los ancianos que no pueden concurrir a las urnas pueden votar por correo).
Suárez, como era de esperar, desechó la versión y asumió la alcaldía con la arrogancia de un propietario. En uno de sus primeros actos, trató de deshacerse del jefe de policía, Donald Warshaw, un blanco no cubano, y reemplazarlo por un cubano, lo que, dada la popularidad de Warshaw, no prosperó. Acto seguido, se dedicó a combatir las incipientes críticas que se formulaban a su gestión con algunos métodos no exactamente convencionales. En una ocasión se presentó, pasada la medianoche, en la casa de Edna Benson, un señora de mediana edad que había enviado una carta crítica a The Miami Herald, para increparla por sus opiniones y sólo aceptó retirarse cuando la señora blandió un revólver calibre 38 y le ordenó que se fuera. En otra oportunidad dejó grabado un mensaje en el contestador automático de un ejecutivo del Herald, donde lo amenazaba con retirar la publicidad de la alcaldía si el diario persistía en sus críticas. El Herald habilitó un número telefónico especial para que la gente pudiera escuchar el mensaje del alcalde.
A diez dólares el voto
El proceso que anuló las elecciones involucró a 60 testigos, 21 de los cuales invocaron la Quinta Enmienda para protegerse de la autoincriminación.
La investigación reveló que uno de los miembros del círculo de Suárez se había instalado en una iglesia de Overtown, uno de los ghettos negros de Miami, comprando votos a 10 dólares por cabeza. Alberto Russi, un exiliado cubano de 92 años, admitió haber convencido a unos 90 viejitos como él, con quienes se reunía habitualmente en una plaza de La Pequeña Habana para jugar al dominó, para que enviaran las falsas boletas de ausentes.
El escrutinio también estableció que habían votado más de 100 convictos (legalmente inhabilitados para votar) y también lo había hecho Manuel Yip, tal vez simpatizante de Suárez, pero desafortunadamente muerto desde hacía cuatro años.
Nadie puede saber con certeza si el presente escándalo perjudica la imagen internacional de Miami o la beneficia. Después de todo, ésta es la ciudad que se hizo popular con la serie "Miami Vice" .
Recientemente mereció el raro honor de ser nombrada "una de las 10 ciudades más corruptas de los Estados Unidos" por la revista George, y hace apenas seis meses se salvó de la desaparición cuando un referéndum rechazó su abolición. Al presente se encuentra bajo supervisión estatal, después de que se descubriera la misteriosa desaparición de 68 millones de dólares de su presupuesto municipal.
Tres de sus más importantes funcionarios, incluyendo al administrador general, fueron encarcelados por corrupción, lo que no impidió que la ciudad eligiera por un cómodo margen a Humberto Hernández como comisionado (Suárez le otorgó la presidencia de la Comisión), pese a que el hombre se encuentra batallando contra 23 cargos de administración fraudulenta de un banco, incluyendo defraudación hipotecaria y lavado de dinero.
Con estos antecedentes, el desalojado Xavier Suárez espera confiado los nuevos comicios en menos de 60 días. "Me siento feliz porque la gente de Miami sabrá por fin quién es su alcalde", declaró. Su optimismo es comprensible. En la vecina ciudad de Hialeah, otro compatriota, Raúl Martínez, cuya elección también se anuló por fraude, ganó por un margen mayor cuando los comicios volvieron a celebrarse.
Mario Diament
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¿Quiénes son los verdaderos gusanos?
Somos menos que nadie. Al menos así nos hacen aparecer las autoridades cubanas cuando emigramos, o peor aún, cuando solicitamos la salida del país.
El emigrante cubano tiene una gran desventaja respecto a los otros emigrantes del planeta, a nosotros se nos vende un pasaje de ida, sin regreso.
Somos los “gusanos” que las autoridades tiran al vertedero capitalista. Y resulta sumamente curioso la similitud de los términos peyorativos y despectivos utilizados desde la antigüedad para estigmatizar a todo aquel ciudadano que no abrace el discurso retórico de la clase dominante.
Esparta fue un pueblo indoeuropeo que fue fundada por los dorios, al sudeste del Peloponesio. Eso ocurrió en el siglo XI antes de Cristo.
