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General: Dos temas sobre la familia Clinton que me gustaron ..
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De: Ruben1919 (message original) |
Envoyé: 10/05/2011 12:30 |
Agresión criminal con puro olor a petróleo por José Ortiz

¿Es verdad que el ataque de Estados Unidos contra Afganistán y Sudán responde al objetivo de represaliar al llamado "terrorismo internacional"?
El gobierno Clinton no aportó hasta ahora más que ‘sospechas’ e ‘indicios’ para justificar la acción criminal. De hecho, los elementos recogidos entre los escombros de las embajadas de Tanzania y Kenia son del mismo tipo que los utilizados en el atentado contra la sede del FBI en Oklahoma hace dos años. Si se tiene en cuenta la virulencia de los grupos fascistas norteamericanos y el patrón de conducta que vienen siguiendo organizaciones similares, como las de la derecha sionista, es algo más que probable que esos atentados tengan un origen interno que el gobierno norteamericano prefiera disimular. No hay que olvidar que el acusado saudita, Osama Bin Laden, que opera desde Afganistán, ha desmentido su responsabilidad en los atentados.
La represalia criminal del gobierno yanqui tiene que ver, en realidad, con factores completamente distintos a los alegados. Existe desde hace varios años una crisis política muy seria dentro de la familia reinante de Arabia Saudita, que en gran parte está vinculada a la ocupación militar del país por parte de Estados Unidos luego de la llamada guerra del Golfo de 1991. Osama Bin Laden pertenece al grupo que reclama el retiro de las tropas yanquis, un planteo que está vinculado a la necesidad de independizar relativamente al país en momentos en que el nivel de la deuda externa y la caída de los precios del petróleo, amenazan con provocar la bancarrota de la economía saudita. Por otro lado, la política norteamericana en la región se encuentra en ruinas, tal como lo demuestran los avances realizados por el gobierno de Clinton para llegar a una acuerdo con Saddam Hussein. Es claro que un éxito en esta maniobra desubicaría a Arabia Saudita en su calidad de adversaria principal de Irak.
Osama Bin Laden es una criatura de la CIA, que se valió de Pakistán y de Arabia Saudita para combatir la ocupación rusa de Afganistán entre 1980 y 1988. Es claro, entonces, que estamos ante una escisión al interior del bloque imperialista, que los yanquis quieren resolver sin importarle si para ello tienen que masacrar a pueblos completamente ajenos a este entrevero.
A este tenebroso cuadro se suma el hecho fundamental de que los yanquis están apoyando abiertamente a los llamados talibanes en la guerra civil afgana. Un diario tan insospechado de anti-norteamericanismo, como The Wall Street Journal, informó hace dos semanas (11/8) que "el reconocimiento internacional de los talibanes es la llave para el financiamiento de los ductos de gas y petróleo de Turkmenistán a Pakistán. Unocal, de California, es propietaria de la mayor parte del consorcio que negocia los proyectos para construir el trazado de 790 millas" .
El ataque contra el campamento del saudita apunta a eliminar una contradicción que afecta la dominación yanqui de Afganistán. Cuando algunos esperaban falsamente que Clinton rompería con los talibanes por proteger a Osama (por ejemplo, en el International Herald Tribune del 18/8), ocurrió lo más ‘razonable’: el saudita "prometió a los talibanes que se abstendrá de actividades militares o políticas contra otros países, mientras permanezca en Afganistán", agregando incluso "que no puede haber dos gobiernos diferentes y paralelos en Afganistán" (Clarín, 25/8).
La conclusión es entonces cristalina: el bombardeo yanqui ha servido para consolidar el dominio norteamericano en su disputa con Rusia e Irán con relación al trazado que debe recorrer el flujo de petróleo y gas que comienzan a explotarse alrededor del mar Caspio. Detrás de las consignas humanitarias contra el terrorismo se esconde simplemente una estrategia de dominación económica y política que tendrá inmensas consecuencias sobre todas las ex repúblicas soviéticas, el golfo Pérsico y los Balcanes (por intermedio de Turquía).
Con la excepción explicable de Rusia y de Irán, el resto de la ‘comunidad internacional’ justificó los actos criminales del perturbado Clinton como un acto de "autodefensa". Apenas tres semanas antes, esta misma ‘comunidad’, con la sintomática excepción de Estados Unidos e Israel, había aprobado la formación de una Corte Internacional para juzgar este terrorismo de estado internacional. Al final, Clinton tuvo toda la razón para negarse a firmarlo porque, en palabras del senador de ultraderecha, Jesse Helms, podía limitar la "capacidad de agresión" del imperialismo yanqui.
Putañería en la Casa Blanca: Que apriete pero no ahorque Por José Ortiz

