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General: Israel y Palestina, las consecuencias morales de un canje
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Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De: ELSANTANECO  (Mensaje original) Enviado: 25/10/2011 17:20
 
 
Publicado por ellitoral.com (Santa Fe, Argentina) - Si los palestinos obtuvieron una victoria política cuando reclamaron el ingreso a la ONU, Israel ha obtenido una formidable victoria moral canjeando a un soldado por mil palestinos, (1027 para ser más precisos). Si bien los líderes de Hamas festejan el acuerdo obtenido y el retorno de sus combatientes, queda claro que para la moral y para la historia Israel ha ganado la batalla probando que la vida vale y que esa vida debe ser respetada a cualquier precio.
En términos prácticos las negociaciones demuestran que un soldado de Israel vale por mil palestinos. No es Israel quien impuso esa proporción, sino los palestinos. Son ellos los que hoy festejan el retorno de sus combatientes, sin importarles o sin percatarse que de hecho están admitiendo la superioridad moral de su enemigo.
La relación de mil por uno es numérica, pero es también moral y política. Para que un acuerdo de esta naturaleza se haya llevado a cabo, es porque existen concepciones sobre la vida y sobre la muerte, sobre la sociedad y la trascendencia, que dan cobertura moral a determinadas soluciones. Es en ese sentido que hay que decir que la negociación entre palestinos y judíos puso en juego dos concepciones, dos visiones que incluyen a la política pero la trascienden.
Al respecto, no es ninguna novedad señalar que para los palestinos la vida de sus hombres está subordinada a la causa que dicen defender. Esa causa justifica no sólo la muerte de sus enemigos, sino el sacrificio de ellos mismos. Sus niños y adolescentes, también sus mujeres, son educados para el martirilogio. Hay que detenerse un instante a pensar sobre lo que significa un proceso de aprendizaje cuyo resultado consiste en la propia muerte en nombre de Alá.
Se dirá que todo proceso de liberación o toda lucha por ideales nobles exige arriesgar la vida. Es verdad. Pero una cosa es arriesgar la vida y otra muy diferente es sacrificarla. Es la sutil pero decisiva diferencia entre el guerrero y el suicida. Todo combatiente alienta la posibilidad de sobrevivir a la guerra. Esa esperanza otorga sentido a la lucha, ya que no hay coraje verdadero sin una cuota inevitable de miedo porque la valentía real exige sobreponerse al miedo de la muerte. Todas las estrategias militares clásicas parten de ese principio o de ese límite: los soldados en el campo de batalla pelean, no se suicidan. Desde Julio César a Napoleón, este principio orientó al arte de la guerra.
En el caso del suicida, esa lógica no existe; para el combatiente suicida su destino es la muerte, se ha preparado para morir y no sólo se ha preparado sino que, además, desea la muerte. El suicidio para el integrista constituye la verdadera salvación, la redención definitiva. Esa verdad la sabe él y su familia que celebra la marcha del hijo pródigo hacia la eternidad. Suicidas puede haber en cualquier sociedad, pero en este caso la diferencia está dada en que el suicidio es alentado desde la autoridad, desde el Estado.
El soldado profesional no es un suicida, ese es su límite. El límite obedece en el fondo a una concepción humanista que se impone a la lógica guerrera. Los generales pueden disponer de sus soldados para ir a la lucha, pero no pueden disponer de la vida de sus soldados. Esa diferencia es la que ha borrado el terrorismo suicida, que celebra jubilosametne la muerte de los otros y la suya.
La otra diferencia civilizatoria entre el soldado profesional y el terrorista se plantea en la relación que mantienen con los civiles. Los ejércitos profesionales combaten contra soldados profesionales y tratan de preservar a los civiles de la guerra. Este principio ha sido violado muchas veces, pero sobrevive, sobre todo en Israel. El terrorismo, por el contrario, no opera contra soldados profesionales sino que ataca objetivos civiles sin discriminar sexo o profesión.
¿Ejemplos? Entre los flamantes liberados se encuentran los autores intelectuales del atentado terrorista contra Dolphinarium, la disco de Tel Aviv. Como consecuencia del operativo murieron veinte jóvenes, cuya única culpa fue haber ido esa noche a bailar con sus amigos o sus parejas. Los judíos murieron, los terroristas se sacrificaron. Unos eligieron morir a los otros la muerte
