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General: gilles deleuze ensayo
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: albi  (Mensaje original) Enviado: 19/01/2012 19:48

"La grandeza de Arafat", ensayo de Gilles Deleuze

 
 
La causa palestina es ante todo el conjunto de las injusticias que este pueblo ha padecido y sigue padeciendo. Estas injusticias son los actos de violencia pero también las sinrazones, los falsos razonamientos, las falsas garantías con que se les pretende compensar y justificar. Arafat no ha usado más que una palabra para hablar de las promesas incumplidas, de los compromisos violados, tras las masacres de Sabra y Chatila: shame, shame.

Se dice que no es un genocidio. Sin embargo, es una historia que, desde el principio, tiene mucho de Oradour. El terrorismo sionista no se dirigía únicamente contra los ingleses, sino contra los pueblos árabes que tenían que desaparecer; el Irgún fue muy activo en este sentido (Deir Yassine). En todos los casos se trata de hacer como si el pueblo palestino no solamente no debiera existir, sino que no hubiera existido nunca.

Los conquistadores eran quienes habían padecido ellos mismos el mayor genocidio de la historia. Los sionistas hicieron de este genocidio un mal absoluto. Pero transformar el mayor genocidio de la historia en mal absoluto es una visión religiosa y mística, no una visión histórica. Esta visión no detiene el mal; al contrario, lo propaga, lo hace recaer sobre otros inocentes, exige una reparación que hace sufrir a otros una parte de lo que los judíos han sufrido (expulsión, asilamiento en el gueto, desaparición como pueblo). Con medios más “fríos” que los del genocidio, se trata de llegar al mismo resultado.

Los EE.UU. y Europa les debían a los judíos una reparación. Y esta reparación se la hicieron pagar a un pueblo del cual lo menos que puede decirse es que no tenía nada que ver con ella, que era singularmente inocente de todo holocausto y que ni siquiera había oído hablar de él. El sionismo, y después el Estado de Israel, exigieron a los palestinos reconocimiento jurídico. Pero él mismo, el Estado de Israel, no ha dejado de negar el hecho mismo de la existencia del pueblo palestino. Nunca se habla de palestinos, sino de árabes de Palestina, como si hubiesen estado allí por casualidad o por error. Luego se hará como si los palestinos expulsados viniesen de otro lugar, nunca se mencionará la primera guerra de resistencia que llevaron a cabo completamente solos. Se hará de ellos los descendientes de Hitler, puesto que no reconocen a Israel su derecho. Pero Israel se reserva el derecho de negar su existencia de hecho. Aquí comienza una ficción que cada vez se extenderá más, y que pesará sobre todos los defensores de la causa palestina. Esta ficción, que es una apuesta de Israel, consistía en hacer pasar por antisemitas a cuantos pusieran objeciones a los hechos y a las acciones del Estado sionista. La fuente de esta operación fue la fría política de Israel con respecto a los palestinos.

Arafat, el poeta Mahmoud Darwish y el fundador del FPLP Dr. George Habbash
Desde el comienzo, Israel no ha ocultado su propósito: vaciar el territorio palestino. Aún más: hacer como si el territorio palestino estuviera vacío, destinado desde siempre a los sionistas. Se trataba de una colonización, pero no en el sentido europeo del siglo XIX: no se quería explotar a los nativos, se les quería expulsar. Quienes se resistieran a ello no se convertirían en una mano de obra dependiente del territorio, sino en una mano de obra volante y desarraigada, como si se tratase de inmigrantes reunidos en un gueto. Desde el principio se trató de ocupar las tierras como si estuviesen desiertas o pudiesen vaciarse. Es un genocidio, pero el exterminio físico está subordinado en este caso a la evacuación geográfica: al no ser más que árabes en general, los palestinos supervivientes deben fundirse con el resto de los árabes. El exterminio físico, aunque se confíe a mercenarios, no deja de estar presente. Pero se alega que no es un genocidio, ya que no se trata de la “solución final”: en efecto, es un medio entre otros. La complicidad de los EE.UU. con Israel no procede únicamente del poder de un lobby sionista. Elias Sanbar ha mostrado perfectamente que los EE.UU. han encontrado en Israel un aspecto de su historia: el exterminio de los indios que, también en este caso, sólo en parte fue directamente físico. Se trataba de vaciar, de hacer como si nunca hubiese habido indios más que en guetos, lo que hacía de ellos otros inmigrantes interiores más. En muchos aspectos, los palestinos son los nuevos indios, los indios de Israel. El análisis marxista indica estos dos movimientos complementarios del capitalismo: imponerse constantemente límites en cuyo interior despliega y explota su propio sistema; desplazar cada vez más lejos estos límites, rebasarlos para volver a emprender a mayor escala o con mayor intensidad su propia fundación. Desplazar los límites: ésta fue la acción del capitalismo americano, del sueño americano, que ha sido recuperado por Israel y por el sueño del Gran Israel en territorio árabe y a costa de los árabes.
 