No es de ahora que Clinton viene siendo objeto de requisitorias judiciales. Una acusación por las irregularidades que cometió junto a su mujer en operaciones inmobiliarias en su estado de Arkansas, es incluso anterior a su ascenso a la presidencia. Tampoco es de ahora que la derecha republicana vinculada al extremismo protestante, lo viene acosando con denuncias e investigaciones. Es que bajo la fachada de una democracia armoniosa, Estados Unidos vive una sorda o limitada guerra civil, como lo atestiguan los atentados contra las iglesias negras, contra las clínicas que practican el aborto, la violencia policial e incluso la existencia de numerosas bandas armadas fascistas. En los últimos años solamente Reagan y Bush conocieron lo que es una presidencia relativamente ‘pacífica’. Jimmy Carter, aunque completó su mandato de 1978 a 1982, fue sometido a una intimidación política permanente. El intento de Clinton de reglamentar el seguro de salud o de permitir el ingreso de homosexuales a las fuerzas armadas, fue suficiente para que se desatara una fuerte operación de desestabilización política en su contra. Ni siquiera su pasaje a las posiciones de sus adversarios, como en el caso de la liquidación de la asistencia social por parte del estado federal o los proyectos que está elaborando para privatizar las jubilaciones, han logrado atenuar los ataques de los pulpos económicos o religiosos afectados.
La política del Estado norteamericano no la definen, sin embargo, los grupos de la extrema derecha sino los grandes pulpos. Por eso, en la medida en que satisfizo los intereses fundamentales de éstos, Clinton y señora han salido ilesos de sus delitos o cuasi delitos. La denuncia de financiamiento ilegal de la campaña electoral contra Clinton y Gore, se arrastra por esta razón sin llegar a nada. Clinton nombró a un republicano afín a la gran banca como presidente del Banco Central, lo que es algo que los monopolios no olvidan. En el caso del bloqueo a Cuba, incluso, aún ejecuta la política de los gusanos y no la que reclaman los monopolios que en su mayoría quieren la apertura comercial con la isla.
Ahora, sin embargo, hay quienes se interrogan de si el asunto con la pasante de la Casa Blanca no significa "el comienzo del fin para el presidente" (Financial Times, 19/8). Observadores muy calificados estiman que la batalla judicial sobre este tema recién ha comenzado y que podría concluir con un informe al Congreso que diera lugar al juicio político a Clinton. Es significativo, de cualquier manera, que la Corte Suprema de Estados Unidos, que no tiene un pelo de zonza, hubiera autorizado la declaración del personal de custodia de Clinton y que dejara a éste prácticamente al tiro del procurador fiscal que está buscando imputarlo.
Lo que se desprende de este acoso es que el Estado norteamericano no admite darle a Clinton manos libres para gobernar, y esto por sólidas razones. Ocurre que en temas absolutamente fundamentales la burguesía norteamericana se encuentra dividida. Claro ejemplo de ello es lo que ocurre en Palestina, donde el gobierno sionista se atreve a ignorar las presiones de Washington porque sabe perfectamente que Clinton no reúne las condiciones de política interna para efectivizar sus advertencias a Israel. Pero lo mismo pasa con relación a la crisis económica internacional, como lo demuestran los furibundos ataques que han recibido los planes de rescate de las economías asiáticas, dictados a través del FMI. Hay varios sectores capitalistas amenazados de quiebra en Estados Unidos como consecuencia de la crisis mundial, lo cual tiene paralizada a la Reserva Federal, que simplemente no sabe qué debe hacer en este momento con la política monetaria.
De modo que el acoso sirve para condicionar a Clinton, sin que implique que se lo quiera hacer caer. Lejos de poner de manifiesto el equilibrio de poderes del Estado norteamericano, sectores influyentes quieren eliminar el Jurado Especial, que la Constitución autoriza para investigar delitos políticos, a pesar de que su existencia data de la edad media inglesa.
En lo que hace al tema de las relaciones que Clinton mantuvo con la pasante, no opinamos de ninguna manera que se trate de un asunto privado entre personas adultas. No existe tal cosa en representantes de un sistema que se dedica a la violación de todas las relaciones genuinas y adultas en cualquier parte del globo, en especial cuando se trata de la niñez. Después de todo, poco adulta y bastante cínica es una relación que no puede ser defendida en público por un grandulón de cincuenta años, y que a la hora de ser obligado a clarificar lo ocurrido no vacila en pisotear a su amante con la especie de que hizo algo inapropiado. Los individuos que representan a este sistema no pueden ser moralmente mejores que el sistema mismo.

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