En la cima de la sociedad espartana estaban los guerreros o conquistadores, que no eran muchos, sólo cerca de 9 000. Estos ocupaban todos los cargos públicos y dirigían al ejército. El trabajo manual y de la tierra no lo realizaban por considerarlo indigno. Por debajo de este grupito estaban los periecos sin derechos políticos y debían pagar un tributo. Estos podían casarse y tener pequeñas propiedades.
El último lugar en la escala social lo ocupaban los Ilotas. Eran siervos sin derechos y eran los encargados del cultivo de la tierra. Eran propiedad del estado espartano. No podían ser vendidos, ni regalados. Estos individuos, en ocasiones, organizaban revueltas, pero eran brutalmente reprimidos con la excusa de que la estabilidad de un estado soberano e independiente no podía peligrar. Las rebeliones se organizaban con el propósito de reclamar dignidad, libertad y derecho a emigrar a otro sitio y mejorar su status.
La educación de los espartanos era muy rígida. La tarea de la educación recaía sobre el estado espartano. La instrucción militar comenzaba a los siete años y concluía a los 60. Se les suministraba la ropa y el sustento estrictamente necesario. Se les ordenaba hablar lo menos posible y obedecer ciegamente todas la órdenes. Esto formaba ciudadanos obedientes y fanáticos.
El ejemplo de Esparta llama la atención por la época en que se produce, siglo once antes de Cristo. Ha llovido mucho, ¿o no?
Pues el totalitarismo soviético no fue un rezagado a la hora de denostar a sus opositores. Lenin utilizó términos muy duros para la gente que se le oponía, tales como: parásitos, víboras inmundas y degenerados. El poseer una opinión no acorde con los lineamientos del partido significaba la deportación a los campos de trabajo situados en las regiones más inhóspitas de Siberia.
Hitler utilizaba el término “Ungeziefer” para denigrar a los ciudadanos judíos. Fue Goebbels, el ideólogo del partido nazi, quien lo puso en boga.
En Cuba el término “gusano” fue en un principio utilizado para designar ( peyorativamente) a todos aquellos ciudadanos que no abrazaban las ideas de la cúpula gobernante que se hizo con el poder el primero de enero del año 1959. Su uso estuvo restringido a aquellos que deseaban marcharse del país, estaban en vías de ello o eran indiferentes a las ideas de renovación.
Llamarte “gusano” era relegarte a lo último de la escala social: eras un ilota, un parásito, una víbora, un ungeizefer. Pero los revolucionarios podían agregar a ese sustantivo cuanto adjetivo acudieran a sus cabecitas. De gusano simple y llanamente, según tus méritos personales acumulados en tu vida como ente inútil y reptante, podías pasar a un grado superior en la escala zoológica, entonces, tal vez te llamarían: gusano de mierda, gusano maricón, gusano arrastrado--redundancia al fin y al cabo--, ¿hay algo más rastrero que un gusano? Pero así era el pueblo o parte de él, enaltecido por las fuerzas gobernantes que se dieron a la tarea de cultivar el espíritu de revancha y el narcisismo revolucionario.
El tiempo, la historia y el dinero se encargaron de metamorfosearnos, y de gusanos viles y traidores nos fuimos convirtiendo, sin quererlo, en ciudadanos de primer orden. Logramos la independencia a costa de un pasaje sin regreso.. Y ayudamos (queramos o no admitirlo) a esos gusanos que se alimentan del cadáver de la Robolución. De los que roban a nuestras familias. Los verdaderos invertebrados babosos y suplicantes: acólitos de una dictadura plagada de estulticia.
Los gusanos, al final de la historia, o al menos en sus postrimerías, destacamos por poseer un sexto sentido en relación a nuestra nación. Como gusanos reptábamos y sino no andábamos ligeros nos pisoteaban, por eso nuestra intuición se desarrolló y esa mutación nos salvó de perecer o vegetar bajo un gobierno esclerosado por las consignas.
Y también la historia ha demostrado que no están todos los que son, ni son todos los que están.
Un día, no lejano ya, regresaremos a nuestra tierra. Con un pasaje de retorno con o sin regreso. Eso quedará a gusto del cliente.
