Hace 10 años, al sentarnos a comer y conectar la “tele” mi hija Custodia y yo veíamos entrecogidos por lo que veíamos como una de las torres gemelas, había sido presuntamente atacada por un avión, aunque en ese momento ni los comentaristas de la “tele” tenían claro lo que pasaba en realidad, pero era alucinante. Después vino el “ataque” a la segunda torre.
Cuando ya se tenía más o menos claro lo que ocurría, le pregunté a mi hija ¿Sabes quién va a pagar todo esto? Ella me miró algo sorprendida ¿Quién? Pregunto, el pueblo palestino, respondí ¿El pueblo palestino? ¡¡Pero si eso está pasando en Norteamérica!! Precisamente, el imperio está siendo presuntamente atacado en su corazón ¿Quién puede cometer semejante locura si no?, alguien totalmente desesperado. Me equivoqué en esto último. Oficialmente, no ha sido el pueblo palestino, si no, alguien muy próximo al quien sufría el ataque, uno de sus servidores, Ossama Bin Laden, su antiguo aliado en Afganistán a quien armaron hasta los dientes, y después le compraron las armas, para luchar contra las tropas soviéticas en las escarpadas montañas de Afganistán, un fanático religioso a quien no tuvieron el más mínimo rubor de entrenar y preparar para su lucha imperialista y emplearlo contra quien, si consolidaba su presencia en el país, ponía en peligro su hegemonía en la zona.
A diez años de aquel acontecimiento, podemos ver como el pueblo palestino ha sido repetidamente atacado, invadido, masacrado… durante la década transcurrida, ante la casi total indiferencia de nuestro civilizado mundo. El Imperio ayudado por los tres más el “engañado” de las Azores atacó sin miramientos a un pueblo soberano, Iraq, con la escusa de que allí habían armas de destrucción masiva. El clamor de los pueblos, sí, esos de los que emana la soberanía, no tuvo la más mínima importancia para el sanguinario Bush y sus secuaces, J. M. Aznar, Tony Blair, y el cándido Durao Barroso. El ínclito Aznar aseguró ante los atónitos españoles que era cierto, que las armas de destrucción masiva existían. El “socialdemócrata” Blair permitió que la maquinación de un súbdito iraquí colaborador de los servicios secretos británicos, resentido con Saddam Hussein, montara una fábula a la que él mismo dio visos de realidad y sirvió de pretexto para la invasión.
Así, con la escusa de la lucha contra el terrorismo, el imperio norteamericano, con la ayuda de sus adláteres europeos, asiáticos, africanos, sin olvidar australianos y canadienses, los yanquis tienen encendido medio mundo, recortado derechos de norteamericanos y resto de ciudadanos del planeta, cercena la independencia de los países latinoamericanos que no le bailan a su son, incluso para lavar sus asquerosa cara, permiten, permiten, a un afroamericano sentarse en la silla presidencial de la casa blanca.
Hoy, el pueblo norteamericano llora los muertos de aquel terrible acontecimiento. Con el asesinato de su sirviente Ossama, Barák Ussein Obama volvió a recuperar su popularidad que está perdiendo de nuevo a pasos agigantados. Hoy volverá a recuperar algo de ella. El miedo al miedo hace milagros entre los yanquis.
Entre tanto, el mundo entero asiste a esta misse en scene como propia. Bueno, buena parte del mundo; algunos estamos inmunizados, conocemos las estrategias de los imperios. Los españoles conocemos aquello de Viriato y su fin a manos de sus próximos colaboradores al servicio del imperio romano, ¿Quién no recuerda aquello de ¡¡ROMA NO PAGA TRAIDORES!!? conocemos como el imperio eeuu ha ido creciendo aun a costa de masacrar a sus servidores, recordemos al acorazado Maine, (Extracto de "CUBA 98: LA VOLADURA DEL MAINE, ¿PROVOCACIÓN DE GUERRA?" Por Miguel Leal Cruz
[...] Son aún ilimitadas las conjeturas e hipótesis sobre este lamentable y más que misterioso hecho que afectó especialmente a la dignidad de aquella España, todavía imperial, y en claro provecho de un país en vías de gran desarrollo, en "el que todo vale" para conseguir su imparable avance sin importar los medios que, en atroz maquiavelismo, ya habían puesto en uso con su "madre patria" - la Gran Bretaña - a más de con indios americanos, franceses, españoles y mejicanos en su pasada reciente historia hacía el "destino manifiesto", uno de sus postulados máximos). los fontaneros de R. Nixon. La pregunta del por qué los seiscientos y pico trabajadores judíos no fueron a trabajar ese fatídico 11 de septiembre a las torres.
Que pasó, nadie lo duda, las consecuencias las estamos sufriendo aunque la inmensa mayoría de los pueblos las hayan prácticamente asumido. Como empieza y se urde la trama, eso, como el asesinato de John F. Keneddy, pasarán muchas generaciones antes de que se sepa la realidad. Eso si se llega a saber, y para entonces será un dato más, sin más importancia.