¿Cómo ha podido el pueblo palestino resistir, cómo resiste aún? ¿Cómo ha pasado de ser una sociedad de linajes a convertirse en una nación armada? ¿Cómo se ha dado a sí mismo un organismo que no simplemente le representa sino que lo encarna, aún sin territorio y sin Estado? Hacía falta un personaje histórico que, desde el punto de vista occidental, se diría salido de Shakespeare, y ése fue Arafat. No es la primera vez en la historia (los franceses pueden pensar en la Francia libre, con la diferencia de que al principio contaba con menos base popular). Y lo que tampoco ha ocurrido por primera vez en la historia es que en cada ocasión en que ha sido posible una solución o un elemento para la solución los israelíes la han destruido deliberada y sistemáticamente. Apelaban a su posición religiosa para negar, no ya el derecho, sino incluso el hecho palestino. Se desentendían de su propio terrorismo tratando a los palestinos como terroristas llegados del exterior. Y, precisamente porque los palestinos no eran tal cosa, sino un pueblo específico, tan diferente del resto de los árabes como pueden serlo entre sí los pueblos de Europa, no podían esperar de los propios Estados árabes más que una ayuda ambigua, que a veces se convertía en hostilidad y exterminio, cuando el modelo palestino se volvía peligroso para ellos. Los palestinos han recorrido todos los círculos infernales de la historia: el abandono de las soluciones cada vez que eran posibles, las peores inversiones de las alianzas en las que habían puesto su confianza, el incumplimiento de las promesas más solemnes... Y su resistencia ha tenido que alimentarse de todo ello.
 
Puede que uno de los objetivos de las masacres de Sabra y Chatila haya sido el de desprestigiar a Arafat. No había dado su consentimiento a la partida de los combatientes, cuya fuerza seguía intacta, más que a cambio de que la seguridad de sus familias quedase absolutamente garantizada por los EE.UU. e incluso por Israel. Después de las masacres, no quedaba más palabra que “shame”. Si la crisis de la OLP que se va a producir tuviera como resultado a plazo medio, ya fuera la integración en un Estado árabe, ya la disolución en el integrismo musulmán, entonces podría decirse que el pueblo palestino ha desaparecido efectivamente. Pero ello ocurriría con tales condiciones que el mundo, los EE.UU. y hasta Israel no dejarían de lamentar las ocasiones perdidas, incluyendo las que aún son posibles en este momento. A la fórmula orgullosa de Israel (“Nosotros no somos un pueblo como los demás”) ha respondido siempre el grito palestino, invocado en el primer número de la Revue d’études palestiniennes: somos un pueblo como los demás, no queremos ser otra cosa...
 
Al emprender la guerra terrorista del Líbano, Israel ha intentado suprimir a la OLP y privar al pueblo palestino de su soporte, tras haberle privado de su tierra. Y puede que lo haya conseguido, porque en la Trípoli sitiada sólo quedaba la presencia física de Arafat entre los suyos, todos sumidos en una especie de grandeza solitaria. Pero el pueblo palestino no perderá su identidad más que provocando en su lugar un doble terrorismo, de Estado y de religión, que se beneficiará de su desaparición y que hará imposible todo acuerdo de paz con Israel. De la guerra del Líbano Israel no saldrá sólo moralmente desunido y económicamente desorganizado, sino que se enfrentará a la imagen invertida de su propia intolerancia. Una solución política, un compromiso pacífico sólo es posible con una OLP independiente, que no haya desaparecido en uno de los Estados existentes y que no se disuelva en los distintos movimientos islámicos. La desaparición de la OLP sólo sería una victoria de las fuerzas ciegas de la guerra, indiferentes a la supervivencia del pueblo palestino.
Revue d’études palestiniennes, nº 10, invierno de 1984 (el texto está fechado en septiembre de 1983).


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 19/01/2012 20:03
Qué linda frse la palestina ...."  ...somos un pueblo como los demás ....".-
Deja que acompañe tu valioso mensaje con éste ....
 

Darwish, el poeta de la resistencia palestina

Intelectual orgánico de Yasser Arafat durante los años 80, es el poeta nacional de la región y una voz mayor de la literatura árabe

12/01/2009 - Autor: Matilde Sánchez - Fuente: Clarín
 

Mahmoud Darwish, autoe de Mural.
Mahmoud Darwish, autoe de Mural.

