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Tres meses después de la hasta ahora fracasada "misión humanitaria" al amparo de una Resolución de Naciones Unidas, los esfuerzos de Occidente apuntan en la misma dirección: desbarrar del líder libio Muamar Gadafi y apuntalar a los insurgentes.
El análisis es compartido por funcionarios del Partido Comunista Francés y organizaciones no gubernamentales opuestas a la guerra y a las invasiones, mientras el Gobierno de Nicolás Sarkozy repite que el fin de Gadafi se acerca con la condena internacional.
La revelación de la entrega de armamentos por el diario Le Fígaro pareció intencional, por la filiación del medio con la derecha en el poder aquí. Luego, sin ambages, un portavoz militar confirmó el hecho.
Francia arrojó por paracaídas lanza cohetes, rifles de asalto, ametralladoras, misiles antitanques y alimentos sobre las montañas donde se ubican los rebeldes en la nación árabe, en razón, dijo la fuente, del agravamiento de la situación humanitaria.
Sin embargo, Gran Bretaña, uno de los socios más estrechos de París en la coalición contra Gadafi, puso en dudas la acción y aseguró que se pudiera estar violando el embargo de armas decretado por la ONU.
De todas formas, la aplicación de la propia Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas quedó tan ambigua -en principio era una zona de exclusión aérea-, que ya nadie sabe qué autoriza su contenido.