El Salón y Coloquio de Arte Digital reaparece en nuestra escena cultural con su XI edición. Al parecer la decisión de hacerlo con carácter bienal ha favorecido el deseo de participación, pues fueron presentadas 113 obras impresas y 51 audiovisuales. En la sala Majadahonda del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau puede verse la selección del jurado, mientras que los premios se exhiben en la galería de la Casa de la Poesía.

Una breve mirada a los resultados de esta nueva edición bastaría para constatar la madurez con que se va desarrollando este evento que constituye una de las posibilidades más asequibles que tienen los artistas para visibilizar aquellas obras que elaboran por medios digitales. Si comparamos las dos últimas ediciones de este evento con todas las anteriores, puede notarse a simple vista que algo ha cambiado de forma sustancial. Si bien al principio, cuando aún no existía una claridad en cuanto al uso adecuado de los medios digitales, abundaban las imágenes sobrecargadas y las demostraciones virtuosas en el uso de los software, ahora, gracias a la evolución y a la experiencia, la gran mayoría de las obras expuestas evidencian una mayor mesura en el uso de los medios y una atención enfocada hacia lo que siempre ha sido más importante en la obra de arte: su contenido.

Tanto en la categoría Obras Impresas, como en la categoría Obras Audiovisuales los artistas mencionados y premiados apuntan, en su mayoría, a la problemática social en que vivimos. Esto es un aspecto interesante, porque recuerda otros momentos en que la plástica cubana en general se imbuía en estos asuntos. Es un fenómeno digno de investigar que esto ocurra específicamente en este contexto cuando gran parte de la producción artística nacional está más volcada a seguir los patrones del mercado del arte o a una actitud (igualmente válida) más nihilista o desentendida de los problemas sociales.

Una de las actividades cardinales de este evento es su coloquio; en este año las ponencias que lo componen se centran fundamentalmente en la Diversidad vista desde las más disímiles formas. Los temas rondan desde las posibilidades de emancipación humana a través de las nuevas herramientas hasta el nuevo renacimiento de las relaciones entre el Arte y la Ciencia. También está dedicado este coloquio, con el mismo nivel de importancia, a la fotografía —específicamente a la refotografía— tema de una de las mesas de discusión. Dentro del coloquio tenemos además un panel sobre el concurso de carteles Por la Diversidad y la presentación de la revista Arte Cubano, que contiene un Dossier sobre las primeras diez ediciones del Salón de Arte Digital. Como exposiciones colaterales que integran este evento contamos con varias exposiciones; son en su mayoría muestras fotográficas en las que el recurso digital juega un importante papel.

Con una nutrida y entusiasta asistencia, el público asistió a la inauguración donde se dieron a conocer los ganadores del certamen. Algunos de los artistas que obtuvieron premios y menciones son ya conocidos por su participación en este y otros eventos. Uno de los más aplaudidos fue el primer premio de la categoría Obra Audiovisual, Janler Méndez, que con su video Apertura despliega una gran capacidad de síntesis al elegir sus códigos. Estos aparecen dispuestos en inteligente orden, nos hablan de una manera sutil y sin violencia de lo asfixiante de la monotonía y de la necesidad del rompimiento de las barreras. También Jorge López, quien mereció el primer premio en la categoría Obra Impresa, fue aplaudido con júbilo al subir al escenario; su serie Transformación posee un alto nivel de cuestionamiento acerca del dilema entre “apariencia” y “esencia”. Quisiera destacar el diseño de Katia Hernández para el hermoso catálogo que acompaña la muestra.

Es de destacar la profesionalidad con la que el Centro Pablo ha organizado esta nueva edición del Salón y Coloquio de Arte Digital; son pocos los eventos que, llevados a cabo por un reducido grupo de personas, obtienen estos logros.