se les impuso. Los familiares de los judíos lloraron a sus muertos, los familiares de los terroristas los despidieron con cánticos y oraciones. ¿Se entienden ahora las diferencias culturales y civilizatorias? ¿Se entiende por qué la vida de un judío es equivalente a la de mil palestinos?
El sacrificio como virtud habilita a que la muerte sea deseada y celebrada. Desde esa perspectiva sería imposible que lo que hoy sucedió con Shalit se plantee a la inversa. Si por ventura Israel tuviera un prisionero palestino, la exigencia de canjearlo por miles de judíos no sería concebible, porque a los jefes de Hamas o Al Fatah no les temblaría la voz para dar la orden de sacrificar al prisionero en manos enemigas y el prisionero, por su lado, no esperaría otra cosa por parte de sus jefes.
No concluyen allí las diferencias. Israel tiene prisioneros palestinos, pero ellos son juzgados en tribunales constituidos por jueces que han enviado a la cárcel a más de un judío acusado de crímenes de guerra. El juicio se celebra con todas las garantías y a esas garantías el preso las mantiene en la cárcel. Los palestinos detenidos estudian, se casan, reciben visitas de familiares y de la Cruz Roja Internacional.
Ninguno de estos beneficios alcanzó a Shalit. El joven judío estuvo cinco años preso sin un tribunal que lo juzgue, sin recibir visitas de familiares o amigos y sin la posibilidad de ser asistido por los organismos de derechos humanos quienes, dicho sea de paso, nunca protestaron por esta situación, porque pareciera que a los terroristas palestinos les asiste el derecho de secuestrar y matar judíos sin rendir cuentas por ello. También en este punto las diferencias entre Israel y los palestinos son visibles y dan cuenta de dos concepciones antagónicas de la política y la vida. Durante cinco años Shalit fue un “desaparecido” público. Su cautiverio fue motivo de burlas, caricaturas ofensivas y antisemitas, y violaciones permanentes a sus derechos. El escarnio alcanzó a sus padres y a todos los que reclamaban por su libertad. Durante cinco años no lo dejaron hablar con sus familiares y si preservaron su salud fue para poder hacer posible el canje. Salvo Israel, nadie pidió por la vida de este pobre muchacho. Los supuestos barcos solidarios con la Franja de Gaza se negaron a entregar una carta de los padres de Shalit a su hijo.
En Israel la decisión de aceptar el canje en estas condiciones fue motivo de debates y enconadas discusiones que aún no se han saldado. Familiares de víctimas del terrorismo y políticos religiosos y laicos han protestado por la decisión del gobierno de Netanyahu de aceptar un canje en estas condiciones. Los opositores al gobierno han advertido que los terroristas liberados van a volver a las andadas como ya lo han demostrado en otras ocasiones. Al respecto, se recuerda que en 1985 Israel también aceptó un canje de prisioneros y un sesenta por ciento de los liberados retornó al terrorismo.
Este debate es imposible de imaginarlo en Gaza o en Cisjordania. Toda oposición en esta región es siempre oposición armada y las diferencias se resuelven con sangre. Imaginar una movilización de palestinos en contra de la decisión de Hamas o Al Fatah es imposible. Allí no hay “indignados”, mucho menos homosexuales reclamando sus derechos o periódicos que ataquen al gobierno sin contemplaciones. Tampoco existen intelectuales que planteen objeciones de conciencia, porque los únicos intelectuales aceptados en Gaza o Cisjordania son los intelectuales del poder.
Según las informaciones disponibles en Israel, los árabes israelíes salieron a la calle a festejar la liberación de sus “compañeros”. Algunas ciudades de Israel estuvieron embanderadas de consignas a favor de los terroristas liberados. En Gaza o en Cisjordania este escenario es imposible por partida doble: porque no está permitido festejar nada que el gobierno no autorice, y porque mientras en Israel viven con plenos derechos un millón y medio de árabes, en tierra palestina los judíos no tienen lugar.
A modo de conclusión, podría decirse que una sociedad que se constituye sobre la base de esos valores difiere radicalmente de otra donde la prioridad es la vida. Yo diría que la diferencia entre Israel y Palestina reside en este punto. Es como dijera en su momento la señora Golda Meier: “Los palestinos empezarán a ser libres el día en que amen más a sus hijos que lo que nos odian a nosotros”