Marzo de 2005
http://www.conexioncubana.net/index.php?st=content&sk=view&id=1096&sitd=334
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¿Gusanos?
La dicotomía 'gusano-compañero' no vino de Martí, sino de aquellos que sustituyeron la política por la guerra: los nazis.
Hace algunos meses se denunciaba en un artículo publicado originalmente en el sitio digital Rebelión y reproducido en La Jiribilla, que una carta de rectificación enviada al El País no había sido acogida en las páginas de ese periódico español. Dicha misiva aseguraba que, contra lo afirmado por Jorge Edwards, la denominación de "gusano" no había sido inventada por Castro, sino por la CIA.
"La CIA escogió el término gusano como símbolo de la subversión. Imprimió miles de pequeños dibujos en forma de muñequitos ( cómics) y los envió por correo hacia Cuba, al tiempo que la radio La Voz de Cuba Libre lo difundía. La CIA llamó gusanos a sus servidores en Cuba y los revolucionarios también comenzaron a decirles así. Esta información, decía la carta nunca publicada por El País, puede ser encontrada en el libro De la octavilla a la sicotecnología, investigación de Emiliano Lima y Mercedes Cardoso, publicada por Ediciones Verde Olivo, La Habana, Cuba, 2003. pp. 128-129".
A quienes nos parece sospechoso que la denominación de gusano no sea de autoría castrista, un artículo publicado este 19 de enero en Juventud Rebelde ("El 'gusano libre'") nos ahorra el trabajo de consultar el libro citado. Jorge Risquet Valdés Jiménez se refiere a un Memorando de William K. Harvey, oficial de operaciones de la CIA para Mangosta, dirigido al jefe de Operaciones de la agencia, fechado en Washington el 6 de agosto de 1962:
"En este documento la CIA estructura el lanzamiento mediante una campaña del 'símbolo de la resistencia' contra el gobierno cubano con el nombre de 'gusano libre'. En su fundamentación, el funcionario parte del conocido término 'gusano', empleado por los revolucionarios para designar a los lamebotas internos del enemigo. Debía parecer un fenómeno espontáneo de la contrarrevolución interna".
Es decir, la campaña contrarrevolucionaria no creó lo de "gusano", sino que lo adoptó de la jerga revolucionaria, de manera semejante a cómo los insurrectos cubanos se apropiaron del calificativo denigrante que le daban los españoles.
La falacia de Portuondo
Uno de los intelectuales orgánicos de la dictadura comunista, José Antonio Portuondo, quiso retrotraer, por cierto, hasta la patriótica contienda de los mambises el uso "revolucionario" de la palabra en cuestión. En su conocido ensayo El diversionismo ideológico en torno a José Martí, Portuondo escribió:
"Hay en su diario de campaña De cabo haitiano a Dos Ríos una anotación, quince días antes de su muerte, del 4 de mayo, extraordinariamente bella. Es un solo párrafo donde narra el fusilamiento de Masabó, un hombre valiente, miembro del Ejército Libertador, que había robado, había violado, que había infringido, en suma, el código militar y el viejo Máximo Gómez lo somete a Consejo de Guerra. El Consejo de Guerra lo condena a muerte y cuando se lee la sentencia, Martí escribe esta frase: 'Este hombre no es compañero nuestro, es un vil gusano'. Es formidable descubrir cómo Gómez y Martí utilizan ya términos nuestros, de nuestros propios días, y los contraponen: el compañero y el gusano, las dos posiciones extremas, polares de nuestra Revolución que no admite otras. O se es un compañero o se es un gusano. Ya eso está en Martí, con la misma tajante forma antitética con que lo usamos hoy". ( Martí, escritor revolucionario, Editora Política, 1982 pp. 327-328).
Para ponderar el tamaño de la falacia de Portuondo, basta con recordar que a pesar de su radicalismo revolucionario, Martí llegó a reconocer como patriotas a ciertos autonomistas e incluso a anexionistas; pero sobre todo que a quien llama "gusano" no es a un antiindependentista, sino a un asesino y violador que, además, es juzgado en un consejo de guerra porque ha infringido el código militar.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/gusanos-11649
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