Agosto de 2008. Dos semanas después de la muerte de Mahmoud Darwish, se estrenaba en el Festival Internacional de Edimburgo la adaptación teatral de Jidariyya, o Mural, el oratorio para su propia muerte escrito en 2000. Con la dirección de Amir Zuabi y a cargo del Teatro Nacional de Palestina, la obra presenta a un poeta convaleciente, bajo el asedio de imágenes de una historia nacional suprimida y los recuerdos de la plenitud y el exilio sin fin. Se trata de un réquiem en el que intenta negociar un nuevo plazo con la muerte y la ciencia, y su lirismo, acrecentado por el presagio, conjuga al acerbo de la poesía en árabe con el romanticismo europeo. Pertenece a las tradiciones de su país pero también a la literatura universal. Las dos horas de poesía, que nunca se rebajan al melodrama, dejaron a los espectadores ante la potencia de unas valijas de utilería, las del refugiado y el enfermo, las de quien vive en estado de partir. El gran poeta nacional palestino escribió alguna vez: "Mi nación es una maleta. A fin de cuentas, hace ya años que mi nación es sólo lenguaje".

Es difícil concebir desde aquí la inmensa popularidad de Darwish en el mundo árabe. Nacido en 1941 en Birweh, un pueblo al norte de Galilea que fue borrado por las milicias sionistas en su lucha por una patria propia, se dio a conocer por su cercanía con Yasser Arafat y desde entonces estuvo en el centro de la vida cultural palestina. Fue quien redactó la declaración de independencia adoptada por la OLP en 1988, tuvo una actuación protagónica en las primeras Intifada y luego rompió con el partido. Vivió innumerables exilios: en Egipto, Líbano y luego Francia. Alejado de la escena partidaria, se convirtió en "el poeta de la resistencia". En su veintena de libros, traducidos a treinta idiomas (editado en castellano por Cátedra y Pre-textos), reelaboró la identidad histórica de su región pero su expresión se volvió más subjetiva. La poesía de la madurez celebra el bien común de la naturaleza y despliega los temas de la dislocación y el exilio; y sin embargo, no es sombrío. En Mural, las numerosas referencias a los textos sagrados de las tres religiones de Oriente Medio no están jerarquizadas sino que subrayan su rango de mitología y poética, lo que pacifica las tensiones políticas dentro del arco palestino y propone una espiritualidad laica.

Afín al aliento cosmopolita de su amigo, el ensayista Edward Said, nunca llevó una vida de activista de tertulia, aunque sus allegados destacan su elegancia en el vestir. Muchos de sus versos, como Anhelo el pan de mi madre, se convirtieron en canciones y refranes que los niños aprenden en la cuna. En 2002 una audiencia de 25 mil refugiados palestinos llenó un estadio de Beirut para escuchar sus lecturas durante tres horas. Y si bien sus detractores le reprochan viejos versos furiosos ("Desentierra a tus muertos, llévate los huesos y abandona nuestra tierra") y observan que el recorte oficial de su obra solo destaca los poemas más bucólicos, su obra pertenece hasta tal punto a su territorio y es tal la profusión de referencias a la tradición judía, que en 2000 el ministro israelí de Educación Yossi Sarid propuso incluirla en la currícula escolar a fin de destacar "el carácter multicultural de la sociedad israelí".

En julio el poeta, gran fumador en cadena, leyó en Ramallah y partió a hacerse una operación a corazón abierto en Houston. El 9 de agosto falleció en el hospital. No dejó hijos, lo sobrevive su madre. Tuvo un funeral de Estado en la colina de Ramallah, salvas de honor. Las autoridades israelíes abrieron el retén de Beitiniya para que los palestinos de Israel asistieran a las exequias. Las diez mil personas que confluyeron en su tumba, y otras tres mil en el Palacio Cultural, lo oyeron recitar por los altavoces.


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 19/01/2012 23:47
"Al emprender la guerra terrorista del Líbano, Israel ha intentado suprimir a la OLP y privar al pueblo palestino de su soporte, tras haberle privado de su tierra."

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: albi Enviado: 20/01/2012 07:54

VENDRÁN OTROS BÁRBAROS

(1986)

Vendrán otros bárbaros. Raptarán a la mujer del emperador.
     Sonarán los tambores.
Suenan los tambores para que del Egeo a los Dardanelos los caballos
     se alcen sobre los cadáveres.
¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver nuestras esposas
     con una carrera de caballos?

Será raptada la mujer del emperador. Sonarán los tambores.
     Ya llegan otros bárbaros.
Bárbaros que llenan las ciudades vacías, apenas altas sobre el mar,
      más fuertes que la espada en tiempos de locura.
¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver nuestros hijos
     con esta estirpe de impudicia?

Sonarán los tambores. Ya llegan otros bárbaros.
     Es raptada de su casa la mujer del emperador.
Y en la casa se gesta la expedición militar que devuelva
     a la favorita a la cama de su señor.
¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver cincuenta mil muertos
      con este casamiento atropellado?

¿Nacerá un Homero después de nosotros?...
¿Abrirán las epopeyas sus puertas a todos?

 

darwish



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