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Respuesta  Mensaje 2 de 7 en el tema 
De: ELSANTANECO Enviado: 25/10/2011 17:26

Respuesta  Mensaje 3 de 7 en el tema 
De: IGNACIOAL Enviado: 25/10/2011 19:34

Respuesta  Mensaje 4 de 7 en el tema 
De: algoporalgo Enviado: 25/10/2011 23:57
Respuesta Mensaje 1 de 1 en el tema
De: algoporalgo (Mensaje original) Enviado: 29/09/2011 22:20


Respuesta  Mensaje 5 de 7 en el tema 
De: algoporalgo Enviado: 26/10/2011 00:00

Respuesta  Mensaje 6 de 7 en el tema 
De: ELSANTANECO Enviado: 27/10/2011 09:33

Apreciado, Amigo Don Ignacio, decir y hacer pueden ser cosas diferentes. Se nota en las políticas latinas tanto de hispano América, como en la península.   Israel, Don Ignacio, respeta la vida de su gente y la de sus soldados. Por ende, no es una equivocación, sino un cumplimiento del más sagrado espíritu de las leyes judías, el respeto a la vida de todo los judíos.

Nosotros, Don Ignacio, no podemos caer tan bajo, como el terrorismo “palestino”, cuya filosofía es la muerte. Una filosofía que les ha dado rédito político, pero que los deja como unos miserables traidores antes los ojos de la gente más pensante.

En la historia, Don Ignacio, hemos perdido miles de vida judías, y por ende, hoy en nuestro presente debemos de luchar por salvar y proteger las vidas de los judíos.    

Y no solo la vida de los judíos, sino también  la dignidad de todo Israel y de los judíos.  

Y por esto, hemos intercambiado presos hasta por los cuerpos sin vida de nuestros soldados. Y aquellos judíos que han muerto en las acciones terrorista, fueron vidas que no pudimos salvar, lo cual significa, no porque no se hubiesen puestos los medios para salvarlas sino porque fue imposible hacerlo.  

Por otro lado, Don Ignacio, usted no puede olvidar que estamos rodeados de enemigos. Por ende, un rescate militar de nuestro soldado hubiese sido imposible. ¿Dónde tenia el terrorismo a nuestro saldado secuestrado? ¿En un lugar de Egipto, de Siria, de Irán, donde?

¡Le hago una pregunta! Suponga usted, que los terrorista de Al-queada, secuestren a un soldado español. ¿Qué hicieran ustedes? Vuestro soldado, bien puede estar, en un lugar de Maruecos, en Algeria o en cualquier país donde ellos tiene bases terroristas.

Si ustedes miden los riesgos, sabrán que hay solo un 1% de posibilidades de una operación militar, y un 90% de posibilidades de negociar. Pero si ustedes, observan dentro del especto 100% objetivo, tienen, pues, tres salidas: una operación fallida, negociar o sacrificar a vuestro soldado. ¿Qué harían ustedes, según vuestra propia cultura militar, y como aprecian la vida del pueblo español?

Un cordial saludo amigo mío.


Respuesta  Mensaje 7 de 7 en el tema 
De: algoporalgo Enviado: 28/10/2011 02:14
Respuesta Mensaje 1 de 1 en el tema
De: algoporalgo (Mensaje original) Enviado: 29/09/2011 22:20


Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: algoporalgo Enviado: 25/10/2011 16:00


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