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Hubiera cumplido 80 años y, sin embargo, no ha parado de nacer. El paradigma de la mujer nueva que precisa el Socialismo en Cuba, Vilma Espín Guillois, despierta a diario en la mirada de nuestras abuelas cuando contemplan, aliviadas, las oportunidades de sus nietas; madruga junto a las dirigentes, científicas y obreras para salir en cada jornada a darle al mundo un rostro mejor; abulta sueños y libros en una mochila y se lanza, con las jóvenes, a conquistar resultados en cualquier profesión.
Nació en Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930; simbólicamente, en la década donde el derecho a la independencia tantas veces abortado casi llega a cristalizar en una revolución. La ansiada victoria "se fue a bolina"; no obstante, este periodo se encargó de acoger, y madurar en los dos decenios siguientes, a las cubanas y cubanos que librarían la última batalla por la soberanía real.
El deseo por la superación y el apego a la justicia, honestidad y sencillez, se fraguaron en ella como valores sólidos en estos años tempranos, en un ambiente familiar armónico donde imperó la comunicación.
Desde el triunfo revolucionario se consagró a cumplir la encomienda de Fidel de organizar y desarrollar la Federación de Mujeres Cubanas.
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Por ello, asume el valor decisivo del entorno hogareño en la formación del individuo, se esfuerza por promover la asimilación y aceptación plena de esta responsabilidad, de esclarecer y enaltecer el papel de la familia como célula embrionaria de la sociedad deseada; a la par que integra este compromiso a su proyecto de vida personal.
Durante su infancia y juventud adquiere la certeza de cuánta ignominia encierra cualquier sentimiento de discriminación. Desmontar la invalidez de una "superioridad" basada en criterios religiosos, raciales, de género, opinión, procedencia social y otros, devaluarlos como pretextos para la explotación de una mayoría por unos pocos, llega a ser una de las constantes inquebrantables de su obra.
La palabra vanguardia siempre halló en Vilma mucho más que letras en común. La condición de integralidad que tanto se demanda de las generaciones actuales, tuvo en ella una exponente irrebatible: estudiante excepcional, amante de la Historia de Cuba, la cual le develó la rica tradición de lucha independentista de nuestro pueblo y le motivó la admiración por sus gestores, tanto por aquellos de los alzamientos del siglo XIX como por los referentes más cercanos, entre ellos Julio Antonio Mella. Fue, además, consecuente seguidora de Martí, de cuyas ideas no hizo un material de lectura sino de acción.
Su papel activo en la fundación de la FEU en la Universidad de Oriente donde fue una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial graduadas en Cuba.
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En la Universidad de Oriente, donde matriculó para graduarse como una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial en Cuba (también en esto fue abanderada ella misma de la ruptura de esquemas), prestó su voz tanto para defender la oficialización del recinto de altos estudios, como para integrar la coral universitaria.
Gustaba lo mismo de practicar la gestualidad precisa y delicada del ballet clásico, como los movimientos abruptos y los remates enérgicos del voleibol, de cuyo equipo femenino universitario llegó a ser la capitana.
La pluralidad de tareas asumidas no le hace relegar el interés por la situación política de Cuba, el anhelo de contribuir al cambio; por ello, integra la Federación Estudiantil Universitaria Oriental, y se manifiesta en contra de la alborada funesta del cuartel de Columbia en 1952 (golpe de Estado de Fulgencio Batista), hecho resumible en los sustantivos sangre e inconstitucionalidad, que son las sílabas conceptuales del vocablo tiranía.
Por esta época, se incorpora al recién creado Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) bajo la guía del joven Frank País, al cual se uniría en la más estrecha colaboración y confluencia de ideas.
En 1953, las balas revolucionarias que impactan las paredes del Cuartel Moncada penetran más hondo en su conciencia; el retrato de la Patria escarnecida dibujado por Fidel con las palabras más crudas y certeras en su alegato La Historia me Absolverá, impulsa la radicalización de su pensamiento. Así, termina por reconocer en el joven abogado al líder de madurez política y acción decisiva que requería el proceso independentista cubano. Por ello, es también de las primeras, junto a Frank, en unirse al Movimiento 26 de Julio una vez creado.
Entre las principales acciones que protagoniza dentro de la lucha clandestina está el alzamiento en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, para desviar la atención de las fuerzas de la tiranía y favorecer el desembarco de los expedicionarios del Granma.
Poco antes de morir, Frank País le orienta la tarea de ser coordinadora provincial del Movimiento, y como tal se mantiene hasta junio de 1958, cuando se hace muy peligrosa su situación y, por lo tanto, impostergable el ascenso a la Sierra Maestra, donde llega para combatir con singularidad guerrillera dentro del II Frente Oriental del Ejército Rebelde.
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