En la estación de la hojarasca, amiga, en los meses de lluvia persistente, en los días de viento intermitente cuyo látigo el rostro nos fustiga.
Cuando la nieve pertinaz obliga a añadir otro leño al leño ardiente; al percibir que lo único presente es la ausencia, el deseo y la fatiga.
¿Qué mérito es amar en primavera, entre rosas, al pie de la palmera, o en la inmóvil molicie del estío?
Quiéreme ahora, mujer, en este invierno que al golpear mis puertas se hace interno; ven, yace junto a mí, que tengo frío.
FRANCISCO ALVAREZ HIDALGO
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