Las fachadas de decenas de viviendas es todo lo que queda de la aldea palestina de Lifta, en Jerusalén, abandonada en 1948, cuando Israel declaró su independencia. Los palestinos de hoy quieren impedir que se construya un proyecto habitacional de lujo.
Los 3.000 residentes fueron expulsados o huyeron de los combates que antecedieron a la creación de Israel, que los palestinos designan como "nakba" o catástrofe.
Hasta hoy no han sido autorizados a regresar.
Ahora, los antiguos residentes y sus descendientes están llevando a cabo una batalla legal en los tribunales israelíes para detener los planes de transformar los restos de la aldea palestina en viviendas de lujo.
Yacoub Odeh, un activista palestino que vive en Jerusalén Este, conserva vívidos recuerdos de una infancia idílica en Lifta y lleva grupos a conocerla.
Les muestra la antigua mezquita, las prensas para las aceitunas y el patio, todo lo que era fundamental para la vida en comunidad.
"Nací en Lifta, en 1940, tenía ocho años cuando nos fuimos, pero nunca voy a olvidar. Esto representa mi historia y mis sentimientos", dice.
"Recuerdo cuando era pequeño, jugando en la vertiente y los jardines, recolectando todo tipo de plantas. Recuerdo a mi madre preparando un pan exquisito, con aceite de oliva y tomillo".
"La aldea entera era como una gran familia. En el tiempo de la cosecha, o si uno hacía arreglos en casa, los jóvenes se ofrecían como voluntarios para ayudar. Hasta ahora, si alguien de Lifta muere, todos nosotros vamos al funeral".
Caso único
Los habitantes de Lifta se hallan entre los 700.000 palestinos que debieron abandonar sus hogares durante la guerra de independencia de Israel.
Mientras que algunos pueblos y aldeas palestinas quedaron dentro de lo que hoy es Israel y fueron destruidos, transformados o simplemente expropiados, Lifta se mantiene vacía y en gran medida intacta.
Las plantas y la maleza han crecido enormemente dentro de las casas, y los graffitis y la hierba se disputan sus paredes. Sin embargo, en muchas de ellas se conservan los atractivos pisos de mosaicos.
Aunque el área está rodeada de autopistas y hay obras de construcción en las faldas de la colina para construir un túnel para el nuevo ferrocarril ligero de la ciudad, se trata de una localidad tranquila.
"Es un lugar muy bello. Sufro al pensar que un día no sea más que un recuerdo", dice Zeina Abdula, una joven veinteañera, cuyos padres vinieron ambos de Lifta.
Zeina vino por primera vez a la aldea en una de las visitas organizadas por Odeh.
"Si esto desaparece, las generaciones venideras no podrán apreciar lo que teníamos como palestinos en Jerusalén", agregó.
Disputa legal
La Autoridad para la Tierra de Israel, hoy el propietario legal de la tierra, quiere vender parcelas a los constructores para que edifiquen viviendas caras, utilizando las construcciones existentes.
La idea ya fue aprobada por la municipalidad de Jerusalén. En la municipalidad hay un modelo del proyecto propuesto.
"El plan es restaurar las viviendas que aún están en pie. Éstos serán conservados rigurosamente" dice la subalcaldesa Naomi Tsur.
"El arte de construir en esa aldea está en conjugar los elementos antiguos con los nuevos".
La fuentes señalan que el área en cuestión no está cerca de los territorios ocupados y que no hay disputa respecto a que la aldea está en Israel.
"En algún momento, en el Medio Oriente, vamos a tener que aceptar que alguna gente está aquí y otra allá y que no podemos estar soñando con regresar a dónde vivíamos antes porque las cosas han cambiado", dice Tsur.
En Israel, existe un amplio consenso en el sentido de que dejar que un grupo pequeño de palestinos retorne a la tierra en que vivían antes de 1948, establecería un peligroso precedente.
Existe el temor de que el retorno de los refugiados podría en peligro a Israel como Estado judío.
Asuntos polémicos
Un grupo de familias de Lifta y organizaciones no gubernamentales han levantado una petición legal para detener el proyecto.
Estos proponen que se conserve la aldea en su estado actual como un sitio histórico.
Este mes, un juez de distrito en Jerusalén ofició a la Autoridad para la Tierra pidiéndole que reconsidere sus planes.
La Autoridad tiene plazo hasta el 5 de junio para responder.
"Los residentes de Lifta están muy conscientes de que, en esta la situación política, no van a regresar a sus hogares, pero quieren que la ley impida la posibilidad de que otra gente llegue a vivir en ellos", dice el abogado Sami Irsheid.
"Creen que eso impediría cualquier solución del problema de los refugiados".
"La segunda cosa es preservarlo como un sitio del recuerdo. Esto es importante para ellos no sólo como refugiados o palestinos, sino para la gente de todo el mundo", dice Irsheid.
Más allá de los argumentos legales, el destino de Lifta trae a la superficie algunos de los asuntos más polémicos en el conflicto palestino israelí: el derecho a regresar y la lucha por controlar el punto de vista histórico.
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