En pleno debate legislativo sobre la ley de tierras, la comisión investigadora conformada por el Concejo Deliberante de El Hoyo, Chubut, investiga la venta de 1200 hectáreas de tierras fiscales con bosque nativo patagónico a precio irrisorio al empresario Enrique Alejandro Korn, entre el paraje Larenas y el Pedregoso.
De las actas de inspección del entonces director de Tierras del municipio surge que Korn las tuvo en posesión por ser de la Maderera Noroeste del Chubut, que en 1971 acordó con la provincia iniciar una explotación mediante concesión. En 1991 el gobernador Cosentino autorizó a celebrar un nuevo contrato por el cual la empresa aceptó devolver a la provincia parte de las parcelas forestales; a cambio se respetarían los actos de disposición que hubiera efectuado con terceros.
En 1995 el gobernador Maestro declaró la caducidad de la concesión e instruyó a la Dirección de Bosques a ejercer los actos de posesión sobre la masa boscosa. El objeto del convenio fue la madera. La posesión otorgada por ese contrato no generó ningún título sobre la tierra. Sin embargo, Korn sostuvo su calidad de ocupante.
A partir de que la comunidad comenzó a conocer las irregularidades, el Concejo Deliberante conformó una comisión investigadora, presidida por el concejal Paul Huisman, que debió sortear distintas adversidades, entre las que se destacan dos temores de distinta matriz: por un lado, el de los antiguos funcionarios ante la investigación; por el otro, el de los pobladores a ser víctimas una vez más de los empresarios, ya que al despojo de tierras que sufrió la comunidad podrían agregarse acciones legales. Debió también enfrentarse a la permanente información propagada desde los medios de que el empresario no toleraría ser cuestionado en sus derechos.
Hubo pobladores preexistentes, como los integrantes de la familia Azocar, que fueron desplazados por la maderera a pesar de ser reconocidos como ocupantes mediante un permiso precario. Algunos de ellos declararon ante la comisión que habían pedido mensurar la tierra y que sabían del aserradero de Korn. Cuando recibieron los planos notaron que su tierra estaba dentro de las que reivindicaba el empresario. La comunidad originaria Quilodrán tenía ovejas, caballos y vacas. Uno de ellos dijo que jamás vio a Korn por la zona, pero la maderera les hizo sacar los animales. “Ellos arrasaron con todo y después plantaron pinos”, se quejó el paisano, tanto por sus animales como por los árboles nativos. Los Quilodrán estuvieron en esas tierras desde 1909. Los pobladores, que en su gran mayoría se dedicaban al pastoreo, fueron poco a poco contando sus penas. “Pero llegó la maderera y no pudimos seguir”, se quejaron.
En 1989 el municipio decidió regularizar los títulos de propiedad a favor de los reales y pacíficos ocupantes de tierras fiscales, especialmente de los antiguos pobladores. Sin embargo, en 1995 se presentó Korn pidiendo ser reconocido como ocupante y comprar las tierras proponiendo un precio y ofreciendo hacer inversiones en la zona. Horas antes de que ingresara a la Municipalidad la carta de Korn con la propuesta de compra, el abogado del municipio, Julio Traverso, dictaminó, a ojo de buen cubero, que Korn era propietario del bosque, que su propuesta de pago era razonable y que la inversión a realizar generaría fuentes laborales. No conforme con ello, Korn solicitó la reducción del 80% del valor de la tierra y pidió abonar el resto con la afectación directa al municipio de la madera en pie de una parcela de 5 has, con lo cual terminaba pagando con los bienes del mismo Estado. En cuatro días, tiempo récord para este tipo de trámites, sin expediente previo ni inspección de constatación, el Concejo Deliberante aceptó los términos. Pocos días después la provincia revocó la concesión de Korn, por lo que no pudo pagar con madera, y el Concejo Deliberante le fijó un precio irrisorio de ochenta mil pesos a pagar en efectivo. Korn hizo una contrapropuesta para abonar con pagarés extendidos por el propio municipio en concepto de honorarios profesionales en un juicio en el que intervino como patrocinante del municipio. De esa forma, se quedó con 1200 has, desplazó a antiguos pobladores dedicados al pastoreo y la huerta familiar, fijó un precio vil, del que finalmente sólo abonó $ 5000. Todo esto está evaluando la comisión investigadora que además halló distintas irregularidades administrativas y de procedimiento.
En las tierras que lindan con las que Korn ilegalmente retuvo, con aval de funcionarios venales y/o ingenuos, existe la laguna Espejo, que no fue registrada en los planos de mensura. El dato no es menor porque las aguas son de dominio público. Un caso similar al de Lewis con el lago Escondido. El poblador Leiva, solicitante de las tierras, no reclama la parte que le corresponde porque Korn le permitió ocupar un pequeño lote y le prometió ayudarlo a gestionar uno mucho más extenso. Algunos de los pobladores desplazados tal vez hicieron alguna changa para la maderera. Un dato no menor es que Korn siempre vivió en Trelew y es el padre del jefe de gabinete de Mario Das Neves, gobernador del Chubut.
Es de esperar que las conclusiones de la comisión investigadora no caigan en saco roto, que la comunidad recupere sus recursos, que los vivillos rindan cuentas ante la justicia, y que el Estado proteja a los débiles y controle a los poderosos.
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